miércoles, 17 de febrero de 2010

silencio

Sólo el silencio, el silencio que guarda
y como "guarda" de los misterios y secretos
imágenes que duermen en lo profundo del lago
transparente de los sueños, saben lo que somos,
hijos de las primeras hojas del otoño,
de los largos inviernos y los veranos ásperos
como frutos de nísperos, cuando nuestras bocas
eran fanales abiertos a la lascivia de la infinita
luz, del infinito sueño de la plenitud,
en la cual no estamos dormidos ni despiertos.
Después el bronco viento que despierta,
—la ácida nieve que gotea sobre el corazón,
el tiempo devorándolo todo—, el escarnio de
la carne crucificada del Titán, la soledad del
amante que bebe en el profundo grial de la traición—
todo, todo, y sin embargo, algo, un misterioso duende
nos lleva de las manos, empujándonos al camino
sin término, donde quizá, en la mezquita
oscura donde moran los dioses, encontremos
la comprensión y el "duende" revelado en la sangre
que nos trajo a este mundo.


Oscar Portela

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