domingo, 27 de febrero de 2011

una historia.......... para pensar


"ESTUVE A PUNTO DE ABANDONAR LA ESCUELA"
La época del colegio trae un montón de malos recuerdos a Jan, alemán de 29 años de Colonia.
”Tenía dos cosas en mi contra,” comenta. “Una que era extranjero, y otra aún peor, que era discapacitado auditivo. En aquella época me sentía completamente miserable.”
No pasaba un día en el que Jan no volviera triste del colegio.
“Las niñas se reían por lo bajo siempre que tenía dificultades para entender algo en clase. Los niños no querían incluirme para jugar al fútbol en el patio del colegio. Decían que perderían el partido si yo iba en su equipo. Algunas veces me pegaban.”
Afortunadamente, Jan también encontró un verdadero amigo.
“Achim siempre me defendió. Sin él, probablemente hubiera abandonado la escuela,” explica Jan.
Jan llegó a Alemania a la edad de 11 meses como hijo adoptado. Para sus padres, un precioso bebé coreano era una bendición. No podían tener hijos propios. Pasó poco tiempo antes de que notaran que el bebé no reaccionaba cuando le hablaban. Y además, solía padecer infecciones de oído muy a menudo.
Durante mucho tiempo, los padres de Jan no hicieron nada al respecto. Atribuían estas dificultades a que Jan había venido a un mundo totalmente nuevo para él, y creían que sólo necesitaría tiempo para adaptarse. Pensaban que el ser reservado y la actitud distante desparecerían por si solas.
Un pediatra, sin embargo, se dio cuenta inmediatamente de que algo no iba bien con la audición de Jan. Jan fue examinado, y se descubrió que sufría una pérdida de audición congénita en ambos oídos. La pérdida de audición era más pronunciada en su oído izquierdo que en el derecho. Obtuvo su primer audífono a la edad de año y medio.
“¡Odié esos aparatos desde el primer día!” dice Jan. “Como adolescente quería mandarlos a la luna. Los encontraba enormes y deformes, y me sentía de alguna forma avergonzado. En décimo, se llevaba el pelo corto. Pero yo me lo dejaba largo para cubrir mis orejas, estaba totalmente pasado de moda. Otra vez, las chicas se reían de mí. A veces, me dejaba los audífonos en casa, pero sólo empeoraba las cosas porque estaba perdido sin ellos. Pensaban que era un empollón.”
Afortunadamente, Jan puede reírse de ello ahora. Lleva unos audífonos digitales apenas visibles que prácticamente quedan escondidos en sus oídos.
“Es una lástima que no hubieran existido antes. Mi niñez hubiera sido totalmente diferente,” añade Jan, con tristeza. “Pero estoy agradecido y feliz porque el progreso tecnológico ayudará a los niños de hoy. Los nuevos modelos son prácticamente invisibles.”
Jan trabaja como programador para una gran empresa de software. Su pérdida de audición casi nunca le ha causado problemas en el trabajo.
“La mayoría de la comunicación es a través de correos electrónicos. En las conferencias me siento en la parte de delante para poder oír todo. Si no comprendo algo, pido al conferenciante que repita lo que acaba de decir.”
Todavía mantiene su amistad con su compañero de escuela, Achim.
Cuando no tienen que trabajar suelen salir juntos. Hace poco, fueron a un concierto de jazz.
“No podría disfrutar de la música sin mis audífonos. Ya no siento como si estuviera llevando una carga pesada encima. Mis audífonos se han convertido en parte de mí, apenas los noto.”
Jan también disfruta pescando.
“Hace muchos años me quitaba los audífonos cuando iba a pescar porque creía que no los necesitaba. Sin embargo, eso significaba perderme el sonido del agua, los pájaros cantando y el sonido de los saltamontes, y la experiencia no es la misma sin eso. Para mí, los sonidos de la naturaleza forman parte de la tranquilidad. De otra manera, sólo habría vacío,” comenta Jan, añadiendo: “Con el tiempo, mi padre empezó a usar audífonos también. Algunas veces, viene conmigo a pescar. La mayor parte de las veces estamos allí de pie callados. Como persona discapacitada auditiva es también maravilloso disfrutar del silencio cuando uno mismo lo elige.”
Fuente: http://www.spanish.youth.hear-it.org/

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