domingo, 16 de septiembre de 2012

Manos para hacerse oír

Las carcajadas interrumpen sus silenciosas conversaciones y, aunque pudieran estar un tanto excluidos de la sociedad, no ven en sí mismos diferencia alguna con los demás. Han hallado entre sí una comunidad muy propia, en donde nadie los mira con lástima ni los trata de manera especial. Su único rasgo distinto al resto de la población es que hablan con las manos, un idioma y código compartido. Aún así, queda camino por recorrer para que la población sorda verdaderamente haga escuchar sus necesidades particulares. En Puerto Rico, se ha estimado que unas 340,000 personas padecen de pérdida de audición, y unas 80,000 están consideradas completamente sordas, según estudios de Sordos de Puerto Rico, Inc. publicados en 2008. Frente a esta gran cantidad de personas con su audición afectada, no dan abasto los intérpretes que hacen posible una comunicación directa entre los oyentes y los no oyentes. "Hay pocos intérpretes que realmente estén cualificados. Hay muchos informales y en las iglesias, pero si tienen que enfrentarse a interpretar un caso legal o siguiendo el código de ética de los intérpretes, no podrían hacerlo profesionalmente", explica José Bertrán, presidente de Servicios Orientados al Sordo, Inc. (SOS). En Puerto Rico, sin embargo, no existe una certificación oficial para los intérpretes de señas, pero sí instituciones que ofrecen el estudio de este idioma, que descansa principalmente en las expresiones gesto-espaciales y la percepción visual. También está el Registro de Intérpretes de Puerto Rico (PRRID por sus siglas en inglés), una organización sin fines de lucro que cuenta con unos 85 miembros activos. "Nuestra meta es convertir a Puerto Rico en un país más accesible para la comunidad sorda", dice Bertrán, quien ha dedicado más de 20 años a esta comunidad, prestándole una voz a este sector muchas veces olvidado. Imagen: Natalia López, quien toma clase de lenguaje de señas, practica algunas de las lecciones aprendidas, con las que espera ayudar a personas sordas. ( WandaLIZ.VEGA@GFRMEDIA.COM El programa de SOS ofrece clases a oyentes y personas que quieran aprender el lenguaje de señas, sin necesariamente conocer o tener algún familiar no oyente. Su junta, compuesta por oyentes y sordos, orienta a padres de hijos sordos que no conocen el lenguaje, y presta servicios de interpretación. El lenguaje de señas americano (ASL por sus siglas en inglés) es el principal de su tipo usado en Puerto Rico, aunque a este se integran variaciones locales. Bertrán, quien también posee un doctorado en la única universidad de artes liberales para sordos, la Universidad Gallaudet, en Washington D.C., compara el lenguaje de señas con los demás lenguajes verbales. Todos tienen sus variaciones y particularidades por localización, igual que los verbales, pero resulta más fácil para los que lo practican adaptar las variaciones de las señas, pues usualmente surgen de experiencias comunes que vive este sector de la población. En tiempos recientes, sin embargo, se ha notado un alto nivel de interés, un cambio de actitud, especialmente en los jóvenes sin vínculo directo con esta población, para aprender y dar servicios. "Las personas que más interés tienen en aprender lenguaje de señas son usualmente compañeros de trabajo de un sordo, no familiares", indica Bertrán. "El 95% de los padres de niños sordos nunca aprende lenguaje de señas, por diferentes razones", agrega. "El mundo de afuera es oyente, así que le demandan al niño que hable y aprenda a leer labios, creyendo que le hacen un favor. Aprender lenguaje de señas es una destreza como aprender a jugar pelota. Aprender a leer labios y hablar es artificial. El 60% de los sonidos en la lengua española no tiene un correspondiente labial, son silentes", explica. Eugenio Sastre es sordo, tomó los cursos de lenguaje de señas en SOS y continúa capacitándose con el fin de ayudar a otros, opina que "es excelente (que haya más interés en aprender lenguaje de señas en personas oyentes). Me gustaría que fuera aún más y que mejore la comunicación". La importancia de facilitar la comunicación entre estos dos grupos de la sociedad es que se vea el potencial de las personas sordas y no se concentre en su incapacidad auditiva. "Somos los oyentes los que hemos creado esta poderosa barrera donde si tú no hablas lo que yo hablo, te echo a un lado. Es una barrera de actitud. Lo diferente no es aceptable", lamenta. Mientras cada vez más voluntarios rompen estas barreras con sensibilidad y disposición para ceder el paso y aceptar las diferencias en la forma de comunicación. http://www.elnuevodia.com / Por Rosangel Piñeiro

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