lunes, 23 de marzo de 2015

LECTURA LABIOFACIAL

LECTURA LABIOFACIAL 1. Concepto de lectura labiofacial: Definición Nuestro sistema de comunicación por excelencia es y ha sido casi desde el principio de nuestra historia, la comunicación oral, el lenguaje oral. El hombre “normal”, tiene una capacidad de percepción y discriminación auditiva, una capacidad de desarrollar procesos cognitivos y una capacidad de utilización de sus órganos bucofonatorios tales que le permiten la audición, el habla y el lenguaje oral en suma. En una persona sorda, en principio, la única diferencia estriba en que, de estas tres capacidades que permiten o facilitan la comunicación oral, le falta o le falla la primera: no oye u oye defectuosamente. A pesar de ello, las personas sordas siguen formando parte de una sociedad que emplea básicamente el lenguaje oral, se dirige a ellas con este sistema de comunicación y además espera de ellas el mismo tipo de respuesta. Dejando de lado lo justo o lo injusto de la situación que no es el tema de esta conferencia, lo cierto es que las personas sordas se ven obligadas frecuentemente a desenvolverse en un sistema con un mecanismo al que le falta una pieza. ¿Se han fijado ustedes en cómo funciona cualquiera de nuestros electrodomésticos cuando les falta una piececita o ésta es defectuosa? Recordarán que o no funciona en absoluto o funciona francamente mal y a duras penas cumple su función. Aunque la comparación resulte algo burda, en similar estado podría encontrarse (de hecho se encuentra muchas veces) el sistema de comunicación oral de las personas sordas, sino fuera porque instintivamente primero y estudiadamente después, el hombre (y la mujer) siempre acaba por encontrar recursos más o menos válidos para que el “electrodoméstico” vuelva a ser útil o al menos funcione un poco mejor. Por recursos “estudiados” podemos entender por ejemplo todo el trabajo de discriminación auditiva, aprovechamiento de los restos auditivos a través de prótesis u otros aparatos, etc. de los cuales en la conferencia anterior hemos podido conocer algo. El recurso “instintivo” viene a ser en este caso el sustituir la pieza audición del habla por la visión del habla, esto es, lectura labiofacial. Aunque el término no nos parece muy adecuado pues no consiste única y exclusivamente en “leer los labios” sino en leer toda la expresión facial y adivinar lo que no es legible, vamos a mantenerlo y veamos que tal funciona el sistema con esta pieza ejerciendo de sustituta o de complemento de la pieza original. 2. Concepto muy sencillo para realidad muy compleja: dificultades y limitaciones de la lectura labiofacial 2.1. Limitaciones intrínsecas de la vía visual En primer lugar esta nueva pieza tiene, por sus características, algunas desventajas sobre la vía auditiva original: • no es un sentido permanentemente abierto como el oído, • no “funciona” en la oscuridad, a través de algunos obstáculos físicos, • no actúa en todas las direcciones, es unidireccional, • es voluntaria, “sólo se ve si intencionalmente se mira, aquello que se mira”. Estas desventajas tienen un efecto importantísimo, sobre todo en los primeros años de vida del niño sordo pues de esta forma el llamado “baño de lenguaje oral” que tanto peso para favorecer la adquisición y desarrollo del lenguaje, ya no será “baño” sino, en todo caso, “salpicaduras” de lenguaje oral. Descargando toda la responsabilidad o gran parte de la responsabilidad que corresponde a la vía auditiva en la vía visual, el lenguaje oral deja de ser algo en lo que el niño se ha inmerso para ser algo que se percibe solo en determinadas circunstancias. Pasa de ser algo con lo que se establece contacto quieras o no, a ser algo que requiere cierto grado de voluntariedad para contactar con él. Las diferencias son significativas. 