domingo, 28 de octubre de 2012

Veo una voz. Viaje al Mundo de los Sordos

La Comunidad de Personas con Sordera conforma una minoría lingüística y sociocultural, y la Lengua de Signos es el elemento de cohesión en este grupo. La Lengua de Signos, como resultado de la interacción entre biología y cultura en el ser humano, representa una adaptación creativa a una limitación sensorial transformando los recursos existentes en potencial para la comunicación, desarrollando estrategias alternativas a través de una modalidad visual de comunicación. "Veo una Voz. Viaje al Mundo de los Sordos" (Editorial Anagrama), es un clásico imprescindible para el conocimiento de la Comunidad de Personas con DF Auditiva. Su edición en España supuso un antes y un después en la consideración de la Lengua de Signos Española como lengua natural de esta cultura y un paso definitivo para se reconociera oficialmente, años después, el derecho de estas personas a usarla, tanto a nivel educativo como a nivel social. En éste viaje, la hábil mano de Sacks nos interna en la realidad de aquellas personas que han nacido sin uno de los sentidos fundamentales para el conocimiento, para la articulación del lenguaje y del pensamiento. Podemos entender los estragos que han causado los «oralistas», los defensores del lenguaje oral frente al de signos, y conocer de la existencia de una comunidad que existió durante más de dos siglos en Martha’s Vineyard, Massachusetts, y en la que había una forma de sordera hereditaria, y todos aprendían a hablar por señas. Describe diversas realidades sobre el trato que han recibido en la historia las personas con sordera, siendo excluídos socialmente y “caídos en la batalla de la comunicación personal con los demás”. "Para el autor, la lengua de signos no es una mera traducción de las lenguas habladas, sino un lenguaje único y alternativo, tan complejo, tan rico y tan efectivo para el pensamiento y la transmisión de la cultura como las diferentes lenguas de los oyentes.(Editorial Anagrama) Es cierto que esta gran barrera comunicativa todavía persiste, pero también lo es que se ha visto aminorada gracias a las nuevas tecnologías y fundamentalmente a la cultura de redes. Éstas abren un camino hacia campos de entendimiento más igualitarios en una sociedad tan fragmentada por las desigualdades, provocadas por el miedo a lo desconocido. Abramos, pues un nuevo camino hacia el entendimiento de una gran cultura. A continuación, reproduzco una serie de fragmentos* del libro que resumen las ideas del autor en las tres partes que lo componen: FRAGMENTO 1: CAPÍTULO 1, página 33: "Somos sumamente ignorantes respecto a la sordera, a la que el doctor Jonson calificaba de “una de las calamidades humanas más terribles”, mucho más ignorantes de lo que eran las personas cultas en 1886 o 1786. Ignorantes e indiferentes. He planteado el tema en los últimos meses a muchísimas personas y casi siempre he recibido respuestas de este tenor: “¿La sordera? No conozco a ningún sordo. Nunca he pensado mucho en eso. La sordera no tiene nada de interesante, ¿verdad que no? Así habría respondido yo también unos meses antes." FRAGMENTO 2: CAPÍTULO 1, página 42: "Tendemos a considerar la sordera, si alguna vez pensamos en ella, menos grave que la ceguera; tendemos a verla como un impedimento o un obstáculo, pero no la consideramos, ni mucho menos, tan terrible en un sentido radical. Es discutible que la sordera sea “preferible” a la ceguera si se presenta en una etapa tardía de la vida; pero es infinitamente más grave nacer sordo que nacer ciego, al menos potencialmente. Los sordos prelingüísticos, que no pueden oír a sus padres, corres en riesgo de un retraso mental grave e incluso de una deficiencia permanente en el dominio del lenguaje, a menos que se tomen medidas eficaces muy pronto. Y una deficiencia del lenguaje es una de las calamidades más terribles que puede padecer un ser humano, pues sólo a través del lenguaje nos incorporamos del todo a nuestra cultura y nuestra condición humana, nos comunicamos libremente con nuestros semejantes ya adquirimos y compartimos información. Si no podemos hacerlo, estaremos singularmente incapacitados y desconectados, pese a todos nuestros intentos o esfuerzos o capacidades innatas, y puede resultarnos tan imposible materializar nuestra capacidad intelectual que lleguemos a parecer deficientes mentales." FRAGMENTO 3: CAPÍTULO 1, página 68-69: "La cuestión básica es esta: que los sordos profundos no muestran ninguna predisposición natural a hablar. Hablar es una técnica que hay que enseñarles y es una tarea de años. Por otra parte, muestran una tendencia fuerte e inmediata a la seña que les es plenamente accesible por tratarse de un lenguaje visual. Esto es muy evidente en los sordos hijos de padres sordos que hablan por señas, que hacen sus primeras señas hacia los seis meses de edad y alcanzan a los quince un considerable dominio del idioma de señas. El lenguaje debe transmitirse y aprenderse lo antes posible porque, si no, puede quedar permanentemente trastornado y