domingo, 9 de junio de 2013

Ibai descubre el mundo

En la 'gela' de tercer curso de Primaria B de la ikastola Seber Altube de Gernika hay un pequeño txoko, un espacio reservado para Ibai, con su mesa, sus estanterías y cajones para guardar los libros y el material escolar adaptado. Este curso aprende el alfabeto manual. Detrás de la puerta están colocadas las fotos de sus compañeros, cada una asociada a un gesto, un signo con el que Ibai les reconoce cuando se le acercan. Durante la clase, este pequeño de 8 años afectado de sordoceguera coge su silla, la arrastra y se sienta en una mesa junto a otros niños para hacer un ejercicio, apoyado por una técnico en Educación Especial. Con normalidad. Es uno más. La presencia en esta ikastola de la única mediadora de sordociegos de la Fundación ONCE que trabaja en un colegio vasco ha permitido a Ibai derribar el muro que le impedía comunicarse y comenzar a entender el mundo que le rodea en silencio y a oscuras. Y aprender. Ibai sufre una sordera total y apenas cuenta con un pequeño resto visual. Padece el síndrome de Charge. Nació con labio leporino y el paladar hendido, ha sufrido una veintena de operaciones a lo largo de su corta vida y se alimenta a través de una sonda. No lo tiene fácil con sus discapacidades visuales y auditivas –aunque cuenta con un implante cloquear– para recibir la información que le llega del exterior y comprenderla, pero es «inteligente y tiene capacidad para aprender», comenta la pedagoga terapéutica del centro de enseñanza vizcaíno. Los técnicos en necesidades especiales y profesores de la ikastola que le atienden a diario han encontrado en el programa de mediación de personas con sordoceguera de la Fundación ONCE las claves para tratar a Ibai. «Cuando llegó a la ikastola con 2 años yo no podía comunicarme con él. No sabía cómo hacerlo», explica Amaia, la madre. Desde el principio el pequeño contó con el apoyo del CRI –centro de recursos para alumnos con discapacidad visual–, la ayuda de la pedagoga y un logopeda, además de la técnico en Educación Especial que permanece a su lado toda la jornada escolar. «Tenía cerrados los canales de información y no podía desarrollarse, aprender, a pesar de que buscamos la fórmula una y otra vez, hicimos muchos intentos pero sin resultados. Durante años no avanzábamos. Tenía un muro delante. No íbamos por el camino adecuado», explica la pedagoga. En el curso 2009-2010 la Fundación ONCE envió a un mediador de sordociegos al centro, un especialista en facilitar la comunicación con afectados por graves discapacidades en la vista y el oído. Utilizan diferentes métodos adaptados a las necesidades de cada persona, desde la lengua de signos apoyada a corta distancia –la que emplean con Ibai– hasta la técnica de dibujar las letras en las palmas de las manos. Una mediadora de sordociegos de la ONCE trabaja desde entonces con Ibai en la ikastola. «Su presencia ha sido clave, dio un giro. Se nos abrió una puerta con la utilización de la lengua de signos adaptada. De no tener nada, a que Ibai comprendiera que hay mundo a su alrededor y que lo puede llegar a entender», relata la pedagoga. «Nos dio las herramientas para comunicarnos. De una semana para otra vimos que su comportamiento cambiaba e iniciaba lo que llamamos la etapa prelingüística: logramos captar su atención, algo que hasta entonces no habíamos conseguido por ningún otro medio. Ydijimos, ¡éste es el código que necesitamos!», añade. Lorea Lacabex es la mediadora de la ONCE que acude a la ikastola guerniquesa este curso para ayudar a Ibai. Antes de ella colaboraron con el centro otras dos especialistas de la Fundación, que marcaron el camino que había que seguir a los técnicos de necesidades especiales, a los profesores y a la familia. Lorea dedica ocho horas a la semana a trabajar con el pequeño y coordinarse con el resto del equipo de la ikastola que le atiende, además de elaborar material escolar para el aprendizaje del niño. «Empleo la lengua de signos adaptada a él porque tiene un resto visual que me permite combinar varios sistemas», dice Lorea. Los profesores y los compañeros de Ibai también saben 'hablar' con las manos. A los niños de su clase les han enseñado palabras básicas del lenguaje de signos. «Se interesan por conocer los signos para poder entenderse con él.Yo mismo he aprendido. En clase le digo lo que tiene que hacer y él se acerca a enseñarme su trabajo. Es uno más», dice Beñat Totorika, su tutor. Aprender a leer Su madre, Amaia, también ha vivido un antes y un después con la llegada de la mediadora al centro de enseñanza. «Gracias a ella yo también he aprendido las herramientas, la técnica que debo utilizar para comunicarme con él. Hasta ha venido a mi casa a enseñarme y me grababa vídeos caseros para que practicara... Ahora conozco las pautas». Una conversación entre el pequeño y la mediadora, las auxiliares, profesores o su madre es una escena de amor. Un juego continuo de manos que dibujan signos, se tocan, abrazos, achuchones, risas... Ahora que ha superado las barreras que le mantenían encerrado en su mundo, Ibai está avanzando en su aprendizaje. Da los primeros pasos para aprender a leer. Está estudiando el alfabeto dactilológico (las letras realizadas con las manos en el espacio). Ha acabado con las mayúsculas y va a empezar con las minúsculas. Cada pequeño avance lleva horas y horas de trabajo. Su principal reto es lograr integrarse en la vida familiar y escolar y que sea cada vez más autónomo. «Ya sabe desplazarse por la ikastola. Entra en despachos y se acerca a saludar a sus amigos entre el personal del centro. Le encanta correr por el patio», comenta la técnico en Educación Especial que le acompaña a diario. «Ahora es más autónomo, sabe pedir las cosas, expresar cómo se siente... Y para integrarse es básica la comunicación», dice satisfecha la especialista en Pedagogía Terapéutica. Imagen:La especialista de la Fundación ONCE trabaja con Ibai en un aula de la ikastola./ Maika Salguero http://www.elcorreo.com / MARTA FERNÁNDEZ VALLEJO

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