viernes, 14 de octubre de 2011

Vivencias, experiencias y anécdotas personales II

Es muy curioso que “se juegue a las adivinanzas” con personas que no vemos ni oímos. Pero sobretodo en los pueblos rurales, y en personas mayores, se da este hecho frecuentemente. A mí al principio me parecía una broma de muy mal gusto que varias personas –y siempre o casi siempre de la misma familia- fueran desfilando de una en una dándome la mano, tocándome una oreja, la barbilla, y formulando una pregunta, que muchas veces la hacían imitando otra voz que no fuera la suya: ¿me conoces? Si yo respondo que sí, me vuelven a decir: ¿quién soy? “Fulano” –le digo yo-, y en ocasiones, fulano me niega su identidad, haciendo voces extrañas. Si sigo en mis trece diciendo que sí es fulano, suelen decirme que cómo lo sé, sin ver ni oír.

Una persona sordociega ha de responder tal cual, sin ambajes, y hemos de decir exactamente la forma por la que conocemos a alguien: ”por tu olor corporal”, “porque siempre me haces el mismo saludo”, “porque te conozco por las manos, la figura, lo que sea”. Obviamente no podemos decir que conocemos a alguien porque lo hemos visto, si somos ciegos totales, o porque lo hemos oído si oímos poquísimo o nada, eso nos deja en ridículo ante el que se presenta.

Pero volviendo al tema del juego de adivinanzas, ciertamente no tiene razón de ser. Si la gente lo hace por diversión, es muy poca la que nos produce a nosotros, ya que en esos momentos lo que hacen es ponernos muy tensos. Si lo hacen por ingenuidad, una vez se puede admitir, y hasta reírse luego de la adivinación, pero se da el caso de que si la primera vez gusta, se vuelve a repetir. Es mucho mejor para todos presentarse con nuestra propia identidad, acabamos antes y todos nos sentimos mucho mejor. Una persona que convive frecuentemente con un sordociego, sea en un centro de educación, residencia etc., debe presentarse siempre y cada vez que se dirige a nosotros. Imaginemos que tenemos dos profesores llamados Juan. Si me dicen: soy Juan, nunca sabré qué Juan es, a no ser que tenga unas características por las que yo reconozca su identidad: la colonia que usa, que uno esté grueso y otro delgado, que sean más bajos o más altos.... Para evitar confusiones los sordociegos que conocen la lengua de signos usan signos identificativos, igual que cada persona tenemos un nombre propio y pronunciable, los sordos y sordociegos tenemos un segundo nombre o signo que se hace con las manos. El mío por ejemplo es el signo de la risa, que hago con los dos índices extendidos recorriendo en paralelo mis labios.

EMPLEO.
El acceso al empleo de los sordociegos es muy restringido. La mayor barrera es la comunicación, por lo que los empresarios rápidamente nos rechazan cuando saben que tenemos esta doble discapacidad. La formación en materia educativa y laboral para las personas sordociegas supone un gran reto que no todos logran alcanzar. Quienes tenemos la suerte de haber cursado estudios, por haber gozado de visión o audición durante los primeros años de nuestra vida, lo tenemos un poco más fácil a la hora de buscar empleo, pero quienes nacieron sordociegos, prácticamente es imposible que trabajen. La ONCE es, por el momento, la única entidad que ha proporcionado a nuestro colectivo un medio de ganarse su pan, bien en la venta del cupón, o bien en alguna de sus bibliotecas e imprentas, ya que nosotros por más que no vemos ni oímos sí tenemos dos manos y un cerebro bien desarrollado en la mayoría de los casos con los que podemos trabajar perfectamente si se nos forma bien.es más: un empleado sin limitaciones, se puede distraer en el trabajo: por el ruido del teléfono del jefe, porque oye pasos en el pasillo y está atento a la puerta, porque hay una mosca sobrevolando la mesa y la intenta atrapar.... Un sordociego todo eso no lo percibe, por lo que esta totalmente concentrado en su trabajo.

MI primer empleo, aunque dicho así resulte irrisorio, fue el de arreglar aves para un bar de cuenca. Se hacía aquí, en casa de una vecina. cuando me lo propuso me negué porque pensé que sería incapaz de arrancar una pluma a esos animalitos, ya que no sabía hacerlo ero además me parecía que me arrancaba yo un miembro de mi cuerpo. La mujer insistió y me dio todo lujo de explicaciones y acepté. Puedo definir aquellos 2 o 3 años como inolvidables. Sólo se hacía en temporada de caza menor, de octubre a febrero pero el dueño del bar LA PONDEROSA fue el primero que tuvo ocasión de comprobar que yo le dejaba las perdices y tórtolas mejor que algunas de mis compañeras con vista. Fue una pena que aquello terminara porque la ilusión de levantarme cada mañana para ir a reunirme con las demás y el tener las manos ocupadas y la mente distraída, además del sentirme útil, valieron la pena.

Las dos ocupaciones siguientes me las dio la ONCE como no podía ser de otra manera, ya que ha sido la única que se ha volcado en nosotros y siempre creyeron en nuestra capacidad de trabajo. Primero, al poco de acabar lo de las aves, me ofrecieron dar clases de Braille en mi agencia de la ONCE en cuenca. Otros 2 o 3 cursos (no lo recuerdo exactamente) en los que pude convivir día a día con afiliados y no afiliados a la entidad; pude enseñar lo que yo sabía, pude también ganarme unos dineros que obviamente me servían para mis caprichos personales, y, lo que es mejor, pude sentirme útil a la sociedad.

Luego me ofrecieron realizar copias de 11 libros que ya estaban deteriorados y tenía que pasarlos a limpio. Lo hacía con mi máquina de escribir en braill. Pero eso duró sólo unos 2 meses, ya que posteriormente, la ONCE lo hace en un momento, con escáneres e impresora braille, por lo que no les resultaba rentable tener empleados como yo que lo hiciera de forma manual. A partir de ahí, se acabó mi etapa laboral porque ya por más que lo intento no logro tener un trabajo. Me he apuntado actualmente a un proyecto de FUNDOSA por el que se negocia con otras empresas para que podamos realizar algún tipo de teletrabajo. Pero de momento todo está en etapa embrionaria.

La ONCE siempre ha luchado por emplear a sus afiliados dentro y fuera de su seno, por lo que pone todas las facilidades a aquellos empresarios u organismos que deseen darnos empleo. Por ejemplo les facilitarían a los afiliados si es necesario el material tecnológico para el desempeño laboral. Orientarían al empresario sobre como comunicar con nosotros, e incluso si fuera necesario, pondrían los medios para que un mediador estuviera con nosotros en los primeros días de nuestra contratación de manera que poco a poco el empresario y nosotros nos fuéramos adaptando a la situación. Aun así, es muy difícil hacerles creer en nosotros. Y para nosotros es muy duro ver cómo en cuanto decimos que somos sordociegos se nos niega un puesto de trabajo que ni siquiera saben si lo vamos a poder hacer bien o no. NO obstante, tendremos que ser nosotros mismos quienes luchemos y demostremos lo que somos capaces de lograr, nadie nos dará nada hecho, habrá que ir a por todas.

Por María Jesús Cañamares

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