martes, 10 de mayo de 2011



La familia en general y los padres en particular, son esenciales para el desarrollo cognitivo, afectivo y emocional de los niños/as con deficiencia auditiva y sordera.

La comunidad sorda y las personas que tienen relación con ella utilizan dos palabras claves, sordos y oyentes, ninguna son usadas desde un punto peyorativo sino que es una forma de identificarse; decir niño sordo no está mal utilizado, es más se debe decir ya que es la forma en la que ellos se identifican, además está mal dicho sordomudo, ya que el problema está en el oído no en el aparato fonológico. Llevamos muchos años expresándonos mal y nunca es tarde para aprender.

En este apartado debemos ver la diferencia entre:

Padres oyentes con hijos sordos
Padres sordos con hijos oyentes


Padres oyentes con hijos sordos

Nos vamos a detener más ya que para ellos es más preocupante pues la mayoría no saben nada sobre el tema de la sordera y se sienten desconcertados pues no saben que camino elegir. Lo principal es informarse y verificar mediante varias pruebas si el niño es sordo, qué grado de sordera, donde está localizada la lesión,...

Al niño se le puede hacer varias pruebas según la edad y lo que se vaya persiguiendo, por ejemplo:

Otoemisiones evocadas: son sonidos emitidos por la cóclea que se producen en respuesta a un estímulo acústico. No se obtiene respuesta si la sordera es superior a 40 decibelios. Está demostrado que los recién nacidos generan estas emisiones evocadas.
Potenciales evocados: son las respuestas eléctricas registradas en un área del cerebro como consecuencia de los estímulos recibidos. Combinándola con otras pruebas permiten identificar donde se encuentra la lesión, si en la cóclea o en las vías nerviosas. Es una prueba muy práctica para los niños y recién nacidos ya que no es necesaria su colaboración. Además la posibilidad de detectar la deficiencia auditiva pronto hace que se pueda trabajar y estimular al niño desde muy temprana edad, algo esencial para su futuro.
Audiometría convencional: consiste en identificar los umbrales mínimos de audición, es decir, averiguar a qué intensidad oye la persona. Esta prueba no es aconsejable para menores de 5 años ya que requiere la colaboración del niño y puede que la necesidad de concentración, el deseo de agradar o costumbre de asentir,.. nos haga creer que está oyendo algunos sonidos.
Existen otras pruebas para saber que tipo de sordera, porcentaje de pérdida de audición, localización de la lesión y tras ello debemos valorar que necesita el niño/a para tener el mismo desarrollo cognitivo que cualquier otro niño, ya que si no es así su evolución sería más lenta. Uno de los puntos que se debe tener bien claro es que no podemos elegir una sola vía. La familia quiere que su hijo pueda comunicarse y por ello no debemos dejar de lado la Lengua de Signos ya que para las personas con problemas auditivos es esencial esta lengua pues la perciben por otro sentido la vista; de esta forma tendrá la posibilidad de comunicarse con su entorno inmediato desde los primeros años de vida, al igual que otro niño. Esto no quiere decir que no aprenda la lengua oral ya que ella es muy importante para su evolución posterior en el ámbito escolar, pero sin descartar la lengua de signos. Usando su lengua natural (lengua de signos), el niño/a podrá captar todo lo que hay a su alrededor. Se debe trabajar con todo lo que tengamos a nuestro alcance sin desechar nada, siempre debemos estar pendientes de las características de la persona sorda o deficiente auditivo. Algunas personas podrán utilizar audífonos, otras tendrán realizado un implante coclear, etc. pero no podemos decir que hay un solo camino ya que sería faltar a la verdad.

En definitiva, la familia debe detectar la deficiencia auditiva o sordera y a partir de ahí trabajar conjuntamente con todos los profesionales y adaptarse a las necesidades del hijo/a. Muy importante es aprender lengua de signos y no solo el hijo/a sino también padres ya que las personas que están más cerca del niño son los padres; pensar que es otra lengua y se puede hablar usando varias, ello hace que el hijo/a interactúe con la familia y se va produciendo ese desarrollo cognitivo y afectivo tan necesario para el niño. Hay que intentar quitar la costumbre de cómo no me oye para que hablarle, entonces tan solo le señalas con el dedo hacia el objeto, por ejemplo señalas al horno pero no vocalizas la palabra "horno", el niño sabe que existe ese objeto pero no sabe su nombre, de ahí la importancia de usar la lengua de signos y escribir el nombre de las cosas encima de cada objeto, ya que durante sus primeros años de vida van recogiendo vocabulario. Más tarde leerá y no sabrá qué es el horno pero si se le enseña desde el principio si conocerá esa palabra.

Las familias con hijos sordos también deberían conocer a otras personas con esas mismas experiencias ya que eso enriquece a los propios padres y esa interacción es muy beneficiosa para su hijo ya que se relacionará con personas sordas mayores, jóvenes y niños.

A continuación exponemos algunos signos de alerta para la detección de pérdida auditiva. Estos signos te ayudan cuando el niño tiene cierta edad, pero no hay que olvidar las pruebas antes mencionadas para diagnosticar la pérdida auditiva con fiabilidad, esto hace que sepas que debes llevarlo al médico, ya que la intervención temprana en el desarrollo cognitivo del niño es de gran importancia para su proceso evolutivo. Estos signos de alerta entre otro son:

Al llamar al niño/a a veces responde y a veces no.
Está muy distraído, no atiende a las explicaciones.
Imita en exceso lo que hacen las personas de su alrededor.
Habla poco y cuesta entenderle.
Se expresa con frases cortas y poco elaboradas.
Parece tímido, retraído, introvertido,...
Arruga la nariz al hablarle.
No controla la intensidad de su voz: habla flojo y fuerte.
Confunde palabras parecidas (vaca- bata).
No hace caso a los ruidos ambientales ( teléfono, lluvia, timbre de la puerta,...).


Padres sordos con hijos oyentes

En las familias de padres sordos con hijos oyentes la comunicación no es un problema ya que el niño desde pequeño aprende la lengua usada por sus padres, la lengua de signos. Al mismo tiempo, los hijos aprenden la lengua oral con otros familiares oyentes, vecinos, maestros, ... por consiguiente en este caso no hay problemas en el ámbito comunicativo, ya que esos niños serían bilingües desde sus primeros años, al igual si en otra familia los padres son alemanes y van a otro país a vivir, por ejemplo a Francia, los niños aprenderían dos lenguas. Por tanto, el niño oyente con padres sordos tendrá como lengua materna la lengua de signos siendo adquirida de forma natural y conseguirá la misma fluidez que sus padres.

En este apartado nos detendremos en otro aspecto, en las responsabilidades que el hijo tiene desde muy pronta edad ya que sus padres no oyen y ellos hacen de intermediarios entre el mundo sordo y el mundo oyente. Es decir, desde pequeños al saber las dos lenguas, signos y oral, el hijo/a debe de ser el intérprete de sus padres en temas médicos, arreglar algún documento, etc... por tanto adquieren desde muy pequeños un rol de personas más adultas y todos sabemos que cada etapa debe venir a su tiempo. El niño crece mentalmente más rápido que los demás y tiene responsabilidades de adultos antes que los demás niños.

Ésta situación está cambiando pues los padres sordos piden cita a los intérpretes de lengua de signos y poco a poco hay más intérpretes a disposición, aunque todavía se necesitan más; así los adultos sordos son totalmente independientes y los hijos oyentes no hacen el papel de intermediario entre el mundo sordo y el oyente.

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