Recorrer medio mundo para integrarse en un país y en una cultura totalmente nuevos podría parecer...
OTTAWA, Canadá, 29 de septiembre (ACNUR) – Recorrer medio mundo para integrarse en un país y en una cultura totalmente nuevos podría parecer una empresa abrumadora para una joven refugiada sorda procedente de Bhután. Sin embargo, Pabi Rizal dice que es lo mejor que le ha ocurrido en la vida. Puede expresarse en el lengua de signos británico y estadounidense, que ha aprendido en solo tres meses después de que ella, sus padres y dos hermanos sordos llegaran a la capital del Canadá hace algo más de dos años, cuando ella tenía 18 años. "Creo que los refugiados sordos, salvo oír, pueden hacer todo lo que hacen las personas con audición normal", explica con la ayuda de un intérprete del lengua de signos en su aula de instrucción lingüística para las personas recién llegadas al Canadá, en la Escuela de Adultos St. Joseph de Ottawa. Visiblemente entusiasmada por esta oportunidad de ser entrevistada por el ACNUR, se manifiesta eufórica y extrovertida, aunque su rostro se ensombrece al recordar a los amigos refugiados que se han quedado en el campamento de Beldangi, en Nepal oriental. Tras pasar 17 años en un campamento de refugiados de cabañas con tejado de paja –sus padres huyeron de Bhután al poco tiempo de nacer ella– Pabi se sentía enormemente impresionada por cosas que seguramente la mayoría de los canadienses dan por supuestas. "¡Es estupendo! Hay electricidad en todas partes y en todo momento", comenta Pabi, y se le iluminan los ojos al pensar que puede estudiar por la noche y utilizar el ordenador siempre que le apetezca. "Aquí, en la escuela, siempre me sorprendo cada vez que parpadea la alarma de incendios", añade. Asombrada al principio por la avanzada tecnología de las ayudas visuales al aprendizaje que se emplean en su nueva escuela, Pabi aprendió en muy poco tiempo a usar las vídeollamadas y ahora utiliza Skype para enseñar a otros refugiados de Bhután que residen en otros países. Le encanta explicar cómo maneja el equipo en clase y su entusiasmo inspira a los visitantes igual que la electricidad ilumina el nuevo mundo de Pabi. Pabi y su familia son algunos de los 5.000 refugiados butaneses procedentes de los campamentos de Nepal llegados al Canadá en el contexto de un programa quinquenal de reasentamiento que comenzó en el año 2007. Más de 50.000 refugiados han salido ya de los campamentos de Nepal con destino a ocho países diferentes en el marco de uno de los mayores programas de reasentamiento del mundo. Contrariamente a la percepción del público, el lengua de signos estadounidense es muy distinto del británico, así que Pabi tuvo que aprender dos nuevas técnicas cuando llegó al Canadá. Pero en solo tres meses había adquirido una preparación suficiente para conseguir un empleo como encargada de almacén en unos grandes almacenes situados a las afueras de Ottawa. Está muy agradecida por la oportunidad que se le ha ofrecido de estudiar por la mañana y trabajar por la tarde y ha solicitado el ingreso en la Belleville School para sordos con la esperanza de llegar a ser profesora y enseñar a otras personas con problemas de audición. Pabi se imagina residiendo en el futuro en este hospitalario país norteamericano. "Quiero quedarme en el Canadá", dice. "El Canadá nos ha dado a mí y a mi familia empoderamiento y nos ha tratado con igualdad y respeto". Gisèle Nyembwe, Ottawa, Canadá
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