martes, 4 de octubre de 2011

EL DIFÍCIL CAMINO A LA EDUCACIÓN

“En clases, al no escuchar, muchas veces no sabía qué tenía que hacer. Tenía que estudiar muchísimo pero igualmente no entendía nada. A veces le preguntaba a los profesores pero ellos tampoco podían entender lo que intentaba decirles. Cuando hablaban, yo no podía seguirlos porque decían muchas cosas muy rápido y leer los labios es muy difícil”. Este testimonio pertenece a la alumna Vanesa -una de las 66 mil 524 personas sordas reconocidas en Chile según el último Censo- quien fue integrada al sistema educativo tradicional chileno.

EL DIFÍCIL CAMINO A LA EDUCACIÓN

Cerca del 95 % de los niños sordos nace en familias oyentes y no tienen dentro de ella acceso a la lengua de señas, por lo que es el colegio y la comunidad donde deben ofrecerle la posibilidad de que entre en contacto con otros niños y adultos sordos para desarrollarla.
Los dos primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo cognitivo en el lenguaje. Pero, es muy frecuente en nuestro país que durante los 24 meses de vida, el niño permanezca sin diagnóstico médico, por carencia de información o de experiencia de los padres respecto de patologías asociadas. A veces, la pérdida de la capacidad auditiva sólo es detectada a partir de la presencia de dificultades de aprendizaje, de lenguaje o trastornos de la conducta.
Además, la oferta educacional para niños con esta limitación asciende sólo a 14 establecimientos y centros especializados en la Región Metropolitana, que generalmente concentran su atención en los primeros años de vida.
Un estudio publicado recientemente por el Fondo Nacional de la Discapacidad (FONADIS) destaca que “en las dos últimas décadas, en el mundo entero se ha puesto énfasis en el diagnóstico precoz, porque la rehabilitación depende de la estimulación pronta de la vía auditiva, utilizando los restos acústicos, casi siempre presentes. No existe el ‘sordomudo’, sólo existe el sordo al quien nadie le enseñó a hablar”. La investigación de Fonadis sostiene además que “la sordera no sólo incide en la recepción de la dimensión sonora y el desarrollo de una comunicación auditiva-verbal, sino que en el desarrollo integral del niño; su evolución cognitiva, afectiva y social se ven empobrecida por la dificultad de acceso a la estimulación ambiental que provoca la incomunicación”.
La directora de la Escuela Especial para Sordos Jorge Otte Gabler, Lucía Rojas, comparte esta opinión, pero destaca que esta etapa –que a veces se extiende por largos periodos- también debe ser acompañada por un proceso familiar que les permita interactuar. “Lo que el niño sordo necesita es integrarse a un grupo preescolar para que aprenda a comunicarse y ser integrado”. Según la especialista, lo ideal es que la educación del niño sordo involucre también a sus padres, hermanos y parientes, porque “facilita la adaptación y favorece la interacción familiar”.
Aunque algunos adultos sordos conservan buenos recuerdos de su época estudiantil, la mayoría sufre serios problemas que se van intensificando a lo largo de los años. En términos generales, declaran no haber tenido dificultades durante los primeros años de la escuela, en los que predominan las actividades de tipo motriz, como juegos y trabajos manuales. Pero, a medida que crecen, estas actividades van siendo reemplazadas por las disertaciones, las conversaciones, los planes, etc. Aquí el niño sordo comienza a excluirse y a ser excluido, porque no puede interactuar con sus pares.
Especialistas coinciden en que la integración del niño sordo es una cuestión que requiere de reflexión y de evitar cualquier tipo de generalización, pues ésta debe ser pensada caso por caso, procurando determinar qué es lo mejor para el niño desde su individualidad.
Las causas de la sordera, el grado de pérdida auditiva, el nivel lingüístico-cognitivo, el compromiso de los padres y hasta la misma personalidad del niño son algunos de los factores que marcan la diferencia. Entonces, ¿podrán todos los niños sordos integrarse en la escuela de oyentes? Probablemente no todos. La integración de niños hipoacúsicos o sordos postlinguísticos no debería ofrecer dificultades, pero no resulta tan sencillo cuando se trata de sordos profundos prelingüísticos.

