miércoles, 1 de junio de 2011

La impactante realidad del Ruido Laboral en Chile

A continuación te presento un extracto de un excelente artículo publicado por la Asociación Chilena de Seguridad en el año 2006, en la Revista Ciencia y trabajo. A mi juicio en esta investigación se enfoca de manera clara, didactica e integral el ruido laboral y sus efectos. Tomate 10 minutos de su tiempo para aprender de un flagelo de la salud de los trabajadores de nuestros tiempos.Y para finalizar un excelente video para conocer, recordar o admirar las maravillas del cuerpo humano a traves del sistema auditivo.


La hipoacusia es la enfermedad de los nuevos tiempos y los trabajadores son los más afectados. En Chile, el 80% de las incapacidades permanentes por enfermedades profesionales ocurre por exposición a sonidos molestos.Actualmente se están revisando y corrigiendo variadas normas para el trabajo,transporte y fuentes.
José trabaja en un megaproyecto comercial en el centro de Santiago y cada día regresa a su hogar con fuertes dolores de cabeza y sintiéndose muy cansado.

Tras más de 20 años de trabajo como obrero de la construcción en el cuerpo, sufre de problemas para comunicarse y debe recibir las instrucciones de sus jefes más de una vez.

¿Su diagnóstico? Hipoacusia o “sordera”, enfermedad cuyos efectos acumulativos no tienen cura y que obligará a Juan a jubilarse en unos meses más, cuando esté a punto de cumplir los 55 años, diez años antes de lo previsto según la legislación chilena.

Mineros, operarios industriales, trabajadores forestales son sólo algunos de los trabajadores que tienen mayor riesgo a la exposición prolongada de niveles de ruido sobre 85 decibeles (dB), el límite aceptado a nivel

internacional por sus efectos negativos para la salud.
Se estima que tres de cada 10 trabajadores chilenos actualmente están expuestos a niveles de ruido que causan daños irreparables, es decir, 1.800.000 personas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 300 millones de personas se ven afectadas por la contaminación acústica, y una de cada cinco no oye de manera adecuada.

Tokio lidera –según el organismo internacional– el ranking de las ciudades con mayor índice de ruido, seguido por Madrid, Nueva York y París.

Para diversos expertos, el ruido y la hipoacusia son el mal de los nuevos tiempos. El tránsito vehicular, las obras en construcción, las actividades empresariales y comerciales junto al crecimiento urbano sin control, han comenzado a ensordecer a la población.
La Unión Europea estima que el ruido ambiental, como efecto de las actividades humanas, se ha duplicado en todos sus países miembros en los últimos 10 años, hasta el punto que hoy los especialistas del viejo continente consideran la contaminación acústica como una de las más molestas y con mayor incidencia sobre el bienestar ciudadano.

Y si de sonidos molestos se trata, Chile no se aleja de este problema. El ruido en la Región Metropolitana sobrepasa largamente el límite máximo establecido por la OMS de 85 dB durante ocho horas seguidas, lo que

implica que el 80% de la población está expuesta a algún riesgo de sordera.

El 70% de los ruidos molestos provienen del tránsito vehicular. El resto corresponde a fuentes fijas como actividades empresariales

y comerciales.

Un ejemplo para graficar el nivel de peligro al que estamos expuestos: de acuerdo a mediciones realizadas por la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) en el año 2001, un transeúnte que camina por calles como la Alameda –la principal avenida del centro de Santiago–, se enfrenta a un

promedio de 70 dB y hasta 90 dB, cuando pasan microbuses a toda velocidad a su lado.

Sus efectos

¿Qué es el ruido? Es cualquier sonido que sea calificado por quien lo recibe como molesto o desagradable..
La intensidad de las distintas actividades o fuentes sonoras se mide en decibeles (dB). La escala de medición sonora va desde 0 dB, que indica el umbral mínimo de percepción acústica, hasta el límite peligroso establecido en 160 dB por la OMS.

A nivel internacional se establece que un nivel de ruido entre 45 y 55 dB resulta molesto y desagradable. Estar expuesto a valores superiores a 85 y 120 dB puede causar la pérdida gradual, irreversible y permanente de la capacidad auditiva.

Una forma de advertir cuándo un sonido le hace mal al oído es cuando la persona se siente nerviosa, siente un zumbido o una sordera momentánea o se ve obligada a gritar para comunicarse.

Los efectos de la contaminación acústica para la salud son múltiples. Según explica el Jefe del Servicio de Medicina del Trabajo del Hospital del Trabajador, Alejandro García, además de estrés, irritabilidad y ansiedad, el ruido puede provocar y agravar enfermedades cardiovasculares (por el aumento del ritmo cardíaco), la hipertensión y elevar el contenido de colesterol en la sangre.

De hecho, un estudio realizado por la Agencia Federal Alemana de Medio

Ambiente en el año 2002 demostró que la población expuesta a un nivel de ruido por encima de los 65 dB desarrolla, a corto plazo, un 20% más de ataques cardíacos.

“Al estar expuestas a ruidos intensos, las personas pueden sufrir

de dolores a la cabeza y tener tendencia a actitudes agresivas, dificultades

de observación, concentración y sordera”, asegura el especialista.

Trabajo ensordecedor



El sonido molesto y permanente también afecta el rendimiento intelectual y la productividad, tanto a nivel individual como en equipo.

Tanto es su impacto que, la pérdida temporal o permanente de audición a raíz de la exposición al ruido en el lugar de trabajo, es una de las

enfermedades profesionales más comunes.

Según mediciones realizadas por el Servicio de Salud Metropolitano del Ambiente (Sesma) en 2000, el 30% de los trabajadores chilenos está expuesto a niveles que provocan daño auditivo irreparable. Por si

esto fuera poco, la hipoacusia es la principal causa de indemnizaciones y pensiones. Según la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO), en 2000 representaba el 65% en el sistema de Mutualidades.

Además, el 80% de las incapacidades permanentes producidas por enfermedades profesionales lo es por exposición al ruido.

El otorrino y miembro de la Sociedad de Otorrinolaringología, David Jofré, asegura que el perfil del paciente más afectado por ruido es principalmente hombre, de entre 50 y 65 años. Los más dañados son aquéllos expuestos con más frecuencia a máquinas como sierras, pulidoras, lijadoras, motosierras, motores, turbinas, aserradoras y telares.

En general, trabajos de fábricas que generan sonidos intensos y persistentes.
También se ven afectados aquéllos expuestos a ruidos producidos por armas de fuego como el personal de Fuerzas Armadas o cazadores de tiro al blanco o el personal de los aeropuertos y de aviación.

Cristian Carriel, tecnólogo médico especializado en otorrinolaringología, asegura que el 40% de los trabajadores expuestos a elevados niveles de ruido (90 dB) tendrá pérdida auditiva a los 65 años. Muchos, incluso, estarán sordos, asegura.

“Por lo general, 85 dB durante una jornada laboral de ocho horas es el nivel permisible de ruido, aunque es mejor disminuir el ruido lo más posible”, afirma el experto.

Una de las maneras más eficaces de combatir el sonido molesto es tratar de

atenuar el impacto de la fuente que lo produce, es decir, lo mejor es proteger los oídos.

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