2.2. Opacidad visual del lenguaje oral El lenguaje oral no me cabe duda de que no lo inventaron los sordos ni los duros de oído, Es un sistema pensado para ser oído. Si pueden diferenciar claramente /p/ y /m/, ¿les preocupa en algo que visualmente ambos fonemas sean idénticos?, ¿les produce algún malentendido que sean “físicamente” iguales? Como estos hay otros fonemas también con idéntica o muy similar imagen labiofacial. Y hay además toda una serie de fonemas “ocultos”, que no tienen siquiera imagen labiofacial y, si queremos ponerlo más difícil, ¡hasta tenemos ventrílocuos que no dan imagen labiofacial a ningún fonema! Esto puede parecer un chiste pero lo cierto es que resulta un inconveniente bastante grave o no poco frecuente porque, sin necesidad de ser un José Luis Moreno, son muy pocas las personas que vocalizan con corrección y hacen visibles con claridad y exactitud todos los fonemas. 2.3. Reconocer exige previamente conocer Puesto que hablamos de “lectura” labiofacial, vamos a tomar un ejemplo de lectura: Piensen ustedes en un idioma que no conocen o conocen muy poco, el alemán, por ejemplo. ¿Podrían leer un texto en alemán? A lo sumo podrían deletrear pero no mucho más. Con la lectura labiofacial sucede lo mismo. Cuando percibimos la imagen labiofacial de palabras como “mesa”, “pelota” (emitir sin voz), la mayoría de nosotros podemos identificarlas, reconocerlas, aún sin gran experiencia en la lectura labiofacial, porque son palabras que conocemos, que estamos acostumbrados a manejar. Sin embargo, si viéramos la imagen labiofacial de “parakalo” o “ecfcharisto” (emitir sin voz) podríamos como mucho descifrarlas, podríamos incluso, poniendo toda nuestra atención, imitarlas correctamente pero dudo mucho que pudiéramos identificarlas, reconocerlas, a no ser que conozcamos el griego y sepamos que así se dice en ese idioma “gracias” y “por favor”. He aquí la mayor contradicción, o la mayor mitificación que se ha hecho de la lectura labiofacial: confiar excesivamente en ella para la adquisición del vocabulario y desarrollo del lenguaje, cuando es terriblemente difícil “leer” lo que no se conoce, el vocabulario nuevo… Los mejores labiolectores son, en general, los que mayor capacidad de lenguaje, mayor vocabulario tienen, pero ese vocabulario casi todos ellos lo han asimilado principalmente gracias a la lectura, no gracias a la lectura labiofacial. Es decir, son buenos labiolectores. ¿Qué la labiolectura ayuda a este proceso? Sí, seguramente sí, pero normalmente la primera vez que nos encontramos con una palabra nueva siempre acaba ¡o en el papel o en la dactilología! 2.4. Papel de la suplencia mental Mal nos la está presentando hasta ahora esta candidata a sustituta o complemento de la audición en nuestro sistema de comunicación oral: no funciona siempre, no transmite toda la información pues algunos fonemas no se ve, o lo hace de forma ambigua pues otros fonemas pueden confundirse y ahora además requiere un cierto nivel de conocimientos lingüísticos previos para que sea eficaz. Entonces ¿vale o no vale? Vale sí y mucho pero… deberemos aprender, mejor, ejercitarnos y adquirir habilidad en el juego de la “suplencia mental”. ¿Cómo podría explicarles en que consiste esa suplencia mental sin que acaben viéndolo como algo mágico pero tampoco como algo sencillísimo? Recurramos una vez más a la lectura. ¿Pueden averiguar qué pone aquí?: S_ _ _ _ _ _ _ O Este es un ejemplo un poco difícil, ¡pueden ser tantas cosas y tenemos tan pocos indicios!, pero tampoco es muy real. Vendría a ser el equivalente de una lectura labiofacial en la que sólo se vieran los labios sin ningún otro indicador. Vamos a conceder que además de los labios podemos observar la expresión facial, la dirección de la mirada…, tendríamos entonces más información, sería: S_ M _ _ A _ I O Bien, el trabajo de “suplencia mental” ya es menor pero ahora es más sutil: ¿qué tenemos “semanario” o “seminario”? Recurrimos entonces al contexto, pensamos que estamos en un encuentro que bajo el tema de “Discapacidad y Sistemas de Comunicación” se está desarrollando como… ah, sí, como un “seminario”. El “conocimiento del tema” es otro de los elementos que facilitan este trabajo casi inconsciente que se realiza en la lectura labiofacial. Por ejemplo, conociendo ustedes ahora algo mejor el tema que nos ocupa seguramente podrán descifrar sin grandes dificultades esta frase: La s _ _ _ _ _ _ _ a m_ _ _ _ l es fundamental en la lectura labiofacial. Tan fundamental que yo siempre he considerado que con una buena capacidad de lectura labiofacial, un 25 % se lee realmente, un 50 % puede adivinarse gracias a la suplencia mental y el 25 % restante se encomienda a la buena suerte para que su identificación sea correcta o no. Resumiendo un poco, “suplencia mental” es realizar rápidamente, in mente, todo este análisis que medio en serio medio en broma hemos realizado sobre la información aportada por labios, expresión facial, mirada, contexto y el tema del que se habla. 