miércoles, 15 de junio de 2011
La pieza que faltaba
Un audífono digital y un enorme deseo de acabar con su aislamiento ayudaron a Maria Jesús a recuperar su calidad de vida.
Maria Jesús es un ama de casa de 55 años de Jarandilla de la Vera en Cáceres, España. Adora a su familia y su vida social. Sin embargo, durante un inquietante periodo de tiempo no pudo disfrutar de la vida plenamente.
“Realmente no sé decir con exactitud cuando empezó mi pérdida de audición. Pero me daba cuenta de que no podía entender las conversaciones a cierta distancia. Sabía que la gente estaba hablando pero no podía entender ni una palabra,” dice Maria Jesús.
Al principio, cuando estaba en casa, con amigos o comprando, pedía a las personas que repitieran lo que habían dicho, explica Maria Jesús. Pero poco a poco, empezó a evitar las conversaciones porque no podía oírlas. No decía nada, hacía como que comprendía y asentía o simplemente se iba. Comenzó a sentirse cada vez más aislada.
Su familia se quejaba de que ponía la televisión y la radio a todo volumen. Le gritaban desde otra habitación para que bajara el volumen, pero ella no les oía hasta que venían a la habitación en la que se encontraba.
“Empecé a darme cuenta de que no podía oír adecuadamente, y de que mi problema auditivo estaba empeorando,”dice Maria Jesús. “Entonces mi hija estaba estudiando Lenguaje y Audición. Me aconsejó que visitara a un especialista para que me hicieran una prueba de audición.”
La audiometría mostraba que Maria Jesús sufría una pérdida de audición moderada en el oído derecho. El tratamiento apropiado era un audífono digital.
El audífono marcó la diferencia al instante.
“No tuve ningún problema para adaptarme al audífono,” explica. “Supe de inmediato que era exactamente la pieza que me faltaba.”
Lleva algo de tiempo acostumbrarse
“Acudí al audioprotesista un par de veces para probar y adaptar el audífono. Le llevo puesto desde entonces. Solo me lo quito para ir a dormir y cuando me ducho, pero me siento tan a gusto con él, que a veces se me olvida quitármelo,” dice Maria Jesús.
“Los primeros días después de ponerme el audífono estaba un poco cansada y tuve dolores de cabeza, pero era normal porque no estaba acostumbrada a escuchar tantos sonidos. Todo mejoró rápidamente. No tenía que pedir a la gente que repitiera lo que acababa de decir y podía participar en las conversaciones”, cuenta Maria Jesús.
La familia de Maria Jesús notó un gran cambio gracias al audífono. Había recuperado su vida normal y su vida social, y el volumen de la televisión volvía a ser normal.
Fácil de usar
“Mi audífono es muy cómodo y fácil de usar,” explica Maria Jesús. “Tengo cuidado con él y siempre llevo pilas de repuesto. Si me encuentro con un ruido molesto, puedo controlarlo bajando el volumen de mi audífono.”
Su marido toca en una banda local, y únicamente hay un instrumento musical que le da problemas. “Cuando el amigo de mi marido toca el acordeón, hace interferencias con mi audífono. Pero todo lo que tengo que hacer es bajar el volumen. Es tan sencillo como eso,” explica.
Gracias a su audífono Maria Jesús ha recuperado su calidad de vida. Disfruta haciendo ganchillo, estando con su grupo de amigos y cocinando para todos ellos en las fiestas. Es la fotógrafa amateur del grupo y hace miles de fotos. Una vez al año, si puede, va a la procesión de la Virgen de las Nieves.
Sin complejos
“Ninguno de mis amigos ha notado que llevo un audífono. Solo se dan cuenta cuando cambio la pila. Llevar el audífono no me supone ningún complejo,” dice Maria Jesús.
“Recomiendo a otras personas que no se sientan avergonzadas por utilizar audífonos. Hoy en día, cada vez más gente usa audífonos. Si los necesitas te recomiendo enormemente que los uses porque mejorarán tu calidad de vida. Si una persona necesita gafas sería absurdo que no se las pusiera. Lo mismo ocurre con los audífonos.”
“Mi audífono es todo comodidad. Me sirve para oír sin esfuerzo y mejora mi estado de bienestar. Para mí, el audífono es todo ventajas.”
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