jueves, 17 de noviembre de 2011

Cinco de cada mil niños nacen con algún tipo de sordera


Los trastornos de audición en la infancia requieren una atención especial. La precocidad en su diagnóstico es vital para adoptar el tratamiento más adecuado y que el niño pueda desarrollar sus capacidades con normalidad.



Se calcula que cada año 2.000 familias se enfrentan al hecho de descubrir que sus hijos tienen un trastorno auditivo, según datos de la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS). De éstos casos, se considera que aproximadamente unos 500 presentarán sordera profunda.

La dificultad en el diagnóstico, especialmente en los primeros meses de vida, y la importancia de la detección precoz para tratar la pérdida auditiva cuanto antes y así favorecer un normal desarrollo de las capacidades del pequeño, hacen necesario un especial abordaje de estos problemas de salud desde las primeras semanas.

Uno de cada mil bebés padece algún tipo de pérdida auditiva desde el nacimiento. En el 50 por ciento de los casos los síntomas no son fácilmente apreciables, motivo por el cual se suele retrasar el diagnóstico. Desde 2003, el Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas desarrollan un Programa de Detección Precoz de la Sordera implantado en todos los centros hospitalarios del territorio nacional, cuyo objetivo es detectar un posible trastorno auditivo en los primeros días de vida del bebé.

De esta forma, una vez diagnosticado, el bebé puede someterse a la terapia auditiva más adecuada para su caso desde las primeras semanas de vida y así poder tener un normal desarrollo de su capacidad auditiva y del lenguaje.

Principales síntomas en la infancia

Durante la infancia algunos de los principales síntomas que pueden alertar a los padres que su hijo padece algún trastorno auditivo son que no desarrolle el lenguaje al mismo ritmo que otros niños, que no responda a estímulos sonoros, o la falta de atención y/o concentración.

También existen diversos factores de riesgo que pueden incrementar las probabilidades de que nuestro hijo desarrolle una pérdida de audición, como por ejemplo, un historial familiar con casos de hipoacusia infantil permanente, alteraciones durante el embarazo o infecciones intrauterinas, padecer enfermedades endocrinas como el hipotiroidismo o que el bebé presente algún síndrome que conlleve una afectación de la capacidad auditiva.

En la infancia también pueden aparecer pérdidas de audición temporales, debido a la existencia de cerumen o como consecuencia de una otitis media, una infección que debe tratarse rápida y adecuadamente. Ante las primeras molestias en los oídos es importante acudir a un especialista que haga un diagnostico e indique un posible tratamiento. Junto a la detección del problema también es muy importante la valoración de las consecuencias derivadas de la misma.

GAES, líder en corrección auditiva, lanza la nueva marca GAES Junior que ofrecerá atención profesional y especializada para tratar los trastornos auditivos de los más pequeños.



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