Lucía Rojas sostiene que la integración será positiva siempre que se den las condiciones necesarias en cada tipo de discapacidad: respeto por la diferencia, un proyecto de integración, profesores especialistas, intérprete de lengua a señas, por nombrar algunas. Es fundamental, agrega, si estamos hablando de un proceso de inserción escolar y social, “que los niños primero se integren plenamente a su familia y que sus padres conozcan a personas sordas adultas para que sepan que sus hijos tendrán posibilidades de desarrollarse a futuro. Que piensen que ellos podrán trabajar, se van a casar, que aspiran a ser felices, igual que cualquier persona”.

POR EL DERECHO A LA INFORMACIÓN

Tras lograr ampararse en el derecho que tienen todas las personas a informarse, desde el pasado 31 de marzo fue incorporado el lenguaje de señas en los noticieros de televisión abierta. Esto, luego que la Asociación Nacional de Televisión (Anatel) y agrupaciones de discapacitados auditivos de todo el país llegaran a un acuerdo que contempla, por periodos trimestrales, que los cinco canales de televisión abierta incluirán en uno de sus informativos la aparición de un intérprete en un recuadro de la pantalla, descartándose los horarios extremos.
Pese a que en Chile aún no es considerada legalmente, la incorporación de un traductor en los noticieros constituye el mayor reconocimiento público a la identidad y cultura de los sordos, que facilita su acceso total a la información y participación social.
La lengua de señas es un sistema de signos convencional con una estructura y reglas de combinación, que es utilizada para comunicarse. Su existencia se remonta hasta el año 400 a. c. cuando ya Platón, en su Crátilo, comentaba su naturalidad y plasticidad. Sin embargo, no siempre ha sido reconocida como lengua, principalmente por desconocimiento.
En la década de los ‘60 surgieron las primeras investigaciones al respecto, concretamente en el año 1965, con el lingüista norteamericano William Stokoe y la publicación de su estudio Sign language structure: An outline of the visual comunication systems of the American deaf.
Esta investigación revolucionó no sólo el ámbito de la lingüística, sino además la concepción que hasta la fecha se tenía de la sordera, que comenzaría a considerarse no como una patología, sino como depositaria de una cultura, con su lengua natural y propia, la de señas.
Stokoe demostró, a través de su investigación que la ASL -Lengua de Señas Americana- cumplía con todas las características propias de los sistemas de signos lingüísticos. Hizo hincapié en la articulación de los signos y la arbitrariedad. La investigación continuó con la tesis en 1976 de Lynn Friedman, y los estudios de Wilbur y de M. Deuchar.
Además, investigaciones psicolingüísticas internacionales sobre los procesos de adquisición de la lengua de señas han comprobado que los niños sordos siguen un desarrollo evolutivo cognitivo y lingüístico similar al de la lengua oral en los niños oyentes.

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LENGUA DE SEÑAS

• Utilizan el canal visual y gestual frente a las lenguas orales que utilizan el canal auditivo y oral.
• Las manos, los brazos, el tronco y el rostro son los órganos de articulación de esta lengua viso-gestual.
• La palabra o unidad mínima con sentido es el signo.
• Los signos de las lenguas de señas están articulados; dicha articulación está constituida por siete parámetros formacionales: la configuración o forma que adoptan las manos, el movimiento que realizan, la orientación que adoptan, el punto de contacto con el cuerpo, el lugar de articulación del signo lingüístico, el plano en el que se coloca el signo y los componentes no manuales, como la expresión facial.
Como en cualquier otra lengua no se distingue tan sólo la dimensión fonológica, sino que también se diferencian la dimensión morfosintáctica (el uso específico del espacio y la simultaneidad), la dimensión semántica (presente en cada una de las abstracciones que los usuarios representan) y el uso o pragmática del lenguaje (encontramos que las lenguas de señas son igualmente válidas, tanto si lo que se pretende transmitir son conocimientos como expresar poesía, exhortar o deleitar).
La lengua de señas no es universal. Es un error común considerar que existe una única para todos los países. Cualquier lengua surge por la necesidad que los seres humanos tienen de comunicarse y son las distintas comunidades de usuarios los que crean estos sistemas a lo largo de su historia.
TENDENCIAS

