jueves, 8 de marzo de 2012

Cristina Regojo: "A veces tengo que explicar que soy sorda"


"Si mi bebé llora por la noche, yo lo siento bajo la almohada". Un sistema de vibración –el mismo que le avisa, por ejemplo, en su domicilio cuando suena la puerta– le vale a esta médica también para alertarla durante las guardias nocturnas en el Sergas. Valida los resultados de los análisis de laboratorio. Todo su hogar pero también su espacio de trabajo y su móvil están adaptados para que pueda "oír". Y escucha perfectamente. También "oye" en los gestos y los rostros porque ha aprendido a descifrar las caras a lo largo del tiempo, aunque no puede distinguir en la música las letras de las canciones y no sabe cantar.


Cristina Regojo, en su trabjo en el Sergas. G. Santos

Cristina Regojo es especialistas en análisis clínicos del Complejo Hospitalario de Pontevedra y sufrió un 95% de pérdida de audición a causa de una meningitis cuando era una niña. "Puede pasar un avión a mi lado y no me entero". Es decir, en la práctica, si no fuese por su implante coclear que se puso a los treinta y los audífonos, no escucharía nada.

Pero nunca ha desistido. Sacó adelante la dura carrera de Medicina, con ayuda del que hoy es su marido –reconoce que coger apuntes sí era una misión para ella imposible– y tuvo a sus hijos. Las matemáticas, que su profesora explicaba de espaldas, se lo complicaron de siempre pero desde los diez años supo que quería ser médica. Luego, en Medicina pasaron muchas anécdotas: "Yo tenía la peor audimetría de la clase en la carrera, lógicamente, el que fue mi marido, la mejor", bromea. "Doscientas personas... El primer año fue durísimo", explica. "Elegí esta especialidad porque me encantaba la medicina clínica, pero en la carrera y en las prácticas vi que podía hacerlo con las adaptaciones necesarias, con un fonendo especial. pero tenía que estar al 200% debido al esfuerzo que tenía que hacer para escuchar", razona. Por eso, eligió el trabajo de diagnóstico. El laboratorio le permite trabajar de forma autónoma.

Lo que peor lleva es que en el metro, en el tren o en el médico los avisos son por megafonía. "No me entero", reivindica, "las llamadas tendrían que ser todas visuales". En su casa cuenta con un equipo tecnológico auriculares con bobina inductiva con "Bluetooth" inalámbricos para escuchar otros teléfonos y la música y también un sistema inalámbrico por radiofrecuencia para escuchar la tele. Es decir, el sonido de la tele llega directamente a sus audífonos. Emplea un sistema FM de escucha para reuniones de trabajo o conferencias. Y de hecho, reconoce que a veces tiene que decirle a la gente que es sorda. "No se dan cuenta", explica.

http://www.farodevigo.es / E. Ocampo

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