sábado, 18 de junio de 2011

una historia de vida : Mi audífono forma parte de mí


Dale Sindell, norteamericana afincada en Madrid, España, desde hace más de 20 años, siempre ha mirado hacia delante a pesar de que no solo tuvo que enfrentarse a su propia pérdida de audición cuando era joven, sino que además ha tenido que afrontar la pérdida auditiva de su tercer hijo.



Hoy día a sus cuarenta años, Dale ha superado con creces todas las expectativas. Su energía y su actitud positiva le han hecho sacar partido de su pérdida de audición, y actualmente dedica todo su tiempo a ayudar a otros padres y niños a los que han diagnosticado recientemente una discapacidad auditiva.

Siempre hacia delante

Debido a una otosclerosis, Dale Sindell había estado perdiendo audición de forma progresiva sin darse cuenta. Se la diagnosticaron de forma tardía a los 20 años.

“Recuerdo que estaba en el último año de universidad, en clase de francés, e interrumpí a la profesora sin darme cuenta de que estaba hablando. Después de clase, me lo dijo una compañera y me quedé sorprendida. Me hice una audiometría y me lo confirmaron. Tenía una pérdida de audición”, recuerda Dale.

En aquella época estaba tan concentrada en empezar su vida adulta que no le dio mucha importancia a su pérdida de audición. Dale se sometió a una operación del oído derecho, que es el procedimiento habitual para los pacientes con otosclerosis, pero por desgracia, no recuperó la audición en ese oído y su sordera fue en aumento.

“Fue un poco traumático, pero comencé a usar audífonos y seguí mirando hacia delante”, cuenta Dale.

Mi audífono es una parte integral de mí

Actualmente, Dale tiene una pérdida de audición de severa a profunda y utiliza un audífono en su oído izquierdo. En el oído derecho no puede discriminar los sonidos adecuadamente con un audífono.

“No recuerdo haber tenido ningún problema para adaptarme al audífono cuando me lo puse por primera vez,” explica Dale. “Y ahora, es una parte integral de mí. Es como las gafas, ni te enteras de que las llevas puestas. Es algo muy natural para mí. Lo antinatural es no poder oír”, comenta Dale.

“Lo llevo desde que me despierto hasta que me acuesto. Sin él no oigo nada. Durante el día me siento segura, con mi audífono estoy en mi zona de confort. Me permite llevar una vida normal de oyente, en un mundo de oyentes”, explica.

La tecnología en audífonos ha avanzado a pasos agigantados desde que Dale se puso un audífono por primera vez.

“Los primeros audífonos que usé solo tenían la opción de ajustar el volumen. Ahora, el sonido que puedes obtener es mucho mejor y pueden adaptarse mejor a las necesidades y preferencias de cada persona. En mi caso, nunca utilizo el programa estándar que viene de fábrica, siempre lo adapto a mis necesidades. Y además ahora los audífonos vienen en distintos colores y con unos diseños preciosos”, comenta Dale.

Ser parte activa

Dale nunca le dio demasiada importancia a su pérdida de audición, ya que conseguía manejarse perfectamente en su vida diaria. Sin embargo, al descubrir que su tercer hijo tenía una pérdida de audición su vida dio un giro de 360 grados. No se lo pensó dos veces y decidió involucrarse activamente en el mundo de la pérdida de audición.

En febrero de 2009 fundó la página web www.t-oigo.com, para ofrecer apoyo moral y práctico a las familias de niños con pérdida de audición.

“Intento dar apoyo e información a estas familias además de sensibilizar al público en general sobre la pérdida de audición,” explica Dale. “El público normo-oyente no conoce los avances tan importantes que estamos viviendo a nivel tecnológico. Se está creando incluso una nueva generación de niños sordos, a pesar de que ahora con los implantes cocleares y audífonos digitales de alta gama (resistentes al agua, con receptor de FM integrados), tenemos vidas normales. Mi hijo pequeño, por ejemplo, tiene 9 años y es bilingüe en inglés y en español”, añade Dale.

Pedir ayuda sin complejos

Dale siempre ha sido una persona autosuficiente, segura de sí misma y con metas muy claras en la vida, pero como cualquier persona, es consciente de que si necesita ayuda tiene que pedirla.

“La mayoría de mis amistades no se acuerdan de que tengo una pérdida de audición, me ven como una persona igual a ellos e incluso más capacitada que mucha gente”, dice Dale. “Me doy cuenta de que soy yo la que tengo que pedir ayuda cuando la necesito, y también se lo intento inculcar a mi hijo. Se puede tener confianza en uno mismo pero cuando se necesita ayuda hay que pedirla sin complejos”.

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