martes, 21 de diciembre de 2010

Música para oídos sordos


Música para oídos sordos
Un libro infantil (que no es trivial, sino dirigido a niños) cuenta la historia de Lee, un pianista que pierde, de súbito, la audición. La orquesta de jazz donde él toca decide expulsarlo. Abatido, triste, desconsolado, conoce por casualidad a otros músicos con su mismo problema y se aventuran a tocar juntos... Las numerosas e infatigables noches de cuentos en boca de adultos y esa gimnasia para extraer valoraciones implícitas no fueron en vano. Aquí va la moraleja de esa historia: la música escapa al lenguaje, sí, pero además esquiva cualquier obstáculo; incluso la incapacidad de oír.
El legendario músico norteamericano Pete Seeger es el autor de The Deaf Musicians, el libro que sirvió de entrada a esta nota y que presenta un asunto ciertamente antiguo, pero todavía sorprendente, cuyo principal ejemplo ha sido Beethoven, el músico sordo por excelencia. Como él, muchas otras personas con variados problemas auditivos superaron –gracias a una aguda percepción– el impedimento que se suponía absoluto para el ejercicio artístico.
Pues claro, ¿cómo puede faltar, en un músico, el sentido que se presenta como el único indispensable? Si un sordo es alguien que no oye y la música es sonido, hay entre ambas categorías una exclusión lógica. Aquí siguen algunos casos –entre los muchos que pueden encontrarse–, por completo indiferentes a ese raciocinio.
El compositor checo Bedřich Smetana (1824-1884), autor de obras clásicas como Mi Patria y La novia vendida, gran referente de Antonín Dvořak, perdió la audición a los 50 años, por causa de la sífilis. Aun así, continuó escribiendo música. De hecho, Mi Patria fue compuesta cuando ya estaba sordo, en 1879. Muy lejos de las tierras de Smetana, en Hawaii, el trío formado por el guitarrista Steve Longo, Bob Hiltermann, en batería, y Ed Chevy, en bajo, sobresale –entre otras cosas– por su nombre a
artístico: Beethoven's Nightmare. Los tres son sordos, hacen rock y lanzaron un primer CD titulado Turn it up louder. "La música de rock sordo consiste en un pulso fuerte de bajos y tambores, interactuando con un alto nivel de arte visual y trabajo de luces", dice el bajista. Es notorio que, además de buscar complementos visuales en sus espectáculos, los músicos sordos contemporáneos tienden a priorizar los instrumentos percutidos.

Entre los dedicados a la percusión se encuentra Shawn Dale Barnett (1963-2003), del estado norteamericano de Kansas, que de pequeño recibía sus buenas golpizas cuando contaba a otros niños que podía tocar la batería. Como había nacido sordo, no le daban crédito. Pero Shawn tocaba, y poco después de graduarse en la Escuela para Sordos de Kansas, tuvo un hit en la cadena MTV.
Su música sorda incluía un nuevo tipo de ritmo, destacando las vibraciones de los parches y presentando shows con atractivos agregados visuales (luces, humo, globos). El secreto de Barnett era que, simplemente, captaba el sonido sintiendo las vibraciones. En esta misma línea se inscribe el siguiente ejemplo.
Repasemos el caso de la escocesa Evelyn Glennie, una mujer difícil de presentar. Compositora, solista, educadora, diseñadora de joyas... Es, por sobre todas las cosas, una música que eligió la percusión para expresarse. Con 22 títulos en su discografía y dos premios Grammy, Evelyn tocó con los músicos más importantes de ámbitos académicos y populares, desde Béla Fleck hasta el Mormon Tabernacle Choir, pasando por Bobby McFerrin.
Evelyn era una niña cuando empezó a tocar el piano y luego siguió con un clarinete. Tenía 12 años y ya tocaba percusión. Y aunque ella desaprueba que los medios se enfoquen en esto, hay que decirlo: si bien no es totalmente sorda, tiene un deterioro muy avanzado de su escucha y apenas percibe sonido alguno. Sin embargo, aprendió a percibir y clasificar las vibraciones.
"La sordera no quiere decir que no podés escuchar, sino que algo en tus oídos funciona mal. Incluso alguien totalmente sordo puede escuchar/sentir sonidos", escribe en su Ensayo sobre la audición. Para ella, su discapacidad resulta tan importante como el hecho de ser una mujer de ojos marrones. Puede leer los labios a la perfección y, al hablar, no experimenta ninguna dificultad. Por todo esto, Evelyn insiste: "Aun así, en realidad nadie entenderá cómo hago lo que hago. Por favor, disfruten de la música y olvídense del resto".

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