lunes, 28 de mayo de 2012

40 años contra las barreras

La asociación de personas sordas de Álava, Arabako Gorrak, está de cumpleaños. pero al margen de las celebraciones, queda mucho por reivindicar Las cosas han cambiado a todos los niveles durante los últimos 40 años, los que acaba de cumplir la Asociación de Personas Sordas de Álava. Sin embargo, las barreras de comunicación que sufre este colectivo en su día a día siguen siendo una realidad incontestable. Las reivindicaciones no se agotan para Arabako Gorrak pese a los avances logrados en este tiempo, todo lo contrario. Por culpa de la omnipresente crisis y los recortes institucionales, las necesidades crecen y los recursos escasean. Pese a todo, el desánimo no cunde entre sus asociados. "Nos da muchísimo orgullo haber llegado hasta aquí. Al principio esto era una piña, una pequeña familia, donde todos intentaban echar una mano. Ahora es muy distinto, tenemos profesionales y podemos ofrecer diferentes servicios", remarca Blanca Martínez de Icaya, presidenta de Arabako Gorrak. Ainitze Laskurain ejerce de interprete, de puente de comunicación en la conversación de Blanca con DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA. También con Jokin Freire, vicepresidente del colectivo. "Debemos seguir hacia adelante, como sea, a pesar de la crisis. Nunca retroceder", anima Jokin. Al igual que a todos los colectivos sin ánimo de lucro de la provincia, la coyuntura económica comienza a pesar como una losa. "A ver cómo nos podemos mantener tal y como está todo", asegura. Blanca, Laura, Ainitze, Jokin, Nandaz y Zuriñe formando el número 40 en lengua de signos. (José Ramón Gómez) El servicio de intérpretes que Arabako Gorrak pone a disposición de las personas sordas es una de las bases fundamentales sobre las que se apoya el trabajo del colectivo. Al margen de Ainitze y una coordinadora, la asociación cuenta ahora con una joven en prácticas. La necesidad apremia, porque aunque los asociados sólo llegan a 100 en el territorio, las personas sordas son muchas más. Zuriñe Aguirregabiria, trabajadora social de Arabako Gorrak, pone voz a esta fundamental labor. "El intérprete tiene que cubrir todo tipo de servicios y gestiones personales cuando acompaña a una persona sorda. Ir a una tienda a comprar algo, hablar con el abogado, ir al banco o comunicarse con las instituciones. Pero con lo que hay, no se puede cubrir todo Álava", advierte Zuriñe, que en este proceso ejerce la labor de acompañamiento a los afectados. "Nunca llega. A veces hay que rechazar servicios porque no es posible", añade Jokin. La Diputación y el Ayuntamiento ponen a disposición del colectivo una intérprete durante ocho horas al día para cubrir todas estas necesidades, un capital humano totalmente insuficiente. "Es difícil de cuantificar cuántos harían falta, pero las instituciones deberían implicarse más", insiste Zuriñe. Al menos, articulando un servicio de intérpretes para facilitar la comunicación del colectivo con la Administración. "Nos complicamos la vida y al final son necesidades mínimas, que no cuestan tanto", remacha la trabajadora social. Eliminar las barreras de comunicación de las personas sordas es, sin lugar a dudas, la principal batalla del colectivo. Para avanzar en este objetivo, el convenio institucional que les permite contar con la intérprete debe tener continuidad, sí o sí, o incluso ampliarse. No pasó lo mismo con otras ayudas institucionales que han ido desapareciendo al calor de los ajustes. Otro de los servicios imprescindibles para Arabako Gorrak, los cursos de comunicación básica en lengua de signos, sigue ofreciéndose pero en muy distintas condiciones que hace apenas tres años. El colectivo se vio entonces en la obligación de cerrar un centro de formación ubicado en la calle Portal del Rey que permaneció abierto durante siete años tras la ruptura de un convenio con el Ayuntamiento de Gasteiz que cubría el alquiler del local. El colectivo llegó a contar con 150 alumnos y cuatro profesores "por la gran demanda que había", según recuerda Jokin. Ahora, las clases se dan en los propios locales de la asociación y un solo profesor se encarga de todos los alumnos, unos 60 repartidos en tres niveles, y que en gran medida trabajan en los ámbitos educativo y social. El precio que los alumnos pagan por los cursos permiten seguir ofreciendo el servicio. Que el conocimiento de la lengua de signos se extienda entre las personas oyentes es otra manera perfecta de seguir rompiendo las barreras. "Está reconocida oficialmente como un idioma y por eso debería difundirse más", anhela Zuriñe. No han sido éstos los únicos recortes. Muchos proyectos presentados por el colectivo ante las instituciones para conseguir financiación se han quedado por el camino y también se han reducido "año tras año" convenios como el que mantienen con la Diputación para sufragar el sueldo de la trabajadora social. "No son caprichos, sino necesidades básicas", recuerda Jokin. Otra necesidad, más bien un derecho, el del acceso al empleo en igualdad de condiciones como cualquier otra persona, también ha comenzado a verse comprometido en los últimos tiempos. La crisis, otra vez, la responsable. Pese a que Arabako Gorrak cuenta con un servicio de empleo para personas sordas gracias a un acuerdo con el ente foral, que también incluye la necesaria formación, las estrecheces del mercado laboral se han cebado todavía más con este colectivo. "Tenemos este servicio tan importante y paradójicamente ahora es cuando más personas sordas están en paro", lamenta Blanca. "Hay mucha demanda de empleo, pero la oferta ha bajado muchísimo. El problema es que las empresas buscan un perfil diferente, y el nuestro no da para ellas", asume Jokin. Y eso que, con el tiempo, la educación de las personas sordas ha ganado muchísimos enteros. Mayores La situación de las personas mayores también preocupa al colectivo. "Aparte de las necesidades propias de su edad, muchas veces se ven solos, aislados, en sus casas o las residencias", apunta Zuriñe. Para más inri, la mayoría de los talleres y las actividades que se ofertan en los centros cívicos o socioculturales resultan inaccesibles para ellas. "Los jóvenes con las nuevas tecnologías pueden buscarse un poco mejor la vida", añade la trabajadora social. A pesar de los impedimentos, Jokin y Blanca miran al futuro con un moderado optimismo. "Siempre hay problemas, pero nos tenemos que mantener positivos y pensar que habrá una solución", anima la presidenta, la primera del colectivo en sus 40 años de historia. Su mano derecha, por su parte, anima a la población a abrirse un poco más al colectivo para ayudarles a derribar esas barreras. "Siempre estamos esforzándonos muchísimo para poder comunicarnos. Hay gente que sí está concienciada, pero falta muchísimo más", reconoce el vicepresidente. http://www.noticiasdealava.com - vitoria, carlos mtz. orduna

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