lunes, 16 de mayo de 2011

La sordera es una minusvalía solucionable si el diagnóstico es oportuno”


El avance más destacado en el campo de la discapacidad auditiva lo constituyen los Implantes Cocleares, los que han experimentado un desarrollado progresivo en las últimas dos décadas en todo el mundo. Estas capacidades posibilitan hoy día ofrecer expectativas reales de rehabilitación, interviniendo quirúrgicamente a niños desde un año de vida hasta personas de avanzada edad.

Hoy es posible detectar la sordera desde las primeras semanas de vida. Se sabe que dos de cada 1.000 recién nacidos vivos presentarán una sordera profunda en ambos oídos. Este grado de pérdida auditiva significa que esos niños no podrán escuchar ni aún el sonido de un disparo. En estas condiciones, nunca podrán desarrollar lenguaje y, ni siquiera, los audífonos más potentes se convertirán en una alternativa útil. Para estos menores, con el objeto de evitar que presenten esta minusvalía y sus consecuencias toda su vida, es necesario recurrir a soluciones probadamente efectivas, como son los implantes cocleares (IC).

Bien lo sabe el doctor Sergio Sanhueza Cubillos, otorrinolaringólogo de la V Región y jefe del Programa de Implante Coclear del Hospital Naval de Viña del Mar, recinto hospitalario que concentra gran parte del Programa Nacional de Implantes Cocleares del Ministerio de Salud, recibiendo a niños procedentes de las diferentes regiones de Chile.

“En nuestro país estamos en deuda con los niños sordos y sus familias. No estamos otorgando los recursos necesarios para que ellos se desarrollen en jóvenes o adultos integrados a una sociedad parlante. Otras naciones han asumido el desafío de revertir esta minusvalía con una enorme energía, convencidos de que para un país no hay nada más importante que proteger a sus niños. Argentina implanta 300 niños al año, Brasil sobre 500 niños y además, recientemente ya han iniciado el desarrollo de cirugías bilaterales simultaneas o secuenciales. Cuba, con toda la restricción económica que posee, adquirió el año 2009 un número de 100 implantes cocleares para su población infantil. Nosotros estamos muy lejos de acercarnos a esas cifras, lo que significa que cada año dejamos de revertir la condición de vida de muchos niños y de sus familias,”, señala.
Los implantes cocleares se han convertido en la alternativa terapéutica de elección para los pacientes con pérdida de audición neurosensorial profunda. Los beneficios son increíbles, pues el tratamiento no sólo ayuda a recuperar la audición y el habla cotidiana, sino que posibilita una inserción emocional, familiar, escolar, social y laboral del todo equiparable a niños que nacen y mantienen una audición normal.

Convencido de los logros obtenidos por sus pacientes y de la calidad de vida que esta recuperación ha traído a ellos y a sus padres, el doctor Sanhueza nos comenta en su consulta privada sobre lo que será su intervención en el próximo Congreso de la Sociedad Europea de Otorrinolaringología Pediátrica, (ESPO), en Junio de este año.

“Uno de los temas centrales del próximo Congreso es el Diagnóstico Auditivo Precoz. Para la Comunidad Europea, solucionar esta minusvalía es un tema central. Estos países poseen hoy poblaciones envejecidas, requieren gran cantidad de inmigración para hacer crecer su economía y poseen los recursos económicos, la tecnología y la voluntad de privilegiar la calidad de vida y las oportunidades de todo niño y sus familias. Es decir, internalizaron que la sordera profunda bilateral es una minusvalía que se puede resolver adecuadamente con un diagnóstico oportuno y una terapia efectiva. “Nuestros países en América Latina han iniciado este camino con variables propias, experiencia que ha resultado muy eficaz pese a los escasos recursos comprometidos, por lo que hemos sido invitados a comentarla, por constituir una experiencia muy diferente a la realidad europea”, comenta.
Doctor Sanhueza, ¿cuál es la epidemiología de sordera profunda en nuestro país?
- Las sorderas profundas y bilaterales, vale decir, aquella discapacidad que no da posibilidad de experimentar percepción de sonido, ni siquiera con el más moderno de los audífonos y que, en consecuencia, resulta imposible adquirir lenguaje oral, tiene en nuestro país una incidencia similar a la que existe en otros países del mundo: entre uno a dos casos por 1.000 recién nacidos vivos. Esta alta prevalencia representa más de 200 niños cada año en nuestro país. Esta es una cifra enorme si se calcula su impacto social.

