martes, 3 de abril de 2012

Heredar la sordera


Cuando una pareja de personas sordas se plantea tener un hijo, aparecen dudas sobre si éste también padecerá la misma discapacidad y si cambiará de alguna forma sus vidas



En España hay alrededor de un millón de personas con diferentes tipos y grados de sordera. Y una de las dudas que sobrevienen a las parejas afectadas que deciden tener un hijo es si éste la heredará ya que, según los expertos, cerca de un 70 por ciento de los casos es de origen genético.

Pero si heterogéneos son los grados de pérdida auditiva, más lo son las opiniones de estos progenitores porque, pese a que muchos esperan que sus niños sean oyentes, también los hay que prefieren que el bebé sea hipoacúsico como ellos para permanecer en la comunidad sorda en la que han vivido, que no se vean excluidos de la misma, y no tengan que enfrentarse a un mundo de oyentes que, a día de hoy, todavía les pone muchas barreras. Es definitiva, no desean encontrarse en un limbo social.

Susana, sorda de nacimiento, nos explica cómo vivió la llegada de su primer hijo, Kevin. «Uno siempre espera y desea que su bebé nazca sano, que no tenga que sufrir los problemas a los que ya tuvimos que enfrentarnos mi marido y yo cuando éramos pequeños por no poder oír». Cuando Kevin nació, «al principio no teníamos claro si lo había heredado, porque su pérdida de audición es del 50 por ciento, no profunda, por lo que hasta que no pasaron unos diez meses de pruebas, no dieron con ello, ya que el niño puede oír algo», añade.

No ocurrió lo mismo con su hija menor, Sheila. Ella nació con un 90 por ciento de pérdida auditiva. «Con ella todo estuvo claro desde el principio, porque no respondía ni seguía con la mirada cuando hacían algún ruido, ni se sobresaltaba. Pero es algo que aceptas y estoy contenta porque van a un colegio de integración y se desenvuelven perfectamente con los demás niños. Y eso es lo principal para nosotros y para ellos».

José, sin embargo, todavía tiene dudas. Quiere formar una familia, sí, pero su sordera le echa para atrás. «Me preocupa no poder educarle de la mejor manera o no saber solucionar sus problemas. No quiero que se sienta aislado o diferente a los demás niños. ¿Y si no puedo oír cuando ocurra algo en casa, por ejemplo? No obstante, si viera a Kevin, probablemente, sus miedos desaparecerían. Habla con sus amigos oyentes y se apoya en la lectura labial, signa con sus padres y amigos sordos y usa audífonos para mejorar su audición. «Me gusta mucho jugar al fútbol, y con Sheila también... a veces». Asegura que es muy bueno en casa y que no hace travesuras, aunque la mirada de Susana revela que ella no está muy de acuerdo.

heredar_sordera

«Alguna que otra travesura sí hacen cuando están jugando en casa. Normalmente gritan y sé que están ahí, pero cuando les conviene, se mueven en silencio para que no sepamos lo que hacen». Cualquier futuro padre se tranquilizaría al ver a esta familia. «Me comunico con ellos en lengua de signos y no tenemos problemas especialmente graves. Sí es cierto que, especialmente con la pequeña, tenemos mucho trabajo, porque mientras que Kevin ya tiene ocho años y es más independiente y puede oír más y leer los labios, Sheila aún tiene cinco y la llevamos al logopeda en Aspas (Asociación de Padres y Amigos de los Sordos). «Gracias al trabajo que hacen con ella está avanzando mucho».

http://www.larazon.es

0 comentarios:

Publicar un comentario

cntador de vistas