miércoles, 9 de marzo de 2011

el cerebro de los sordos se adapta para oir musica


el cerebro de los sordos se adapta para oir mucica
Chicago, Estados Unidos. Los sordos sienten las vibraciones en la misma región del cerebro que el resto de las personas usan para oír, lo que permite explicar por qué disfrutan de la música personas que no poseen capacidad auditiva, afirma un estudio presentado ayer.

El cerebro de los sordos, según esta investigación, readapta su estructura para suplir la deficiencia que impone la sordera, ha señalado Dean Shibata, un profesor de radiología de la Universidad de Washington.

Shibata, que ha realizado numerosas investigaciones con personas sordas, ha utilizado ahora imágenes de resonancia magnética funcional para comparar la actividad cerebral entre sordos y personas que pueden oír.

El estudio mediante este tipo de escáner avanzado ha permitido comprobar que la clave radica en un área del cerebro denominada el córtex de audición. Según ha explicado Shibata, tanto los sordos como quienes no lo son muestran actividad en las zonas del cerebro que procesan las vibraciones. Pero los sordos muestran, además, una especial actividad en el córtex de la audición, aunque ese área sólo debería entrar en funcionamiento durante la estimulación auditiva.

“Estos hallazgos ilustran cómo la alteración de experiencias puede afectar a la organización del cerebro”, ha dicho Dean Shibata. El radiólogo, que realizó sus investigaciones mientras trabajaba en la Escuela de Medicina de la Universidad de Rochester, en Nueva York, asegura que “el cerebro es increíblemente adaptable”.

“En alguien que es sordo, el cerebro en formación se aprovecha de un espacio valioso para procesar las vibraciones y así usa el mismo lugar que debería ser utilizado, de otro modo, para procesar los sonidos”, ha explicado.

Para comprobar sus ideas, el radiólogo realizó pruebas mediante imágenes de resonancia magnética funcional a 10 voluntarios sordos y a otras 11 personas con audición normal. Todos ellos fueron sometidos de modo voluntario a pruebas de escáner mientras sostenían en sus manos dispositivos que emitían vibraciones intermitentes. Entre los sordos, el escáner registró una importante actividad en el cerebro, en la zona conocida como córtex de la audición, un área que tiene el tamaño de una pelota de golf. Sin embargo, pese a que las vibraciones recibidas en la mano eran las mismas, las personas con audición normal no mostraron ninguna actividad en ese área. Para Dean Shibata, esto significa que el cerebro de los sordos ha aprovechado para procesar las vibraciones un área dejada libre por los estímulos auditivos, ya que no pueden ser utilizados. En su opinión, esto explica por qué los sordos pueden disfrutar en los conciertos de música y por qué algunos de ellos pueden llegar a ser grandes intérpretes.

musica para personas sordas


Bruno Cruz Petit (De revista “Esperanza”)

El título de este artículo puede parecerles a algunos una ironía y hasta una burla para el colectivo al que se refiere. Lo mismo le ocurrió a un amigo, maestro de música, cuando al llegar a un centro educativo de integración de sordos la directora le comunicó que debía impartir la materia de música, ¿Música para sordos? ¿Cómo explicar la evolución de la música desde Bach a los Beatles a alguien que nunca va a poder oír sus obras?

Lo primero que le vino a la mente fue el caso de Beethoven, el cual a partir de los treinta años empezó a perder el oído, pensó en suicidarse pero no lo hizo, y con la ayuda de su "oído interior" compuso sus sinfonías más conocidas. No era un mal tema para mostrar a los alumnos con discapacidades lo que puede hacer la voluntad y el instinto de superación.

Pero ni su caso era el mismo (Beethoven sí había tenido contacto con los sonidos y por eso desarrolló un pensamiento musical sin necesidad de oírlos), ni se podía montar una materia en torno a una biografía concreta, por mas repleta de anécdotas que ésta estuviera.

Así que se puso a investigar y preguntando a una logópeda (especialista en la corrección de los defectos de fonación y del lenguaje) del centro educativo, se enteró que a las personas sordas les encanta bailar en las discotecas. Sienten la vibración sonora en el cuerpo con lo que viven el ritmo como nadie, además sin las molestias del estruendo discotequero que sólo resisten los conocedores del “house” o el “drum & bass”.

e los dos elementos principales de la música, melodía y ritmo, podían entender perfectamente el segundo, es decir, podían acceder a un cincuenta por ciento de la música, y si pensamos que en muchas culturas el ritmo constituye por sí mismo una expresión artística, quedaba todo un campo abierto para empezar a trabajar la música con los alumnos sordos.

Posteriormente nuestro personaje se enteró de que sus alumnos tenían aparatos que les permitían oír golpes, y hasta variaciones de altura; que sentían la vibración de las cuerdas vocales (principio del cual partían muchos logópedas) y que incluso les divertía jugar con ello. Se lanzó, pues, a la rítmica, con panderos y otros instrumentos de membrana que permitían sentir la vibración con una parte de la mano.

Experimentó con la expresión corporal intuyendo que ello podía reforzar la experiencia rítmica y montaron hasta alguna polirritmia africana que nunca había podido trabajar con alumnos "oyentes". Lo más importante es que todos vieron que siempre hay una salida creativa a las limitaciones que podamos sufrir, como lo hizo Beethoven y como los alumnos sordos lo demostraron con una música más sentida que escuchada.

“La desesperanza está fundada en lo que sabemos, que es nada; y la esperanza está fundada sobre lo que ignoramos, que es

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