miércoles, 1 de junio de 2011

RUIDO


Ubicado dentro del grupo de los riesgos físicos, el
ruido constituye un contaminante tanto ambiental como ocupacional, cuya definición, básicamente subjetiva, es la de un sonido desagradable.
En forma paradójica a lo subjetiva que puede ser
esta definición, sus efectos deletéreos sobre la
salud están ampliamente demostrados y documentados en la literatura científica. El efecto sobre
el sistema auditivo, que es la hipoacusia, fue el
primero en describirse y caracterizarse, y depende
principalmente de la intensidad del sonido y del
tiempo de exposición. El daño producido es gradual e irreversible y lamentablemente no es percibido en etapas
tempranas (Otárola et al 2006).
En los últimos años se ha publicado una serie de estudios que muestran que los efectos del ruido pueden alcanzar distintos ámbitos y
órganos del ser humano: molestias sicológicas, falta de concentración, elevación de la presión arterial y otros. Esto ha generado una
línea de investigación nueva y en activo desarrollo, especialmente
en el ámbito cardiovascular (Chávez 2006).
El ruido, desde la perspectiva de la salud ambiental, es un problema
importante a nivel mundial, estando incluso entre las preocupaciones de la OMS, que estima en 300 millones las personas afectadas.
El ruido producido por las actividades urbanas (vehículos, construcción) puede sobrepasar ampliamente en Chile, al igual que en paí-
ses europeos y americanos, los niveles recomendados por organismos internacionales (Morales 2006).
Desde la perspectiva ocupacional, el ruido afecta principalmente
a trabajadores de la minería, manufacturas y construcción, así
como también a personal de las Fuerzas Armadas, aunque estos
últimos no siempre están protegidos por la ley 16.744. El ruido
en ambientes ocupacionales es controlado principalmente
mediante el uso de equipos de protección personal y mediante
programas de vigilancia médica, que suponen la realización de
audiometrías periódicas. Cuando el daño supera el 15% de incapacidad, el trabajador debe ser retirado de la exposición y recibe
una compensación económica.
Se ha visto que el ruido en ambientes ocupacionales también puede
afectar a terceros, como por ejemplo los neonatos que se encuentran en ambientes hospitalarios. En el artículo de Fernández y Cruz,
se describen los altos niveles de ruido que puede haber en incubadoras de Unidades de Cuidados Intensivos neonatales y los efectos
adversos que ello puede generar (Fenández y Cruz 2006).
El proceso de generación y contaminación por ruido
en ambientes laborales está descrito, así como establecidos los métodos de control adecuados. También
se conocen las propiedades y características de los
distintos elementos de protección existentes, que
constituyen la forma de control más utilizado.
A pesar de todo lo anterior, a pesar que se conoce
el riesgo y sus formas de control, aún existen trabajadores expuestos a altos niveles de ruido y año
a año hay nuevas personas indemnizadas o pensionadas por hipoacusia laboral (ACHS 2006). Surge
entonces la pregunta, ¿por qué no se ha terminado
con el daño por ruido?
Aun cuando, desde la perspectiva de gestión ocupacional, resulta
difícil eliminar un riesgo sin controlar la fuente que lo produce, en
la realidad actual, la respuesta más probable a esa pregunta es que
ha faltado rigurosidad en la aplicación de los métodos de control.
Existe la percepción y documentación que los métodos de control,
principalmente los equipos de protección personal, no son bien utilizados, por diversas razones. Además, dichos equipos no presentan
certificación rigurosa de su calidad y en algunos casos podría escogerse el equipo no idóneo (Sánchez y Albornoz 2006). La eliminación y aislamiento de fuentes de ruido puede llegar a ser bastante
onerosa y eso limita la aplicación de este método.
El trabajo actual apunta a mejorar estas debilidades, a través de
estandarización y creación de normas para selección, enseñanza
de uso, utilización y recambio de los equipos de protección personal. Además, resulta vital trabajar en la educación y motivación
