jueves, 19 de mayo de 2011

una historia.... una carta .... una enseñanza...... UNA Carta a Aurelia


Este curso cumplirás cuatro años. Ríes, corres y en ocasiones incluso bailas. Cuando nos acercamos a tí, nos hablas con tus manitas ligeras, nos encantas. Te hablamos y el diálogo se inicia, algo encasquillado, algo lento, pero no importa, estamos en el buen camino y solo hay que continuar.
Ya hace tres años que comprendimos que todas las palabras, los cuentos, las canciones, las nanas no te llegaban a través del oído. Quizás pudiste comprender así la tranquilidad de las tardes o el placer de un juego, tal vez tu mirada inquieta pudo captar nuestras expresiones y el mundo alrededor mejor que nosotros. Pero entonces pensábamos tristemente que nunca oirías el roce de las hojas al viento ni el alegre canto de los pájaros que se nos acercaban. No comprendíamos que pudiera ser imposible oír: ¿quedaba algo?, ¿existían algunos ruidos, que traducidos de alguna forma te pudieran llegar? Y además era tan injusto. ¿Por qué a tí, que ya eras frágil y endeble en un camino difícil?
¿Qué hacer? Los pediatras que consultamos apenas sabían nada de la sordera y los laboratorios a los que nos mandaban tenían un algo de demasiado científico, algo demasiado lejano a la sensibilidad con sus aparatos enormes y misteriosos, que irremediablemente decían: sí, eres sorda, no hay ninguna duda.
Pero, qué es un sordo? No conocíamos, ni nunca habíamos encontrado a ninguno. Un sordo, nos aseguraron en las primeras escuelas, puede y debe hablar. Hay que enseñarle pacientemente. Y nosotros nos precipitamos con la cabeza baja en un mar de trampas. Todavía rechazábamos un poco tu sordera, quizás también dudábamos. Esperábamos, en cierto modo cobardemente, que tú podrías hablar como nosotros, tú que eres sorda profunda, tú que no oyes ni distingues más que los sonidos muy graves.
Sois vosotros los especialistas, los brillantes manipuladores de aparatos extraordinarios, quienes, antes que nada, deberíais observar atentamente a los sordos, comprender su mundo de silencio; quienes deberíais acercaros a esos padres perdidos y desconcertados que éramos; quienes deberíais decir que un niño sordo profundo no podrá jamás, salvo raras excepciones, articular correctamente, ni hacerse comprender bien. Sois vosotros logopedas y todos los miembros de la enseñanza especializada los que deberíais explicar que a un niño sordo no le basta nuestra lengua oral para satisfacer su legítimo apetito de conocimiento y de vida.
Sois vosotros los que deberíais decir: sí, hoy ya lo sabemos, hay otra lengua, una lengua natural de los sordos: La Lengua de Signos. Deberíais explicar que esta lengua permite decir todo lo que puede ser dicho, que expresa todos los matices, todos los matices posibles de la vida.
¿Qué queda en el fondo de tu memoria de ese pasado de sorda ignorada? Tus dramas, tus rabietas, tus rechazos a la comida, tus zalamerías interminables, tus despertares en llanto, tu necesidad de contacto físico? Este pasado que viviste ya lo has rechazado durante un tiempo: hace algunos meses no querías reconocerte bebé en una foto o en una película, no querías reconocer que habías mamado como Aida, que habías llevado pañales. Rehusabas totalmente tu joven pasado.
Ahora con los signos, con las explicaciones que podemos darte, te remontas poco a poco en el tiempo, restableces la continuidad en tu vida, aceptas haber sido bebé y aceptas también que ese pasado fue difícil. Felizmente, a los consejos de educación severa («hay que dejarles llorar, no hay que ceder a sus caprichos») opusimos una cierta indulgencia; felizmente has tenido el tiempo que se puede dedicar al primer hijo.
Hoy tu universo es bien distinto, y sin borrar estos malos recuerdos, reencuentras el nivel de un niño «normal» en su comunicación. Y nosotros, que ignorábamos como establecer una relación inteligible contigo, nos hemos convertido en padres completos. Sin duda tu también has descubierto a un padre y a una madre con los signos: tienes una relación de comunicación especial con nosotros, esta relación existe y siguiendo la experiencia de numerosos sordos adultos, privados de relaciones «orales» ricas en el seno de su familia, ahora podemos abordar todos los temas imaginables.
Durante largo tiempo has dudado en decantarte definitivamente por el mundo de los sordos: ibas a una guardería oyente donde François, Olivier, Cathérine y otros se convirtieron en buenos amiguitos tuyos. Ibas a la escuela de sordos donde nunca estableciste relaciones privilegiadas de amistad. No te gustaba demasiado, y al final te disgustaba, ir a esa escuela. Preferías la guardería. Para que aprendieras los signos, Nasser, un joven sordo adulto, venía a casa a comunicar y a jugar contigo. Te gustaba y registrabas todos los signos nuevos que aparecían en el transcurso del juego. Únicamente faltaba el gran salto adelante: Debías admitir tu sordera y sobre todo tenías que poder asimilarte a un mundo de sordos adultos. Nasser te repetía a menudo que tu eras sorda, como él, que ni uno ni otro oíais. Sin embargo tu te afianzabas en el mundo de los oyentes. Por primera vez tenías que decidirte por uno de los dos bandos. Hasta ese momento los conocías y los tratabas sin discriminación. Finalmente un día admitiste que como Nasser, tú eres sorda. Admitiste también que papá, mamá y Aida oyen. Has admitido la diferencia, has comprendido que toda tu vida serás sorda. Terminó la duda que la escuela y nosotros mismos mantuvimos anteriormente.

