jueves, 19 de mayo de 2011
Integración de Sordos a la Educación Común en Chile ¿Crónica de una Muerte Anunciada?
Integración de Sordos a la Educación Común en Chile
¿Crónica de una Muerte Anunciada?
Por Victor Castillo Martínez
Mucho se ha hablado sobre las ventajas de la integración de las personas discapacitadas al sistema común de enseñanza. No se puede negar que ello es cierto, siempre y cuando se cumplan una serie de requisitos para el éxito de la integración.
En esta oportunidad quiero referirme a los intentos de integrar a jóvenes sordos a la Enseñanza Media en Chile.
En los dos últimos años, el Gobierno de Chile está empeñado en integrar a todos los discapacitados al sistema de educación común, omitiendo considerar aspectos fundamentales para el pleno éxito de ese objetivo. Las autoridades se amparan en la igualdad de oportunidades, educación e integración para todos, pero extraoficialmente se ha comentado que la razón es otra y de tipo económico, ya que la educación especial resulta demasiado onerosa de mantener, pues un solo alumno con necesidades educativas especiales le significa al Estado un desembolso aproximado de $ 100.000 mensuales; de ahí el objetivo encubierto de la integración, ya que los costos se rebajarían a más del 50%. Obviamente, el Gobierno lo niega terminantemente, sin embargo es un secreto a voces entre la comunidad de la educación diferencial.
Con respecto a la integración de jóvenes sordos a la Educación Media común, equivalente a estudios secundarios, últimamente y con el patrocinio de las autoridades se está procediendo a la integración indiscriminada, presentándolo ante los ojos de la opinión pública como un "proyecto novedoso e innovador" que ha significado un logro importante o un éxito pleno.
Sin embargo, lo anterior dista mucho de la realidad por cuanto el sistema educacional chileno común no está preparado para una plena integración de alumnos sordos. En efecto, es sabido, y así lo demuestran estudios internacionales sobre la materia, que para lograr la integración exitosa de un sordo a la educación común se deben considerar los siguientes factores:
El alumno debe poseer un elevado coeficiente intelectual
Poseer buena lectura labio facial
Ser capaz de realizar lectura en forma comprensiva
Poseer un desarrollo aceptable del aspecto cognitivo
cierto grado de independencia e iniciativa
Poseer cObviamente, el alumno que no reúne las condiciones descritas no se encuentra apto para integrarse a la educación común, donde debe interactuar con un grupo aproximado de 40 alumnos oyentes. Además, los docentes, al no estar interiorizados de las necesidades educativas especiales que requiere un alumno sordo, no saben como enfrentar el problema, siendo el resultado un fracaso escolar.
Lo anterior es una variable que se viene dando a nivel mundial, y Chile, un país muy atrasado en materia de educación e integración del sordo, no puede ser una excepción a la regla. Si a esto sumamos el hecho de que los planes o proyectos de integración, como es costumbre, son elaborados por personas oyentes y desde el punto de vista oyente, sin considerar para nada la opinión de especialistas sordos o expertos en la materia, es lógico que el resultado, pese a las buenas intenciones, en la práctica se traduzcan en el más completo fracaso.
Resulta preocupante la indolencia y negativa de las autoridades a comprender lo ya enunciado anteriormente y corregir los errores señalados, insistiendo en proyectos que, más que favorecer a los jóvenes sordos, sólo tienden a provocar un daño y crear un estado de frustración.
Al señalar que el enfoque incorrecto de la integración de sordos a la educación común les provoca un estado de frustración, me refiero al hecho de que constituye una integración forzada, se crean falsas expectativas entre los padres y los mismos alumnos, y arroja a los jóvenes sordos a un mundo desconocido para ellos, muchas veces sin la más mínima preparación, donde se sienten excluidos e incapaces de interactuar con el ambiente que los rodea, obteniendo, por lo general, muy bajas calificaciones y nulos avances en materia escolar.