de los trabajadores para el uso de esta protección (Sánchez y
Albornoz 2006). El conocimiento de que el riesgo afecta a terceros nos debe hacer reconsiderar el mejor método de protección en
dicho escenario.
La diferencia entre el estado y aplicación del conocimiento científico y el resultado obtenido empíricamente al utilizarlo, es una responsabilidad de los investigadores y de los profesionales que
entienden y aplican este conocimiento. En el caso del ruido, es más
fácil culpar a los trabajadores de que no se logran los objetivos propuestos, que asumir que es responsabilidad de los profesionales que
se utilicen los equipos y que se cumplan las normas. Sin embargo,
sólo manteniendo el interés en resolver los problemas y en responder las preguntas que la dinámica del conocimiento nos entrega
lograremos avanzar en campos como la salud laboral y mejorar la
salud de nuestros trabajadores y población.
Ubicado dentro del grupo de los riesgos físicos, el
ruido constituye un contaminante tanto ambiental como ocupacional, cuya definición, básicamente subjetiva, es la de un sonido desagradable.
En forma paradójica a lo subjetiva que puede ser
esta definición, sus efectos deletéreos sobre la
salud están ampliamente demostrados y documentados en la literatura científica. El efecto sobre
el sistema auditivo, que es la hipoacusia, fue el
primero en describirse y caracterizarse, y depende
principalmente de la intensidad del sonido y del
tiempo de exposición. El daño producido es gradual e irreversible y lamentablemente no es percibido en etapas
tempranas (Otárola et al 2006).
En los últimos años se ha publicado una serie de estudios que muestran que los efectos del ruido pueden alcanzar distintos ámbitos y
órganos del ser humano: molestias sicológicas, falta de concentración, elevación de la presión arterial y otros. Esto ha generado una
línea de investigación nueva y en activo desarrollo, especialmente
en el ámbito cardiovascular (Chávez 2006).
El ruido, desde la perspectiva de la salud ambiental, es un problema
importante a nivel mundial, estando incluso entre las preocupaciones de la OMS, que estima en 300 millones las personas afectadas.
El ruido producido por las actividades urbanas (vehículos, construcción) puede sobrepasar ampliamente en Chile, al igual que en paí-
ses europeos y americanos, los niveles recomendados por organismos internacionales (Morales 2006).
Desde la perspectiva ocupacional, el ruido afecta principalmente
a trabajadores de la minería, manufacturas y construcción, así
como también a personal de las Fuerzas Armadas, aunque estos
últimos no siempre están protegidos por la ley 16.744. El ruido
en ambientes ocupacionales es controlado principalmente
mediante el uso de equipos de protección personal y mediante
programas de vigilancia médica, que suponen la realización de
audiometrías periódicas. Cuando el daño supera el 15% de incapacidad, el trabajador debe ser retirado de la exposición y recibe
una compensación económica.
Se ha visto que el ruido en ambientes ocupacionales también puede
afectar a terceros, como por ejemplo los neonatos que se encuentran en ambientes hospitalarios. En el artículo de Fernández y Cruz,
se describen los altos niveles de ruido que puede haber en incubadoras de Unidades de Cuidados Intensivos neonatales y los efectos
adversos que ello puede generar (Fenández y Cruz 2006).
Editorial
RUIDO
Dr. Mauricio Salinas
Editor Jefe
Revista Ciencia & Trabajo
Editorial | Ciencia & Trabajo
Asociación Chilena de Seguridad. 2001. Informe Incapacidades Permanentes por
Enfermedad Profesional, Período 1969 - 2001.
Chávez 2006. Ruido: Efectos Sobre la Salud y Criterio de su Evaluación al Interior de
Recintos. Revist Cienc Trab. abr-jun:8(20):42-46.
Fernández D, Cruz N. 2006. Efectos del Ruido en Ambiente Hospitalario Neonatal.
Revist Cienc Trab. abr-jun:8(20):70-78.
Morales C. 2006. 300 Millones de Personas Sufren de Contaminación Acústica
en el Mundo: El Ruído Deja en Silencio
cien y trabajo

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