lunes, 30 de julio de 2012
Ciencia con las manos
Las lenguas de signos aún no tienen léxico para los términos científicos. Diversos glosarios responden al aumento de sordos en las universidades
Ana María Caballero es una salvadora de signos. Esta estudiante de biología, de 20 años y sorda, decidió que no quería echar a perder los signos que había creado durante un curso de microbiología en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) el año pasado, para denominar conceptos como "enzima" o "retrovirus". Ana estaba trabajando en un pequeño diccionario de signos cuando, casi de casualidad, se encontró con el equipo del biólogo Domingo Marquina que justo entonces se estaba planteando como garantizar la plena participación en los cursos de ciencias a las personas sordas. La colaboración que surgió se ha concretado en el primer curso de microbiología adaptado para personas sordas, que se impartirá a partir del año que viene en la UCM. El equipo de Marquina ha creado una setentena de signos específicos, además de un conjunto de videos para las prácticas, accesibles para sordos y oyentes. El curso se presentó el 13 de julio en una reunión de la sociedad Española de microbiología que tendrá lugar en Madrid.
UN SUEÑO Un curso así le habría encantado a José Buscató, de 60 años, sordociego, cuando estudiaba farmacia en la Universitat de Barcelona (UB), en los 70. "Me encantaba la microbiología, pero el profesor me trataba como un oyente", recuerda este hombre, que llegó a jefe de fabricación de una empresa farmacéutica y ahora es presidente de la Asociación de Sordociegos de Cataluña. " "En una práctica, me tragué potasa alcohólica con la pipeta porqué no oía las explicaciones: estuve 3 días dado de baja", relata.
Hoy, cada persona sorda signante (que use lengua de signos) tiene derecho a un intérprete en las universidades. Sin embargo, la terminología científica se crea casi de cero en cada curso. "Hay diccionarios de la lengua de signos que recogen el léxico común, pero son pocas las iniciativas que sistematizan la terminología especializada", explica Maria Josep Jarque, lingüista de la UB. La ley de la lengua de signos catalana de 2010 tiene la sistematización de la lengua, pero sin detallar que se deba abordar el léxico especializado.
CONCORDANCIA "Actualmente, el intérprete y la persona sorda concuerdan antes de las clases los signos necesarios", explica Esther Gálvez García, intérprete de lengua. "Las palabras técnicas sin signo son muchísimas: el intérprete tiene que deletrear y así se pierde información, si el profesor habla deprisa", explica Caballero.
"Como le pasó al catalán cuando volvió a la universidad, de la misma manera la lengua de signos catalana necesita encontrar el nuevo léxico académico", explica Alícia Sort, de 21 años, estudiante sorda de psicología de la UB.
Jarque elenca trabajos que recogen signos del medio natural y social, de los alimentos y de la salud (elaborados por entidades como la Federación de Personas Sordas) pero pocos alcanzan el tecnicismo necesario en las universidades. El grupo del cual forma parte, integrado por la UB y la Fundación Illescat, ha sistematizado desde 2003 1.600 signos del ámbito de la lingüística.
PRECISION "No es suficiente buscar un sinónimo: sin precisión no hay comprensión --sentencia Jarque--. No es lo mismo que un doctor diga cefalea o dolor de cabeza". El equipo ha analizado los procesos con los cuales se generan los signos en otros campos para aplicarlos en la creación del léxico especializado. Sin embargo, el reto es la difusión: que el léxico no se quede en un grupo, sino se difunda entre los profesionales que lo necesiten. La universidades han dado un paso adelante y confían en que en poco tiempo se puedan equiparar muchas cosas.
http://www.diariocordoba.com / MICHELE CATANZARO
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