retardado su desarrollo, con todos los problemas de “proposicionación” que analizaba Hughlings-Jackson. Eso en el caso de los sordos profundos sólo se puede hacer por señas. Por eso hay que diagnosticar la sordera lo antes posible. Los niños sordos deben tener enseguida contacto y relación con personas que hablen con fluidez por señas, ya sean sus padres, profesores, o cualquier otra persona. Una vez que hayan aprendido a hablar por señas (y pueden hacerlo bien a los tres años) es cuando ha de seguir lo demás: un intercambio libre de inteligencias, una circulación libre de información, el aprendizaje de la lectura y la escritura y quizás del habla. No hay pruebas de que hablar por señas obstaculice el aprendizaje del habla. En realidad es más probable lo contrario." FRAGMENTO 4: CAPÍTULO 2, página 85: "Empecé a interesarme entonces por otros sordos que habían llegado a la adolescencia, y hasta a la edad adulta, sin lenguaje de ningún género. Había habido considerable número de ellos en el siglo XVIII: Jean Massieu fue uno de los más famosos. Massieu, sin lenguaje hasta casi los catorce años, pasó luego a ser alumno del abate Sicard y obró un éxito espectacular, llegando a ser elocuente en lenguaje de señas y en el francés escrito. Él mismo escribió una breve autobiografía, y Sicard un libro entero sobre él, en el que explica cómo se pudo “liberar” aquel individuo sin lenguaje y alcanzar una nueva forma de ser." FRAGMENTO 5: CAPÍTULO 2, página 109: "Schlesinger y sus colegas llevan trabajando en este campo veinte años, y a ellos se deben las observaciones más completas y profundas sobre los problemas que pueden asediar a los sordos desde la infancia hasta la vida adulta, y sobre cómo estos problemas se relacionan con los primeros intercambios comunicativos entre madre e hijo (y, mas tarde, entre profesor y alumno), intercambios que son con harta frecuencia enormemente deficientes o erróneos. A Schlesinger lo que más le interesa es cómo se “insta con halagos” a los niños (y en especial a los sordos) a pasar de un mundo perceptivo a otro conceptual, lo decisivamente que esto depende de ese diálogo. Y nos ha demostrado que para ese “salto dialéctico” del que habla Vygotsky (el salto de la sensación al pensamiento) no sólo ha de haber conversación, sino del tipo de conversación adecuado. Ha de haber un diálogo rico en sentido comunicativo, en reciprocidad y en preguntas del tipo adecuado, para que el niño consiga dar ese gran salto." FRAGMENTO 6: CAPÍTULO 2, página 151: "Hemos de preguntarnos si esta capacidad lingüístico-espacial es la única peculiaridad de los que halan por señas. ¿Desarrollan otras aptitudes espacio-visuales distintas no lingüísticas? ¿Existe la posibilidad de una nueva forma de inteligencia visual? Esta cuestión ha llevado a Bellugi y a sus colegas a iniciar un estudio fascinante de la cognición visual en los sordos que hablan por señas. Compararon la actuación de niños sordos cuyo lenguaje natural era la seña con la de niños oyentes que no hablaban por señas en una serie de pruebas espacio-visuales. En las pruebas de construcción espacial, los niños sordos obtuvieron mucho mejores resultados que los oyentes, y en realidad muy superiores a los “normales”. Los resultados fueron similares en pruebas de organización espacial, es decir, la capacidad para percibir un conjunto a partir de partes inconexas, la capacidad de percibir (o concebir) un objeto. Los niños sordos de cuatro años obtuvieron también aquí resultados extraordinarios, logrando puntuaciones que no podían igualar algunos estudiantes de bachillerato oyentes. En una prueba de reconocimiento facial (la prueba de Bentos, que evalúa el reconocimiento facial y la transformación espacial) los niños sordos volvieron a situarse claramente por delante de los oyentes y muy por encima de sus niveles cronológicos." FRAGMENTO 7: CAPÍTULO 3, página 187: "Cuando visité Gallaudet en 1986 y 1987 me pareció una experiencia asombrosa y conmovedora. Nunca había visto una comunidad completa de sordos ni había comprendido del todo (aunque lo supiese teóricamente) que la seña podría ser un lenguaje completo, un lenguaje igualmente apropiado para hacer el amor y hacer discursos, para flirtear y para enseñar matemáticas. Tuve que ver clases de filosofía y de química en lenguaje de señas; tuve que ver funcionar un departamento de matemáticas absolutamente silencioso: tuve que ver bardos sordos poesía por señas, en el campus, y la amplitud y profundidad del teatro de Gallaudet; tuve que ver el maravilloso escenario social del bar de los estudiantes, con manos volando en todas direcciones, cien conversaciones independientes en marca. Tuve que ver todo esto personalmente para poder pasar de mi punto de vista médico previo de la sordera (como una condición, una deficiencia, que había que tratar) a un punto de vista cultural de los sordos como una comunidad con una cultura y un lenguaje completos y propios." * Biblioteca Insular especializada en Discapacidad. Signoteca

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