Existen diferentes tendencias en la educación de personas sordas: Una es la llamada oralista que privilegia la utilización del lenguaje oral y en la que sólo puede emplearse la lectura de labios como único código que posibilite la comunicación y único medio para transmitir el conocimiento.
Otra defiende la lengua de señas como código propio de la comunidad sorda y sostiene que no es lícito pretender enseñarle lenguaje oral a los sordos. Asimismo, existe una corriente -sostenida por el bilingüismo- según la cual los sordos deben aprender tanto la lengua oral, propia de la comunidad oyente en la que se hallan inmersos, como la lengua de señas y deben aprenderlas en forma paralela, aunque ello no significa que puedan usarlas simultáneamente.
El enfoque bilingüe parte de la consideración de que la lengua de señas es la natural de las personas sordas, por lo que su introducción desde temprana edad facilita una base lingüística, desde la cual el niño sordo podrá acceder al resto de conocimientos y, obviamente, a la lengua oral utilizada por la mayoría de la sociedad. De esta forma, un correcto desarrollo lingüístico inicial es fundamental para facilitar el desarrollo equilibrado y armónico general, siempre con el objetivo de alcanzar la mejor competencia bilingüe posible.
Una cuarta línea, cuyos representantes también sostienen la necesidad de que los sordos aprendan ambas lenguas (oral y de señas), pero además proponen el bimodalismo, según el cual es posible comunicarse con las personas sordas con lenguaje oral, pero acompañando el discurso con gestos tomados de la lengua de señas, siempre respetando la estructura del lenguaje oral.
CÓMO DEBIERA SER EDUCADO UN NIÑO SORDO

Desde 1970, el Centro de Investigación y Educación Diferencial Dr. Jorge Otte es el principal lugar de prácticas pedagógicas para niños sordos, que hoy está vinculado a la Escuela Especial que lleva el mismo nombre.
La Escuela Especial Nº 1139 Dr. Jorge Otte Gabler es un establecimiento educacional gratuito que brinda atención a 111 personas de ambos sexos, entre 2 y 20 años.
Su directora, Lucía Rojas, destaca la necesidad de reconocer a los niños como personas con una identidad y cultura propia, con un lenguaje específico, natural, de señas, y que en el caso de niños sordos, les permita adquirir conocimientos acerca del mundo. “Debemos mirarlo como una persona íntegra y no como una oreja dañada. A veces la sordera impide ver que detrás hay un niño que igual puede desarrollarse y que tiene derecho a educarse en su propia lengua, como el derecho de todo niños”, asegura, “no porque tenga el oído dañado va a ser discapacitado. Simplemente tiene una lengua distinta y si el niño accede tempranamente a este lenguaje, su desarrollo puede ser tan pleno como el de cualquier niño”.
Esto, porque es el lenguaje el que facilita las interacciones sociales y el desarrollo emocional. Además, incrementa el pensamiento para lograr los mismos niveles de abstracción y comunicación como cualquier otro lenguaje. La diferencia está en que no es oral auditivo sino visual gestual.
La Escuela Jorge Otte ofrece una educación bilingüe. La lengua de instrucción es de señas –adquirida en forma natural- y que permite acceder a los contenidos académicos apropiados a su edad y nivel escolar, mientras aprenden su segunda lengua, la de la mayoría. La lectura y escritura los integrará a la sociedad, a la educación, a la cultura y a la información.
En este establecimiento siguen los contenidos académicos como cualquier niño que lo hace en su propia lengua. “Una vez que logran la madurez necesaria y una identidad de persona sorda y se reconocen con sus debilidades y sus fortalezas, estarán en condiciones de continuar sus estudios de enseñanza media”, argumenta su directora.
En su etapa preescolar, se espera que los niños desarrollen el lenguaje, ojalá de la forma más natural posible, con un ambiente rico en lengua de señas para que ellos adquieran un código lingüístico para comunicarse.

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