3. Condiciones necesarias para la lectura labiofacial Planteadas ya las dificultades y limitaciones de la lectura labiofacial deberíamos pasar ahora a las condiciones o requisitos que nos pueden permitir reducir al mínimo esas trabas y convertir la lectura labiofacial en un instrumento de comunicación lo más eficaz posible. 3.1. Condiciones del entorno Iluminación: la falta de luz constituye un obstáculo para la correcta percepción de la labiolectura. Obviamente no hablamos de la oscuridad total, sino de esa luz tenue, tan habitual últimamente en nuestra estética decoradora, o la penumbra o la luz deficiente emitida por bombillas de baja intensidad, por ejemplo. En estos casos la lectura labiofacial es perfectamente posible pero… ofrece menos garantías de “entendimiento” y cansa mucho más rápidamente que en situaciones de buena iluminación. Orientación: otro aspecto que hay que tener en cuenta respecto a la iluminación es que el foco de luz no debe dar nunca a la cara del “lector” ni estar situado detrás de la persona que habla, pues la imagen así percibida suele ser una figura negra en la que a duras penas se distingue algún rasgo facial. La luz es mejor que sea difusa o bien que enfoque al hablante. Movimiento y elementos de distracción: seguir con la vista los labios y expresión facial de una persona que se mueve constantemente no es tarea fácil a la par que es un elemento más para producir fatiga. Tampoco hay que exagerar y mantener una actitud estática, pero si deberíamos controlar un poco nuestros desplazamientos y movimientos innecesarios cuando hablamos con una persona sorda. Ruido ambiental: aunque no de forma tan significativa, también pueden constituir un factor de fatiga el percibir movimientos detrás o alrededor de la persona a la que se está “leyendo”. Pasados los primeros instantes uno se acostumbra y no distorsiona la percepción pero… se llega a sentir la misma incomodidad que cuando dos oyentes desarrollan una conversación en un ambiente con ruido de fondo. 3.2. Condiciones del hablante Evitar la interposición de obstáculos a la visión de su rostro: Este es un fenómeno bastante habitual y del que raramente somos conscientes. El llevarse el cigarrillo a la boca e incluso hablar con él en los labios, o un bolígrafo, o acariciarse el rostro o la nariz, juguetear con las gafas mientras se habla… pequeñas costumbres tan fáciles de evitar como difícil es caer en la cuenta de que se están realizando. Controlar la situación: Tampoco cuesta demasiado controlar nuestra situación respecto a las personas sordas que nos están “leyendo”. Hay que combinar el “ni muy cerca, ni muy lejos”. El “no muy lejos” se comprende fácilmente pero hay quien no considera la lectura labiofacial como una percepción global más allá de los labios y ante la sordera adopta el “cuánto más cerca mejor”, tomándolo sobre todo como “cuánto más cerca del oído” con lo cual la visión desde esa perspectiva no resulta demasiado eficaz. En cuanto al ángulo, se puede realizar la labiolectura hasta de perfil aunque es preferible y desde luego mucho más eficaz cuando se lleva a cabo frente a frente y a la misma altura. Vocalización correcta: Nuevamente insistimos en el término medio, es decir, ni muy deprisa ni muy despacio, ni sin vocalizar ni vocalizando exageradamente, ni tanto, ni tan poco. Es frecuente que frente a las personas con problemas de audición se sienta el impulso de enlentecer exageradamente el habla y pronunciar marcadamente pensando así facilitar la comprensión del mensaje cuando generalmente se consigue justamente lo contrario. Claridad sí pero no exageración. Gritar, hablar excitadamente o sonriendo son situaciones de vocalización que suelen “desfigurar” la pronunciación normal y