Desde ahora tu sordera es una parte de tí misma que debes asumir, defender y hacer respetar. Este instante importante nos deja un recuerdo feliz. Desde ahora, actuarás en pleno acuerdo con nosotros, tu percepción del mundo pasará por tu condición de sorda sin ambivalencias.
Pasó el tiempo y los signos se multiplicaron: Nosotros íbamos a clase a Vincennes y nuestra cosecha semanal te aprovechaba inmediatamente. Necesitabas muy poco tiempo para asimilarlo todo! Tenías hambre de lenguaje, un hambre enorme y natural y por fin te pudimos dar los nombres de las cosas, algunos conceptos (¡que conquista alcanzar tan rápidamente lo abstracto!) y sobre todo el nombre de las personas, los nuestros, los de los abuelos, abuelas y amigos. Antes te enseñábamos fotos, nos sumergíamos en largas explicaciones para señalarte una persona, y ahora solo hacia falta un signo! Qué alivio, qué simplicidad, qué entrada en el diálogo pues debemos confesar que antes, por pereza abadonábamos la explicación de lo que iba a ocurrir, de dónde iríamos...
Has vivido tus tres primeros años ignorante de lo que sucedería después, te sentías desplazada, embarcada, recibida, sin poder prever la situación. Y en ese caso ¿Por qué vestirse? ¿Por qué apresurarse? ¿Por qué no hacer una rabieta?
Hoy se trata de hacer un balance de lo que la lengua de signos ofrece a los niños sordos. O mejor que hablar del presente positivo hay que volver al pasado, a los momentos difíciles, a la epoca de oralismo exclusivo, a las palabras de comunicación imposible y de imposible comprensión. Hoy es cuando todo es perfectamente natural: no tenemos un conocimiento total de la lengua de signos pero podemos utilizarla con normalidad y tú, tu escoges entre los que se te proponen, primero los de mamá, luego los de María Teresa, la amiga sorda que tantas historias te ha contado. Esas historias que temíamos no poder contarte jamás. Esos cuentos que te sabes de memoria y constantemente pides. Como todos los niños tienes a tu alcance los maravillosos cuentos de hadas y como ellos los disfrutas y reclamas.
Con un simple error de orientación, con una falta de voluntad, con una debilidad de comportamiento todavía estaríamos diciendo palabras imposibles entre dramas y rabietas. ¿Qué padre, qué madre hay que ser para impedir a un hijo sordo la «comunicación normal»? Y qué orejeras hay que llevar para no asociar logopedia y lengua de signos! De qué, de quién tienen miedo los que pretenden el oralismo? Por qué rompen toda esperanza de vida adulta respetable a estos niños llenos de vida y de dinamismo, muy a menudo de inteligencia y siempre grandes observadores? Es que el ser sordo significa ser más bajo que los demás, más tonto, más limitado? o es que es más fácil para los oyentes ponerse por encima de los sordos?
