miércoles, 6 de julio de 2011

Sistema educativo margina a niños con problemas de lenguaje en México


En el Distrito Federal existen 60 grupos especiales dentro de primarias regulares para atender a niños sordos


Amelia tiene 12 años y nunca ha asistido a la escuela. Desde los dos meses de edad, Gloria, su madre, detectó que algo andaba mal. Cuando cumplió ocho meses se dio cuenta que su hija era sorda. Desde entonces su única comunicación es por medio de señas, que la misma Amelia ha desarrollado. No sabe leer ni escribir, pero su familia y vecinos de la colonia Guerrero afirman que es "muy inteligente, lo aprende todo muy rápido. Si pudiera oír sería la más lista de la clase".

Como Amelia, la mayoría de los niños con deficiencias auditivas o del habla no tienen ninguna discapacidad intelectual o cognitiva, pero son pocos los que acceden al sistema educativo. Profesores e investigadores, aseguraron que uno de los mayores retos que enfrentan quienes tienen alguna limitación auditiva o del habla es "no tener las herramientas necesarias para evitar quedarse aislados y en silencio".

En México, 5.7 millones de personas viven con una discapacidad. De ellos, un millón 171 mil no pueden escuchar o comunicarse.

Con un promedio de escolaridad de apenas 4.8 grados, los menores discapacitados son quienes enfrentan las "peores condiciones educativas", afirmó Avelino Martínez, profesor de la Unidad de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER), con 28 años de experiencia en educación especial.

En el caso de los niños sordos, agregó, "si no tienen a su lado un profesor especializado y las herramientas pedagógicas necesarias para desarrollar su oralidad o la lengua de señas mexicana (LSM), difícilmente pueden avanzar en su formación".




En el Distrito Federal, indicó, existen 60 grupos especiales dentro de primarias regulares para atender a niños sordos o con problemas auditivos. "En este esquema les va mucho mejor, porque cuentan con un profesor especializado y un auxiliar educativo que apoya al grupo, pero se trata de un modelo que es la excepción y no la regla en el sistema educativo."

Francisco Bravo, maestro con más de 25 años de servicio y secretario general disidente de la sección 9 del Distrito Federal, que agrupa a 70 mil profesores de prescolar, primaria y educación especial, afirmó que los menores discapacitados "son los que enfrentan el mayor rezago escolar", pues a pesar de que cursan su educación primaria o secundaria, "son pocos los que tienen una atención realmente especializada".

Rezago académico

En la mayoría de las escuelas de educación básica, indicó, "en el mejor de los casos intentamos enseñarles lo elemental, pero es muy difícil lograr que alguien que no escucha y no puede hablar logre un proceso formativo al mismo ritmo y velocidad que los niños oyentes. Esto les genera enorme frustración, porque son tan inteligentes como cualquier otro alumno".

María Paz Berruecos, directora del Instituto Mexicano de la Audición y el Lenguaje (IMAL), organismo dedicado a la formación de expertos en este campo, afirmó que la atención de los niños sordos "no es un problema de salud. El sistema educativo no está preparado para recibir a niños con problemas de lenguaje ya sea por sordera o por cualquier otro factor".

Actualmente, agregó, los profesores de grupo no están capacitados para incentivar el desarrollo del lenguaje oral y escrito en menores con problemas auditivos. Explicó que con la aprobación de la Declaración de Salamanca, sobre niños con necesidades especiales, en 1994, en México emprendió la restructuración de la educación especial para aplicar un modelo de integración e inclusión, "pero sin recursos".

Se propició que un solo maestro atienda a alumnos con distintas discapacidades en un mismo salón, apuntó, cuando se trata de educación especial, "pero es mucho peor el destino de los niños sordos o con problemas de lenguaje en las aulas regulares. Están condenados al fracaso y a irse del sistema educativo sin ningún futuro".

Regina Martínez Casas, especialista en el estudio del lenguaje del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), destacó que el aprendizaje del español, al ser una lengua que asocia la grafía o letra con un sonido, representa un doble reto para el niño sordo y con problemas del habla.

"Los menores que no tienen un dominio adecuado del sistema oral tienen problemas para hacer una transferencia al sistema escrito, debido a que éste depende de la equivalencia en símbolos de la oralidad."

Sin embargo, destacó, ni en los niños oralizados ni en los que emplean la LMS "existe una referencia primaria que implica la representación de un sonido y su asociación con la palabra escrita. Por ese motivo enfrentan muchos problemas en su habilidad lectora".

Niños indígenas, en el olvido

Oliver Le Guen, profesor-investigador en lingüística antropológica del CIESAS, destacó que el sistema educativo nacional "no toma en cuenta la diversidad cultural y lingüística" de los pueblos originarios, y tampoco garantiza su inclusión plena en el sistema escolarizado, "mucho menos para quienes tienen problemas auditivos o de habla".

Frente a condiciones de marginación educativa, indicó que en comunidades de Yucatán y Quintana Roo "detectamos que menores y jóvenes indígenas mayas sordos han logrado desarrollar su propio lenguaje de señas".

Explicó que desde hace dos años realiza investigaciones junto con su colega Lorena Pool Balam, hablante de maya, en comunidades donde las familias con integrantes sordos "han tenido malas experiencias en el sistema educativo".

En estos casos lograron desarrollar una lengua de señas propia, porque "tienen un entorno idóneo, pues en las comunidades de origen maya se tiene una enorme capacidad de aceptación de la diversidad y en su comunicación oral se emplean muchos gestos, hay un código claro de comunicación, pero lo más importante es que no se discrimina a quienes no pueden escuchar o hablar".

En Chican, Yucatán, explicó, el entorno familiar fue muy importante, al igual que la posición que ocupan los niños sordos en su comunidad. Se buscará que desarrollen su propio lenguaje de señas para facilitar la comunicación y que pueda asumir sus responsabilidades.

Los menores que tienen a otros niños con quienes comunicarse también tienen más oportunidad de desarrollar un mecanismo de comunicación, situación contraria a lo que ocurre en las grandes ciudades, donde los niños sordos suelen estar más aislados y sin un entorno que incentive la creación de su propio lenguaje de señas.



Laura Poy Solano (La Jornada) / http://www.vanguardia.com.mx

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