- ¿De estos potenciales 200 casos, cuántos se logran pesquisar?
- Los programas de Detección Precoz Auditiva están orientados a la población con algún factor de riesgo. Sin embargo, el 60 por ciento de la población afectada por hipoacusia profunda no tiene ningún antecedente clínico que permita sospechar este diagnóstico, vale decir, son niños que nacen en el contexto de una familia de padres y hermanos oyentes, su parto y el embarazo ha sido normal y no hay antecedentes de procesos infecciosos en sus primeros meses o años de vida. En consecuencia, la pesquisa es baja. Por estos motivos, creo que resulta imprescindible realizar evaluaciones auditivas a la totalidad de los recién nacidos, muy en particular porque estos niños son, muchas veces, posteriormente tratados como niños con déficit atencional, retraso del lenguaje, autismo y, en realidad, son menores que, muchas veces, presentan sólo soderas de diferente grado de profundidad. Esto es particularmente trascendente porque estos niños, en sus primeros años, sí reaccionan a la vibración que genera un sonido intenso, lo que suele interpretarse erradamente como una prueba de que si escuchan.
- Una vez planteado el diagnóstico de déficit auditivo, ¿por qué hay niños que necesitan sólo audífonos y otros tienen que llegar al implante coclear?
- Básicamente por la profundidad de la sordera. El audífono es extremadamente útil cuando están funcionales las frecuencias de conversación, aunque estén muy disminuidas. Estos dispositivos permiten amplificar los pocos restos de audición que un niño pueda tener. En el caso de un niño con sordera profunda, éstos no perciben sonido. El audífono en estos casos no funciona, porque no hay ningún resto que amplificar.

- Cuando eso pasa, el niño se debe someter a un implante coclear. ¿Qué nos podría contar sobre estos dispositivos?
- Los implantes cocleares son dispositivos electrónicos que, en el fondo, cumplen la misma función que el oído: captan y reproducen frecuencias auditivas y entregan comprensión del significado de esos sonidos. Estos dispositivos poseen componentes activos que generan toda la gama de frecuencias auditivas críticas, mediante un receptor-estimulador de frecuencias múltiples o multicanal y electrodos que se insertan quirúrgicamente en la cóclea y estimulan directamente el nervio auditivo, generando multiplicidad de frecuencias integradas, emulando así la capacidad de un oído normal con tal similitud, que posibilita a estos pacientes oír, entender el significado de las palabras y expresarse con matices de voz del todo similares a la vocalización de una persona normal.

- ¿Cuántos niños pueden acceder a esta alternativa en nuestro país?
- Los dispositivos de implante que dispone el sistema público son muy escasos por su costo inmediato. Los requerimientos que tenemos superan los 100 implantes anuales por lo que el déficit es importante. Hay una gran cantidad de niños que, por un tema netamente económico, no pueden acceder a esta posibilidad. En este contexto hay diferentes tecnologías, pero cualquier implante multicanal es un implante útil. Habrá discusiones sobre qué modelo es más moderno o más efectivo, pero en general, al tener múltiples canales permiten depurar las frecuencias del sonido e integrarlas en un todo armónico. Décadas atrás existían dispositivos monocanales que entregaban sólo una frecuencia, lo que genera sólo ruido, pero no sonido inteligible. El uso de dispositivos de este tipo hoy es impresentable y su empleo en la Comunidad Europea y América del Norte no está permitido.
- ¿Los implantes cocleares multicanales están indicados sólo en niños ?
- No, en absoluto. Los nuevos implantes multicanales generan que el sistema auditivo incremente el flujo de información acústica al cerebro, permitiendo obtener mejoras sustanciales en los resultados. Este último hecho ha generado su indicación en grupos con discapacidades asociadas con magníficos resultados: parálisis cerebrales, síndrome de Down, autismo, etc. De igual manera, la edad de implantación se ha extendido de manera regular a las poblaciones geriátricas, favoreciendo a una enorme masa de población que no obtenía beneficios con audífonos De hecho, en nuestro Servicio Clínico, tenemos pacientes implantados a la edad de 82 años y cuatro años de seguimiento, con una integración social óptima.

- Chile posee un Programa de Implantes que desarrolla el Ministerio de Salud, ¿qué significa esta iniciativa?
- Este Programa es un pequeño regalo para el país. Su costo-beneficio es de una trascendencia enorme si consideramos no sólo su componente ético y de equidad, sino además nuestras bajas tasas de natalidad. Lo que faltan son recursos. Resulta imperioso aumentar el número de niños y adultos beneficiados con el acceso a este tipo de dispositivos, para que aquellas familias en cuyo seno nacen hijos sordos profundos o adultos post linguales, logren acceder o retomar una vida normal, haciendo así real el concepto de equidad en este sensible tema.

O sea, como Usted dice, el país está en deuda con estos chicos todavía…
- Es indiscutible que el Programa de IC ha contribuido tanto al diagnóstico como a la implementación de dispositivos para niños con esta minusvalía y ha definido los hospitales de referencia para realizar el procedimiento quirúrgico de implantación. Pero se requiere apoyar con recursos su rehabilitación posterior y generar una mayor coordinación a nivel de Regiones, así como avanzar definitivamente a un tamizaje universal. Es tan fuerte la evidencia, tan concretos los resultados de la utilidad que estos dispositivos representan para una enorme masa de población que, en lo personal, tengo plena convicción de que durante los próximos años podremos favorecer a la totalidad de la población que hoy está impedida de acceder a sus beneficios por políticas insuficientes. Como le señalaba, hoy, el nacer o adquirir una sordera profunda bilateral no es el real problema, la real limitación es no poder disponer de los recursos necesarios para enfrentarla.

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