jueves, 24 de marzo de 2011
Los sordos encuentran una nueva esperanza médica: las Células Madre
El no oír la voz de la madre dicen que es la peor de las torturas. Los sordos lo saben demasiado: cualquier ventana a la curación es buena. El implante coclear fue una esperanza en 1957 que se desvaneció
Entender una melodía, reconocer las palabras, reconocer cientos de voces diferentes aunque digan o canten las mismas cosas, tener respuestas motoras reflejas frente a determinados sonidos, tener respuestas vegetativas frente a todo de las funciones que involucran al sistema auditivo en el contexto de todo el cerebro es nuestro mecanismo central.
Todo este proceso de adquisición de información, almacenamiento, generación de memoria y evocación, comienza con la llegada de las ondas sonoras como una información que debe ser "entendida" por el sistema nervioso. Este proceso de traducción o transducción desde el idioma físico de una onda sonora a las señales electrofisiológicas procesadas por el sistema nervioso central, está realizado por las células ciliadas de la cóclea.
Estos receptores son transductores mecano-eléctricos extremadamente sensibles. Como cada célula ciliada es sensible a un limitado margen de estímulos, deben combinarse miles de receptores para dar salida a un mensaje completo.
La evolución ha desarrollado complicadas estructuras que modifican las ondas sonoras, tales como el oído externo, el oído medio y la cóclea -parte del oído interno- en donde asientan las células receptoriales. Para hacer posible el proceso de transducción, recordando que los receptores no trabajan aislados y la percepción del sonido depende de la interacción estructural y funcional entre células así como de la integridad del medio en el que asientan.
Las células ciliadas se sitúan en el órgano de Corti que se asientan sobre la membrana basilar, siguiendo la estructura en espiral a lo largo de la misma. Alberga unas 15.000 células ciliadas en el humano (esto varía con las especies) que se interdigitan de forma muy organizada con células de soporte. Estos receptores son sensibles a sonidos dentro de una gama de frecuencias entre unas decenas de Hertz (Hz) hasta unos 20 kHz en el humano joven. Los sonidos naturales integrados por muchas frecuencias se descomponen en cada una de ellas, que a su vez excitan la porción que les corresponde de células ciliadas ubicadas en la membrana basilar.
1937 surge una esperanza: el implante coclear u oído biónico
Generalmente las personas adultas profundamente sordas, cuando se anunció el implante coclear, la noticia significó una gran esperanza. Era un dispositivo electrónico que se implantaba mediante cirugía en el oído interno sin riesgos. Nadie había intentado cirugía en esa zona, que se consideraba el cerebro.
Algunos obtuvieron, cuando la operación se generalizó, los resultados que esperaban: ahora sabían que existía otro mundo, oían a personas que hablaban, sentían el ruido de la calle, escuchaban la voz de sus personas queridas. Todo eso no era muy nítido pero se había roto el mundo, del silencio en que vivían.
El creer, como muchos, que la operación era una panacea, es un error a veces de los propios médicos para empujar a los sordos reacios a hacerse la operación. Los resultados-aparte de lo que cada uno esperara, fueron a veces casi decepcionantes. Tanto sacrificio para tan poco. Sí, algo era algo, pero no tan definitivo.
El implante coclear no recrea las células ciliadas. El objetivo del nuevo implante coclear era sustituirlas por electrodos, porque las auténticas ya estaban ausentes porque se habían dañado desde siempre o por enfermedad. El oído biónico produce un estímulo eléctrico sobre las fibras restantes del nervio auditivo. Es un tratamiento seguro, confiable y eficaz dentro de las expectativas que el sordo o su entorno tengan. Pero los electrodos nunca eran células ciliadas.
Los primeros trabajos de investigación sobre los implantes cocleares comenzaron en Francia en 1957. A partir de entonces la tecnología de los implantes cocleares ha ido evolucionando desde un dispositivo de un electrodo (o canal), hasta un sistema complejo que transmite gran cantidad de información sonora a través de múltiples electrodos.
La esperanza de recrear las células ciliadas está en las células madre
En los animales superiores, las células madre se han clasificado en dos grupos: Las células madre embrionarias (Embrionic stem o EScells). Estas células derivan de la Masa celular interna del embrión en estado de blastocisto (7-14 días), y son capaces de generar TODOS los diferentes tipos celulares del cuerpo, por ello se llaman células pluripotenciales. De estas células se derivarán, tras muchas divisiones celulares, el otro tipo de células, la células madre órgano-específicas. Estas células son multipotenciales, es decir, son capaces de originar las células de un órgano concreto en el embrión, y también, en el adulto.
El ejemplo más claro de células madre órgano-específicas, es el de las células de la médula ósea, que son capaces de generar todos los tipos celulares de la sangre y del sistema inmune. Pero estas células madre existen en muchos más órganos del cuerpo humano, y podemos encontrar en la literatura científica como ya se han aislado células madre de adulto de la piel, grasa subcutánea, músculo cardíaco y esquelético, cerebro, retina, páncreas... Hoy, se han conseguido cultivar (multiplicar) estas células tanto en in-vitro (en el laboratorio), como in-vivo (en un modelo animal) utilizándolas para la reparación de tejidos dañados. A pesar de todo, la aplicación de estas técnicas de trasferencia de células madre de adulto para el recambio y reparación de tejidos enfermos está todavía en sus comienzos.
Hasta ahora ha existido la creencia generalizada de que estas células madre órgano específicas, están limitadas a generar sólo células especializadas y diferenciadas del tejido donde residen, es decir, han perdido la capacidad de dar lugar a otras estirpes celulares de cuerpo: son células multipotenciales. Sin embargo la reciente publicación de múltiples estudios ha hecho cambiar esta visión de las células madre órgano-específicas, haciendo evidente que células madre de adulto procedentes de cualquier tejido pueden diferenciarse a células y tejidos de otras localizaciones y estirpes distintas. Estos experimentos han comprobado que células madre de adulto, cultivadas y sometidas a ambientes humorales distintos a los habituales, pueden reprogramarse (TRANSDIFERENCIARSE), y dar lugar a otros tipos celulares que hasta ahora se pensaba que eran incapaces de generar. Es decir, ya no serían multipotenciales, si no pluripotenciales. Si esto es así, se podría decir que no existe una diferencia esencial entre la célula madre embrionaria y las de adulto.
La cura para la sordera utilizando células madre viene de Inglaterra
Esa gran esperanza parece estar cada vez más cerca y con más lógica y argumentos que el implante coclear a que nos hemos referido someramente. Ahora unos científicos británicos de la Universidad de Sheffield han logrado recrear en un laboratorio esas células de las microscópicas vellosidades que recogen las ondas de sonido en el oído interno y las transmiten al cerebro humano, según también hemos hablado.
Obviamente por todo lo mínimo que cabe en un reportaje el paciente ha perdido las células ciliadas, y debe de saber que un día podrían ser sustituidas por estas y recuperar la audición.
“El problema con la sordera es que las células ciliadas sólo se producen durante las etapas de desarrollo”, aseguró Marcello Rivolta, quien dirigió el estudio. Pero esto también lo hemos asumido.
“Si estas células se pierden-dijo Marcello Rivolta- durante la etapa adulta, es imposible regenerarlas. Así que lo que hemos hecho es volver a esas etapas iniciales de desarrollo en el embrión para identificarlas, aislarlas y multiplicarlas en el laboratorio”, afirmó el científico.
De momento, la primera fase del proyecto ha sido un éxito, pero ahora deben comprobar con animales si las células creadas logran recuperar las funciones auditivas. Toquemos madera u oremos…
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