En mi contacto con un grupo de jóvenes sordos recientemente integrados a la Educación Media común, la mayoría de los cuales no cumplen con los requisitos mínimos necesarios para una buena integración y además son usuarios del lenguaje de señas, éstos me han manifestado que los profesores se pasean por la sala dictando la materia, siéndoles imposible comprender lo que se trata en clase; deben interactuar con un grupo numeroso de alumnos oyentes; conseguir un cuaderno con la materia tratada, copiarla y que no entienden nada por tratarse de temas complejos de carácter abstracto (recordemos que el sordo tiene severos trastornos de comprensión de contenidos abstractos); la comunicación con el docente les resulta difícil e incomprensible, y, por último, a pesar de contar con el apoyo de un docente diferencial, fuera del horario de clases, éste sólo les explica la materia en forma resumida y con apoyo del lenguaje de señas, lo que también les resulta insuficiente.
Además de lo anterior, los mismos alumnos sordos integrados reconocen que se encuentran en un medio hostil no por voluntad propia, sino porque así lo exigen sus padres, los que, a su vez, han sido fuertemente concientizados e influenciados por profesores y autoridades que participan de ese proyecto. A todas luces se trata de una integración forzada, donde lo único que vale es el éxito pleno de la experiencia, sin importar los medios, y no se considera la opinión, sentimientos y estado emocional del alumno al que se pretende favorecer.
A lo largo de mi carrera docente también he sido testigo de numerosos fracasos escolares de jóvenes sordos integrados a la Educación Básica y Media común, sólo en la Región de Valparaíso, Chile. De ellos, muchos cumplían todos los requisitos para una integración exitosa, pero aún así no fueron capaces de adaptarse a las exigencias del sistema educacional común, finalizando invariablemente sus estudios en un establecimiento de educación de sordos que cuenta con Educación Básica y Media, impartida por profesores oyentes capacitados en el uso del lenguaje de señas, utilizando de preferencia el sistema de comunicación bilingüe. Gracias a ello, muchos jóvenes sordos pudieron terminar sus estudios secundarios, integrándose posteriormente al mundo laboral o continuando estudios en institutos profesionales.
Para concluir, a la luz de los porfiados hechos, resulta claro que los actuales proyectos de integración de jóvenes sordos a la Educación Media común en Chile, que no consideren los requisitos mínimos que debe cumplir una persona sorda para su integración y no incluyan en su elaboración la valiosa participación de los profesores sordos o especialistas en la materia, se encuentran destinados al más completo de los fracasos. Se trata de un proceso que ya está muerto antes de nacer.
Sería importante considerar la inclusión de materias sobre discapacidad en la malla curricular de las carreras de Pedagogía en Educación que imparten las casas de estudios superiores, como una forma de entregar un mínimo de preparación a los futuros docentes para que puedan desarrollar un mejor trabajo en caso de que se integre un alumno con necesidades educativas especiales a su curso. Esto subsanaría en gran parte el total desconocimiento que los actuales docentes tienen sobre la materia y es una de las causas principales del fracaso de la integración escolar.
En lo que se refiere al tema de la sordera, los futuros profesionales de la educación deberían recibir un curso obligatorio de lenguaje de señas y psicología del sordo, ya que sólo así contarán con las herramientas necesarias para el pleno logro de los objetivos que persigue la integración.
Se debe considerar también que, aunque existan jóvenes sordos que cumplan todos los requisitos para una plena integración al sistema educacional común, siempre existirán muchos que no podrán adaptarse a esas exigencias y ello nos plantea la siguiente interrogante: ¿qué hacer o qué ofrecer como alternativa en este caso?
La respuesta es una sola, considerando el fracaso escolar, la dasadaptación social, la frustración, el daño emocional y los nulos avances pedagógicos: la creación de establecimientos educacionales para sordos que impartan Educación Básica y Media Común, con profesores capacitados en el uso del lenguaje de señas, donde las materias sean impartidas a través del sistema bilingüe, en un ambiente apropiado, donde los alumnos se sientan cómodos, respetados, puedan comprender los contenidos entregados, participar y compartir con sus pares a través de su lengua natural y su propio medio sociocultural.
La propuesta ya está presentada, ahora sólo compete a las autoridades educacionales asumir el desafío y enmendar los errores que impiden una verdadera integración del sordo a la educación común.
ierto grado de independencia e iniciativa
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