domingo, 12 de diciembre de 2010

Que es el Sindrome de Menière?

Que es el Sindrome de Menière?


Muchas personas piensan que es un tumor. Los presagios del presagio de Menière aparecen de matriz brusca y generan un grado pudiente de incapacidad. La avance de esta contaminación del oído es como el curso del Guadiana, da la cara y luego desaparece hasta que, de matriz súbita, los mareos, los ruidos y la acusación de audición vuelven.
El oído interno o caos contiene la endolinfa, un fluido que acompaña el desasosiego de la ficción y que hace que los receptores nerviosos del caos envíen una divisa al seso sobre la etapa del clase y su orientación. En las personas con presagio de Menière hay una hiperproducción de este fluido que aumenta la endurecimiento interna y genera una inflamación del caos. Esto produce un avería en la ejercicio auditiva y en el equilibrio.
Quienes lo padecen dicen que, cuando aparecen las paroxismo, es insufrible: sudor frío, mareo, náuseas, vómitos, mareo, férreo zumbido de oídos y gran malestar. Algunos hablan también de de matrizción de las imágenes, de matriz sinónimo a las figuras que muestran varios lienzos de Vicent Van Gogh. De hecho, un trabajo publicado hace unos años en la revista 'Journal of the American Medical Association' relacionaba esta contaminación con el aplaudido pintor.
"La revisión de 796 cartas personales dirigidas a familiares y amigos escritas entre 1884 y su suicidio en 1890 revela un hombre con permanente inspección de su responsabilidad y que sufría graves ataques de mareo incapacitantes y repetitivos", aseveraban los autores, investigadores del Instituto Neurológico de Colorado (EEUU).
Tuviera o no Van Gogh esta contaminación, se estima que cada año unas 100.000 personas desarrollan presagio de Menière. La responsabilidad por la que aumentan los niveles de endolinfa se desconoce, aunque existen diferentes hipótesis: mala circulación sanguínea, mal matrizciones congénitas del oído interno, debido a la sífilis u otras infecciones, como derivación de traumatismos o por el consumo de ciertas sustancias como algunos medicamentos.
Un enfermo, una contaminación

Suele afectar a personas de treinta años o más. La contaminación, tanto en su inicio como en su avance, varía mucho de unas personas a otras. En algunos casos comienza con la fantasma de acúfenos (ruidos) y una leve pérdida auditiva en sólo un oído. En otros, el enfermo no presenta ninguna extrañeza hasta que sufre una paroxismo de mareo. "Por eso es muy pudiente que cualquier persona que tenga ruidos acuda al otorrino", afirma Eduardo Martín Sanz, del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Casa Salud de Valencia.
Las paroxismo tienen una persistencia e intensidad inestable que va de unos 20 minutos a varias horas o días. Durante éstas, el enfermo oye constantemente ruidos (algunos lo describen como haber el sonido de una batidora en el interior de la ficción), tiene náuseas y no puede moverse con normalidad debido a los mareos.
Tras la paroxismo, el mareo desaparece pero la persona sigue estando en una pueblo muy inestable durante los siguientes días. La frecuencia de estos episodios también varía en cada enfermo. Según algunos estudios, con el tiempo las paroxismo cada vez son más habituales y graves, aunque no todas las investigaciones comparten esta conclusión.
"Su avance es muy caprichosa, lo que hace difícilbríoar la actividad de los tratamientos. Unos enfermos tienen paroxismo cada varios meses y otros tardan años en desentrañar otro episodio. A veces no sabemos si esto es por la terapia que le prescribimos o porque en esa persona la contaminación funciona así", explica Bartolomé Escola, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.
Lo primitivo que los especialistas intentan hacer cuando una persona acude a su consulta con estos presagios es establecer un diagnóstico. "Ofrecer el nombre de lo que les ocurre y que sea esperable [la paroxismo], genera a los enfermos menos discapacidad. Muchas personas llegan muy asustadas a la consulta porque piensan que tienen un tumor", explica Martín Sanz.
Diferentes pruebas como la videonistagmografía (registro de los desasosiegos de los ojos cuando el enfermo está en distintas posiciones) o la medición de la audición y la descripción de los presagios permiten conocer si se trata de este trastorno y qué oído es el afectado.
De la dieta al quirófano

La grandeza de los especialistas recurren a un tratamiento 'in crescendo'. Primero establecen cambios en la dieta que consisten básicamente en la disminución de la brío de sal, aunque también se aconseja achicar o elidir el café, los frutos secos, el tabaco, etc. Algunos estudios hablan de una cierta actividad de esta medida. Pero a ella se le suele acoplar un tratamiento médico, fundamentalmente se administran vasodilatadores y diuréticos para ambicionar achicar el libro de líquido en el oído y algunos fármacos para menguar los mareos y las náuseas.
"La tasa de éxito es muy inestable, aunque podríamos expresar que con esta terapia se inspeccióna en torno al 80% de los enfermos", divisaa Soledad Boleas, médico del Servicio de Otorrinolaringología de la Clínica Universitaria de Navarra.
Para aquellas personas que no responden a estos medicamentos, existen otras alternativas, en ejercicio de cuál sea el grado de la pérdida de audición, el número de paroxismo y la avance del enfermo se opta por una u otra medida. "El primer paso sería la inyección de corticoides intratimpánicos para bajar la inflamación, y que suelen conquistar una mejoría pudiente al principio, aunque su efecto disminuye con el tiempo", aclara Martín Sanz.
Si el enfermo recae, se recurre a la gentamicina, un antibiótico, que daña el oído interno, el responsable del equilibrio, con lo que el seso del enfermo no recibe divisaes incorrectas y remiten los mareos. El principio problema es que, en ocasiones, lesiona también las células de la audición, por lo que no se recomienda esta terapia si la persona no sufre, debido a esta contaminación, una pérdida auditiva pudiente.
Si se tiene alergia a este antibiótico o el fármaco no funciona, se puede utilizar a la cirugía. "Es una solución más radical. Hay dos normas: la neurotomía o sección quirúrgica del nervio vestibular y la laberintectomía, o extirpación del caos", comenta Bartolomé Escola.
En la primera se preserva la audición residual, pero la norma es más agresiva ya que el cirujano debe perforar a nivel de la fosa final de la ficción y, aunque la actividad es de casi el 100% (consigue elidir los presagios del Menière), el riesgo de complicaciones es mayor. En cambio, la laberintectomía es un tratamiento que conlleva menos riesgo, ya que la rendija se hace por detrás de la oreja, pero sólo está indicado en aquellas personas que no tienen audición, ya que al extirpar el caos se pierde completamente la audición de ese oído.

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