que con frecuencia requieren una repetición en tono más neutral. Constitución facial: este es el único elemento que no tiene control posible. Estamos haciendo referencia a las peculiaridades faciales de algunas personas que impiden identificar con claridad algunos fonemas como por ejemplo, personas con uno o ambos labios extremadamente finos, personas con una implantación dental muy saliente, abuelitos sin dientes, etc. Mención aparte merecen las barbas y bigotes. No es necesario llegar al extremo de prescindir de ellos si debemos contactar continuamente con personas sordas. De por sí no constituyen un obstáculo salvo cuando su longitud sobrepasa el labio superior. Si permite ver con claridad y totalmente ambos labios… están a salvo. 3.3. Condiciones del mensaje Pese a la inicial dificultad que para una persona poco avezada en la comunicación con personas sordas, los mensajes a transmitir deben estar constituidos siempre por frases enteras y gramaticalmente correctas. La observación es importante porque, desgraciadamente, es habitual encontrar actitudes comunicativas hacia los sordos poco cuidadas partiendo de un prejuzgado “si hablo bien no me entiende”, es decir, frases muy simples, frases en las que solo figuran los elementos más significativos, frases mal enlazadas o mal construidas en definitiva. En ocasiones, las dificultades de la lectura labiofacial no son una mala percepción de los elementos orofaciales, sino el desconocimiento de las palabras o expresiones utilizadas. Esto es importante tenerlo en cuenta por cuanto en esas ocasiones de nada sirve repetir hasta la saciedad con mejor vocalización o con mayor énfasis, siendo más eficaz proceder a cambiar la expresión o el vocabulario empleado manteniendo el significado. Repetir un mismo enunciado o palabra dos o tres veces puede ser aceptable pero si a la tercera oportunidad persiste la incomprensión es aconsejable modificarlo. Otra condición referida al mensaje que puede facilitar su comprensión por lectura labiofacial es la determinación previa del tema del que se va a hablar. Como ya vimos, conocer el tema es un elemento importante para aligerar el “trabajo” de suplencia mental. De ahí que incidamos en la necesidad de avisar o controlar que nuestro interlocutor sordo perciba los cambios de temas y situarlo cuando estos se produzcan. 3.4. Condiciones del lector Cuatro son las condiciones que más se aprecian para ser un buen lector labiofacial: Capacidad de atención prolongada. Permanecer largo tiempo con la mirada, la atención fija en el rostro de una persona es agotadora. Y no olvidemos que no es lo mismo “mirar” que “atender”, como no es lo mismo “oír” que “escuchar”. ¿Cuántas veces nos hemos sorprendido “mirando sin ver”? Paciencia. Si encima del esfuerzo que supone mantener la atención éste no se ve compensado con la comprensión… hace falta paciencia para en lugar de renunciar, ir diciéndose a sí mismo “paciencia, no entiendo nada pero debo seguir fijándome a ver si pesco algo más de información y puedo entonces reconstruir el mensaje”. Buen nivel de lenguaje. Condición que ya hemos comentado anteriormente y que tiene un poco la categoría de sine qua non. Restos auditivos. Esta es una condición que no suele mencionarse muy a menudo pero que también incide en el mayor o menor rendimiento de la lectura labiofacial. Los restos auditivos permiten una codificación estrechamente ligada a la posición labio-facial que redundan en un mejor nivel de comprensión global. Insisto en lo de “codificación estrechamente ligada” porque me parece importante resaltar que, por lo general, las personas sordas que se hayan en esta situación suelen funcionar desastrosamente con sus restos auditivos solamente y, paralelamente, experimentan una notable disminución de su capacidad de lectura labiofacial cuando ésta se les ofrece sin su componente sonoro. 