lunes, 27 de junio de 2011

La esperanza ilimitada de ser estudiante



Hernán Vanegas | Daniela es la mayor de cuatro hermanos. La que le sigue, Laura (en la foto), estudiará Odontología en la U. de A. En la imagen también está su mamá.
La esperanza ilimitada de ser estudiante
DESDE LOS SIETE meses de edad Daniela empezó a recibir formación que le ayudara a ser independiente por encima de su ceguera. Lo ha conseguido y ahora anhela graduarse como abogada.

Era su hermana y también quería ser sus ojos. Cuando a Daniela Osorio Betancur se le caía un tenedor Laura corría a recogerlo porque aunque era menor y las dos estaban en sus primeros años de vida ella sentía el deber de sobreprotegerla. Fue por intervención de la madre que esa condición cambiaría más adelante.

Doña Luz Marina Betancur comprendió muy temprano que lo mejor era que Daniela fuera independiente. A los cuatro meses de vida de la niña un especialista le confirmó que su hija nunca podría verla, porque padecía una condición irreversible.

Era su primogénita y no sabía que tendría que prepararse para atenderla pero se armó de valor. Antes de que Daniela cumpliera su primer año empezó a visitar el Colegio de Ciegos y Sordos (Ciesor) donde las dos aprendían. La niña recibía estimulación y la madre se instruía en cómo comportarse ante la ceguera de su bebé.

Ambas fueron buenas alumnas porque a los tres años de vida de Daniela, su madre la despedía en la parada del autobús escolar que la llevaba a la guardería del Ciesor.

Por esos días doña Luz Marina recibió la noticia que el entonces presidente Ernesto Samper quería que la población en las mismas condiciones de Daniela estudiara en las escuelas con niños que no las tuvieran. En el Colegio Gabriela Mistral la recibieron con seis años para al primer grado de primaria y enviaron a una docente a que se capacitara en el Ciesor. De ella no tienen buenos recuerdos por la falta de sensibilidad y aptitud, pero en quinto encontró otra profesora con ganas de enseñarle.

La instrucción que les dio la mamá, cuando Laura ingresó a la institución Ángeles Custodios, el mismo colegio de Daniela, fue clara: a las dos les explicó que deberían relacionarse con compañeras diferentes. Daniela tendría dejar la timidez.

Séptimo fue el grado más duro en su formación académica. Había pasado varias veces por la situación de ser tomada -lo dice su propia madre- como el juguete nuevo del salón. Al principio todos querían conocer cómo resolvía sus asuntos cotidianos pero pasada la novedad llegaba el aislamiento. Eso mismo pasó en séptimo y a Daniela -iniciando su adolescencia- le dolió más que siempre y hasta temor le daba pedir el favor de que le leyeran.

En el siguiente año se repuso y luego se encontró con Humberto Pérez, el profesor de álgebra le dedicaba atención extra y se interesó por crear estrategias pedagógicas que fueran más adecuadas para ella. Ese mismo año llegó al salón Viviana Rodríguez, quien se le acercó al principio de octavo y se quedó con ella hasta que se graduaron juntas.

En su vida colegial también conoció a Sulay Andrea Yepes Tobón, invidente y alumna en Ángeles Custodios con quien se volvió a encontrar hace unos meses en la Universidad de Antioquia.

Preocupados por el bajo porcentaje de invidentes que estaban pasando a la U. de A., Sulay y Fabio Manco Higuita, alumnos del Alma Máter que comparten problemas de visión irreversibles, presentaron un proyecto para familiarizar a personas en la misma condición con el examen de admisión.

Esa experiencia es una de las más significativas en las instituciones de educación superior de la ciudad. En la U. de A. también se creó un comité de inclusión con el ánimo de atender a personas vulnerables, tienen un programa de lectura para invidentes en la biblioteca y preparan la inducción a las seis personas ciegas o con visión reducida que ingresarán el próximo semestre, la mayoría de ellos gracias al proyecto de Sulay y Fabio.

Esfuerzos similares por la inclusión hace el grupo de Lecto - Escritura Braille y Rehabilitación Visual de la Universidad Pontificia Bolivariana. El médico Juan Camilo Suárez Escudero, su coordinador, explicó que entre las líneas que tiene están la de capacitar en herramientas de rehabilitación visual a los invidentes y a sus familias, publican cada semestre en formato de alto contraste la revista Signos de Luz y dictan una cátedra en la universidad para instruir a la comunidad sobre el tema.

En otras instituciones como la Universidad Cooperativa de Colombia, Corporación Universitaria Lasallista, Colegio Mayor de Antioquia, Universidad Nacional, Eafit y Católica del Norte informaron que tienen estudiantes en situación de vulnerabilidad o con alguna discapacidad.

Quizá por tener programas cien por ciento virtuales, la Católica del Norte sea la institución con mayor estudiantes con alguna discapacidad. En el nivel profesional hay tres alumnos con discapacidad auditiva, siete visual, 41 física y uno cognitiva. Del plantel se han graduado cuatro personas con esa condición de programas profesionales y dos de educación básica y secundaria.

El médico Juan Camilo Suárez cree que el panorama frente a la inclusión parece tener un ambiente favorable en Medellín, pero reconoció que aunque en el nivel educativo hay leyes que sustentan la inclusión, falta mucho trabajo que tendrían que empezar las entidades responsables del área.

En relación a ese punto Fabio Manco Higuita es de los que sostienen que no se requieren cupos especiales para ellos, sino formación de calidad que los ponga a competir en las mismas condiciones con los videntes. Esa posición la comparte Daniela porque en muchas oportunidades es ella quien debe instruir a sus profesores.

Ya está preparada para hacerlo en la Universidad Autónoma Latinoamericana porque después de intentar ocho veces pasar a la U. de A. y participar en el proyecto de Sulay y Fabio, este semestre decidió buscar otra alternativa y estudiará Derecho en Unaula. En su familia tendrán que hacer un esfuerzo económico para sostenerla en una institución privada, pero doña Luz Marina hará lo que pueda para que su hija siga siendo una persona independiente, no discapacitada, "diferente como somos todos", pero independiente.

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