martes, 24 de julio de 2012

Descubren que ballenas son capaces de protegerse del ruido para evitar sordera

Los sonidos creados por sonares, motores y otros artefactos creados por humanos, han provocado un daño que algunos consideraban irreparable en miles de especies marinas. Sin embargo, los animales se estarían "defendiendo". La comunidad científica sabe desde hace tiempo que los ruidos creados por el hombre -desde motores, sonares, pruebas de armamentos y herramientas industriales como las usadas en pozos petroleros- están dejando sordas a las ballenas y a otros mamíferos marinos. La Armada de Estados Unidos estima que anualmente sus aparatos de monitoreo, principalmente sonares, generan un ruido que deriva en la pérdida temporal o permanente de audición de cerca de 250 mil criaturas marítimas, un número que va creciendo. Ahora científicos han descubierto que las ballenas son capaces de reducir su sensitividad auditiva para proteger sus oídos de los ruidos fuertes. Los humanos tienden a hacer lo mismo con sus dedos índices y, si bien los investigadores no han determinado la forma exacta en que los animales lo hacen, han hallado evidencia del mismo comportamiento en ellos. "Es el equivalente a taparse los oídos cuando un jet vuela cerca", afirma Paul E. Nachtigall, un biólogo marino de la Universidad de Hawaii, quien lidera el equipo que realizó el descubrimiento. "Es como un control del volumen", añade. El hallazgo, aunque preliminar, ya está generando esperanza para el desarrollo de señales de alerta que puedan avisar a las ballenas, delfines y otros mamíferos marinos del "amenazas auditivas". Peter Madsen, profesor de biología marina en la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, aplaudió el "elegante estudio" realizado en Hawai y la promesa de generar formas innovadoras para afrontar el problema de los ruidos. Pero a la vez llamó a ser cuidadosos en dejar que el descubrimiento frene los esfuerzos por reducir directamente el ruido marino, que significa una ayuda más directa para los animales. Los problemas del ruido se producen debido a las propiedades básicas del agua de mar. Típicamente la luz puede viajar cientos de metros a través del agua de los océanos antes de desaparecer, pero el sonido puede viajar por miles de kilómetros. Los océanos del planeta se han tornado más ruidosos a medida que empresas y gobiernos expanden sus actividades submarinas. Investigadores han detectado un gran aumento de sordera, daño en tejidos y niveles de desorientación en criaturas marinas que se basan en su audición para navegar, encontrar comida y cuidar a sus crías. La situación también se ha visto envuelta en medio de un juego político. El 2008, la Corte Suprema escuchó una demanda del Consejo de Defensa de Reservas Nacionales contra la Armada debido al ruido oceánico, pero el tribunal determinó que ellos tienen derecho a testear sistemas de sonares para cazar submarinos. Los medioambientalistas consideraron una victoria tácita el que la principal corte estadounidense haya al menos integrado la salud de los animales en el debate sobre la seguridad nacional. Los avances más recientes ocurrieron en un centro de investigación en Oahu, una isla donde se grabaron las imágenes de la secuencia inicial de la popular serie televisiva "La isla de Gilligan". Los científicos ahí han estudiado cómo escuchan los delfines y algunos cetáceos dentados. En su naturaleza, los mamíferos emiten sonidos propios y esperan ecos que retornan a sus oídos, en un comportamiento sonoro conocido como "ecolocalización". En cautiverio, los científicos usaron un aparato con electrodos que les permitió conocer los patrones de ondas cerebrales involucradas en este proceso. El descubrimiento se produjo en etapas. Primero, Nachtigall y su equipo hallaron que los animales podían ajustar su audición en respuesta a sus propios sonidos de ecolocalización, principalmente chasquidos agudos. Los científicos luego se preguntaron si los animales también podían protegerse de fuertes ráfagas sonoras. El equipo se enfocó en una ballena llamada Kina e intentó enseñarle un comportamiento condicionado, tal como Pavlov le enseñó a los perros salibar al escuchar una campana. Primero, los científicos tocaron un tono dulce repetidamente. Luego siguieron con un pulso con un sonido más fuerte. Después de unas pruebas, la primera señal causó que Kina disminuyera la sensitividad de su audición. "Es una muestra promisoria de una forma de mitigar los efectos de sonidos fuertes", dice Nachtigall, el director fundador del Programa de Investigación de Mamíferos Marinos en la Universidad de Hawai. "La gente en general está muy entusiasmada con esto", añade. En mayo, Nachtigall y sus colegas presentaron sus hallazgos a científicos dedicados a la acústica en encuentros realizados en Hong Kong, incluyendo a la Sociedad Acústica de Estados Unidos. El equipo citó la "sordera protectiva" como una potencial forma de ayudar a los mamíferos marinos a soportar los golpes de ruido de sonares navales, armas de aire y otros equipamientos. En el futuro, el equipo planea expandir la investigación a otras especies en cautiverio y luego a especies animales en el mundo salvaje. "Tenemos un problema en el mundo. Y creemos que los animales pueden aprender a responder muy rápidamente", afirmó Nachtigall sobre los océanos bulliciosos. Científicos no vinculados a la investigación sobre mamíferos consideraron importante el descubrimiento. Carl Safina, presidente del Blue Ocean Institute, un grupo dedicado a la conservación, calificó el descubrimiento como una potencial ventana para ver lo que los mamíferos marinos ya pueden estar haciendo para proteger su audición. "A veces me he preguntado por qué estos sonidos tan intensos no causan problemas todo el tiempo. Quizás es eso, una vez que los animales escuchan algo muy fuerte, pueden ajustar su audición, regularla para protegerse a sí mismos", afirmó. Científicos dicen que la extraordinaria capacidad de audición de los mamíferos marinos evolucionó para compensar su pobre visibilidad bajo las olas, para tomar ventaja de las cualidades únicas de las aguas de mar. El sonido viaja cinco veces más rápido que en el aire y sufre una pérdida mucho menor en el camino. Las cabezas de las ballenas y los delfines son laberintos de cámaras resonantes y cristales acústicos, que le dan a los animales no sólo una audición extraordinaria, sino que también complejas voces. Las distintivas canciones de las ballenas jorobadas al parecer son emitidas exclusivamente por machos que buscan pareja. Los problemas actuales, en todo caso, podrían empeorar: en mayo, la Armada estadounidense reveló documentos de impacto ambiental sobre sus operaciones en el Atlántico y el Pacífico, donde dicen que las expansiones que planean realizar podrían aumentar la pérdida de audición a más de un millón de mamíferos marinos. Nachtigall afirma que ahora la búsqueda será determinar si los niveles de "sordera protectiva" de su ballena Kina pueden elevarse. El equipo planea estudiar la respuesta auditiva en especies como delfines nariz de botella y ballenas beluga, antes de probar con especies salvajes. La gran dificultad política es la financiación. El aporte para la investigación de los mamíferos ha decaído en los últimos años. "Estoy sacando dinero de donde puedo", afirma Nachtigall, quien reconoce que el proceso es costoso debido a los niveles de cuidado que requieren los animales. "Cuando se trata de ballenas y sonido, estamos recién comenzando a entender", agrega el científico, esperanzado de continuar avanzando en la investigación. http://www.emol.com

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