4. Ayudas complementarias a la lectura labiofacial Como hemos podido ver hasta ahora la lectura labiofacial tiene unos inconvenientes y requiere una serie de condiciones que no siempre se dan. Y tiene también una serie de ventajas con respecto a otros sistemas de comunicación nada despreciables. Los sistemas complementarios para la lectura labiofacial intentan paliar en lo posible esos inconvenientes a la par que potenciar sus ventajas. La mayoría de ellos se basan en técnicas que permiten visualizar y diferenciar esos fonemas de los que antes hablábamos que no tienen imagen labiofacial o resultan ambiguos a la percepción visual. Algunos de estos sistemas emplean recursos técnicos, como el Autocuer, pero están más difundidos y mejor aceptados los que recurren a las configuraciones y movimientos de la mano en la zona próxima al rostro del hablante, como el A.K.A. (alfabeto de kinemas asociados) utilizado en Bélgica, o La Palabra Complementada más conocida en España. 5. El aprendizaje de la lectura labiofacial 5.1. ¿Se puede aprender realmente? Conozco a muchas personas sordas, especialmente personas sordas post-locutivas, que se han acercado a la Confederación Nacional de Sordos de España (CNSE) con la misma pregunta: “¿dónde puedo aprender a leer en los labios?” Sabemos de algunos cursos que se organizan en función de la demanda con este objetivo. Personalmente considero que se pueden mejorar algunos hábitos de esas personas sordas para facilitar su capacidad natural (necesidad obliga) de lectura labiofacial, pero el verdadero aprendizaje no debe realizarlo tanto la persona sorda como el entorno que le rodea habitualmente. Me explico. Yo puedo “aprender” y practicar la lectura labiofacial con un profesor excelente, pero no me licenciarán nunca de ese aprendizaje porque en cada ocasión en la que me encuentre con un interlocutor nuevo deberé volver a “aprender” y practicar mi lectura labiofacial con él. Puedo mejorar mis aptitudes pero seguiré necesitando siempre que las personas que me rodean “aprendan” a facilitarme la lectura labiofacial. 5.2. Tendencias metodológicas para potenciar la lectura labiofacial Me permito citar aquí un breve fragmento de Adoración Juárez en “Manual de Logopedia” (1988): “Un aprendizaje aislado de la lectura labiofacial sólo se concibe cuando la sordera es adquirida después del aprendizaje del lenguaje. En este caso existen dos orientaciones metodológicas básicas: la primera, analítica, empieza por sílabas y sigue con palabras, frases sencillas y termina con la conversación; la segunda sigue un enfoque más global y parte directamente de la comprensión de pequeñas frases contrastadas, jugando con las oposiciones más acentuadas para llegar a las más sutiles (…). En niños sordos prelocutivos, el entrenamiento de la lectura labiofacial forma parte del programa general de desarrollo del lenguaje y sigue siempre una orientación global.” 5.3. ¿Qué supone ejercitar la lectura labiofacial? Para el entorno, es decir, para las personas oyentes que habitualmente tratan con la persona sorda, supone principalmente un “acordarse siempre”, un controlar su forma de hablar habitual, moderar la velocidad, pronunciar con claridad, no ocultar ni desfigurar la boca, hablar en suma con menos naturalidad, con menos espontaneidad, con menos confort lo cual lleva a sentirse un poco, digámoslo con franqueza, incómodos, especialmente si la situación no es “de trabajo”, sino de reunión informal de amigos, por ejemplo. Para la persona sorda ejercitar la lectura labiofacial en situaciones de la vida real, supone invariablemente un esfuerzo muy grande y además “chantajista” pues si los interlocutores no son personas conscientes de la dificultad que entraña este ejercicio para la persona sorda y aún siéndolo hay que decirse “o me esfuerzo o me quedo fuera de la conversación, elige.” Y, insisto, es un esfuerzo que agota y que muchas veces deprime cuando no se ve compensado o cuando a pesar de todo, el amigo atento debe repitiéndonos o resumiéndonos lo que se lleva en la conversación, dejándonos la sensación inevitable de que somos una carga para ese amigo o para el grupo entero cuando observamos que todos se esfuerzan por hablar como no hablan normalmente. No piensen que somos desagradecidos cuando muchas veces renunciamos a la repetición voluntariosa y amable o “desconectamos” descaradamente del tema a pesar de los esfuerzos que ustedes hacen. Es cansancio simplemente.

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