El aprendizaje de la Lengua de Signos no es difícil, ofrece incluso el interés de un idioma raro y de la expresión lingüística a través del cuerpo: todos nuestros amigos oyentes han querido aprender algunos signos, han sentido el placer de reproducirlos contigo, Aurelia. Desde hace seis meses aprendemos regularmente la Lengua de Signos en Vincennes. Y con amigos sordos que tenemos en París o en el campo. de este modo hemos adquirido un vocabulario básico suficiente. Somos perfectamente conscientes de que nos expresamos en francés signado, mientras que tú ya empleas la sintaxis natural de los sordos. ¿Podremos nosotros un día hablar perfectamente la Lengua de Signos? No lo creemos, pero nuestro papel es también el de enseñarte el francés, nuestra lengua en la que ya haces buenos progresos. Ahora ya comprendes el interés que tiene «hablar» porque podemos explicarte las mil situaciones futuras que requerirán la lengua oral. También porque uno de tus amigos, Olivier, aprende la lengua de signos para comunicarse contigo, tu también tienes que aprender a hablar para hacerte entender mejor.
Para hablar con tu voz, comienzas a hablar con tu logopeda, la Sra. Borel-Maisonny. Dibujos, ensamblaje de letras, percepción directa, referencias al objeto y sistema gestual elaborado: nuestra palabras de oyente adquieren un sentido, se diferencian y se ensamblan. Después de un inicio difícil y tenso, disfrutas de estas sesiones porque has comprendido su interés. De igual modo con las repeticiones en casa con mamá, que antes eran tan laboriosas. Este aprendizaje, necesariamente largo debe ser adquirido en una escuela, con especialistas, con logopedas. Pero hace falta que estos especialistas acepten comunicarse con los niños, con sus padres y con los sordos. Que conozcan lo suficiente de la lengua de signos para expresarse y comprenderlos habitualmente. Que acepten a los sordos a su lado y al mismo nivel. Que una enseñanza- digna de este nombre - exista en estas escuelas y que sea dada por sordos en lengua de signos, que la geografía, la historia, las ciencias no sean únicamente descifrar, sino materias interesantes en las que se pueda aprender, interesarse, discutir. Que las disciplinas artísticas estén ampliamente representadas para que los sordos encuentren en ellas los fundamentos de su cultura y descubran a través del arte y del cuerpo su pasado y su vida.
Aurelia, todavía tenemos que aprender muchas cosas, que comprender mirándote vivir. Respetaremos tu mundo de silencio e intentaremos imponer lo menos posible nuestras soluciones de oyentes. Queremos que la sociedad te pueda ofrecer una escuela que prepare a los sordos a una vida adulta digna. Deseamos que pueda triunfar rápidamente este movimiento de reconquista de los signos. Nos adherimos y participamos plenamente en él. Estamos seguros de su profunda legitimidad, de su buena inteligencia y sobre todo de los valores que podrá revelar en el seno de esta minoría largo tiempo olvidada.



Alaine y Cathérine Maigre-Touchet
Aparecido en la revista Coup d Oeil nº17-18. Paris

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