En España, más de un millón de personas con discapacidad auditiva siguen encontrando dificultades en su día a día
Asistir al médico, ir a un juicio o aprender en el colegio son situaciones básicas para todos. Sin los recursos técnicos adecuados la rutina para la comunidad sorda puede convertirse en una batalla diaria debido a los obstáculos que desde el resto de la sociedad se les impone. Por este motivo, la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE) quiere aprovechar el Día Internacional dedicado a este colectivo para reivindicar un acceso a la información y a la comunicación completa.
La CNSE es la entidad más antigua de discapacidad en España. Hoy cumple 75 años de batalla en los que han conseguido logros como, por ejemplo, hacer posible que las personas sordas puedan conducir su propio coche -algo prohibido en nuestro país durante los años 60-. Concha la presidenta de la Confederación explica a través de una intérprete que un éxito sin precedentes tuvo lugar en el 2007 cuando la legislación reconoció la lengua de signos castellana y la lengua de signos catalana con la aprobación de la Ley 27/2007 de 23 de octubre: "En este momento se produjo un cambio en la vida de las personas sordas, pasamos de vivir de favores a tener derechos".
Sin embargo, la aplicación real de esta medida presenta deficiencias. Una muestra de ello es que las personas sordas, dependiendo de la comunidad autónoma en la que se encuentren, no tienen acceso al teléfono de emergencia 112. Las mujeres sordas que viven una situación de violencia de género tampoco pueden llamar al 016 por no estar adaptado a sus necesidades específicas.
La crisis económica y los recortes que se derivan de ella según Concha "suponen un gran riesgo" porque afectan a ámbitos como la educación y en el caso de las personas sordas, "se acentúan muchísimo más, los intérpretes que trabajan en los institutos cuentan con un horario muy limitado".
La enseñanza para las personas sordas se imparte desde la inclusión, lo que implica que en la misma clase haya alumnos oyentes y sordos. El aspecto más importante reside en la metodología educativa que se utilice para los niños sordos. Concha destaca que: "En la mayoría de los centros educativos inclusivos priorizan el monolingüismo, con lo cual, no utilizan la lengua de signos castellana. Por ello, estamos reivindicando que la ley garantice la libertad educativa para que los padres puedan elegir la modalidad, y que no dependa de la ciudad en la que viva el niño si este puede acceder o no a una educación con lengua de signos o con docentes sordos".
Solo 10 colegios en nuestro país imparten educación integrada y bilingüe -la lengua de signos en primer lugar, y en segundo el castellano escrito y oral, preferentemente escrito-, según los datos facilitados por la Confederación. Nieves, profesora sorda que trabaja en el Colegio Público de Educación Infantil y Primaria de Granada, nos detalla a través de una intérprete que "el aprendizaje lingüístico que hace un niño sordo es el mismo que sigue un niño español que tiene como lengua materna el castellano oral y escrito, y decide aprender inglés en Inglaterra".
En colegios como el de Nieves durante los cursos de infantil y primaria de acuerdo a criterios de edad se admite únicamente a un niño sordo por clase. En este periodo de formación la figura del maestro sordo resulta fundamental. Éste será el encargado de sentarse con el niño o la niña con discapacidad auditiva y de explicarle la lección que el profesor oyente imparte para todos. Los libros de las distintas asignaturas son iguales para unos y otros, la especificidad reside en que el niño sordo recibe la explicación del profesor sordo, va memorizándola por medio de la lengua de signos, y luego a través de la lectura de los materiales de cada materia termina de comprender del todo los contenidos.
Una integración que incluso en estos colegios sufre limitaciones ya que el niño sordo no puede relacionarse con facilidad con el resto de alumnos oyentes ni con el profesor oyente porque en muchos casos ninguno de ellos conoce la lengua de signos castellana.
Nieves explica que desde los órganos de dirección de los colegios se está intentando que esto cambie, ya que además una posible asignatura de lengua de signos castellana podría enriquecer mucho los conceptos para los alumnos oyentes en edades tempranas. En la secundaria, bachillerato y en la universidad, los jóvenes sordos siguen la clase gracias a un intérprete, cuya disponibilidad también es limitada.
Esta es una lucha que cumple años y que va avanzando poco a poco con el trabajo y la reivindicación continúa. Nieves insta a los políticos de cara a las elecciones del 20 N a "no olvidar a los niños y niñas sordas que quieren aprender y no pueden esperar".
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