jueves, 27 de enero de 2011

EL DESARROLLO Y LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS SORDOS

EL DESARROLLO Y LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS SORDO
“Gracias a los audífonos puedo oír, pero siempre me quedará la duda de si yo oigo lo mismo que tú”
Esta es la frase que me dijo la semana pasada mi padre mientras le preguntaba sobre cómo ha sido su vida viviendo con una hipoacusia grave.
Este ensayo me brinda la oportunidad de establecer una comparativa entre dos familiares míos: la de mi padre y la de mi primo, con sordera profunda.
El primer factor fundamental que marcaría el posterior desarrollo de ambos fue el origen de la sordera, mi padre tiene una hipoacusia adquirida, le apareció a los cinco años tras ser vacunado contra el sarampión, con el se podía mantener el lenguaje adquirido, ampliarlo y completarlo, mientras que el origen de la sordera profunda de mi primo es debida a una operación después del parto que le afectó a la audición. Éste al ser un sordo prelocutivo tuvo que aprender el lenguaje sin tener apenas experiencia con el sonido.
Pero únicamente no influyen el tipo grado y aparición de la sordera, las experiencias educativas y comunicativas cambiaron de manera importante su desarrollo.
Desde un punto de vista educativo, mi padre se formó dentro del marco educativo de la España franquista, lo que se puede resumir en ningún informe médico que favoreciera su evaluación psicopedagógica, ninguna detección por parte del profesor (decía de él que era un chico bastante distraído) , que se puede achacar a una ausencia total de la atención al alumnado con necesidades educativas especiales por parte del sistema educativo de ésta época, ya que se dedicaba a formar a perfectos caballeros cristianos desatendiendo a los que eran “distintos”. ¿Cómo pagó esto mi padre? Cuando el profesor explicaba detrás de él y él no le podía leer los labios, al preguntarle y no saberesponder (porque claramente no le había oído), se le pegaba o castigaba porque como se decía en ésa época: “La letra con sangre entra”. Pasó varios años sin entender nada de lo que se decía en clase totalmente aislado y sólo menciona a una única profesora que detectó su sordera y le colocaba delante, cerca de ella donde la pudiera entender, era su profesora de matemáticas. A raíz de aquella profesora empezó a interesarse por las matemáticas, se hacía preguntas sobre porqué funcionaban las cosas y cómo lo hacían, desmontaba objetos y los volvía a montar y decidió suplir su falta de vocabulario leyendo tebeos, novelas y cualquier libro que se le ponía por delante, pero es algo que aprendió sólo sin apoyos, adaptaciones curriculares o ayudas de logopedas. A los veintiún años cuando comenzó a trabajar y ganó dinero se pudo comprar sus primeros audífonos y pagarse la carrera de ingeniería. Yo, estudiando psicopedagogía y dándome cuenta de la importancia que tenemos en el buen desarrollo de los alumnos le pregunté que cómo sin ningún tipo de apoyo pudo llegar hasta allí, su respuesta fue el deseo de saber (¡Estuvo buscando durante años que alguien le resolviera sus dudas sobre la Teoría de la relatividad de Einstein!), el interés por la búsqueda de información, el gusto por la lectura y la satisfacción por la resolución de un problema determinado. Curiosamente todo esto que me citó coincide con lo que como psicopedagogos en una adaptación curricular debemos conseguir con nuestros alumnos.
Mi primo y yo estuvimos en el mismo colegio, éste era un cetro de escolarización preferente, constituido por discapacitados auditivos. Compartía clases con el resto de compañeros oyentes, pero durante dos horas al día desde infantil hasta B.U.P .Iba con la logopeda del colegio que le enseñó el lenguaje bimodal, y más tarde con la compañía del resto de alumnos sordos aprendió de forma espontánea el lenguaje de signos (al igual que los oyentes el lenguaje oral), tuvo audífonos desde pequeño con revisiones y adaptaciones de éste a medida que iba creciendo por parte del otorrino y demás especialistas, el orientador del colegio le hico test de inteligencia dando resultados bastante altos (exceptuando aquellas pruebas que requerían una mayor comprensión verbal), tenía adaptaciones curriculares y al terminar las clases tenía una profesora particular que le ayudaba con sus tareas. Recuerdo lo mucho que le costó sacarse BUP, no tenía interés alguno por aprender (cuando no le interesaba lo que le estaban contando se bajaba el volumen de los audífonos) mis padres se esforzaban mucho por enseñarle, ponerle facilidades, intentar fomentar su gusto por la lectura…Pero ahora pienso en si las adaptaciones que le hicieron no fueron las adecuadas, porque simplemente le quitaban algo de temario y lo demás se le explicaba como al resto de alumnos, lo cierto es que ningún profesor conocía algún sistema de comunicación, simplemente vocalizaban delante de él (los que lo hacían) pero no le explicaban las cosas de un modo que el entendiese. Todo eso fue trabajo de la logopeda, que aparte de fonética, pronunciación, vocalización y demás ejercicios que trabajaban tanto su comunicación oral como manual, trabajaba con ellos en sus sesiones lo que no entendían, les enseñaba a hacer resúmenes trabajando también el lenguaje escrito, técnicas de estudio, cosas que debería de hacer un psicopedagogo.
En su evaluación psicopedagógica estaban implicados profesores, logopeda, orientador, familia y médicos especialistas, pero ¿realmente cada uno conocía cual era su papel dentro de la posterior intervención? ¿Profesores y familiares estaban lo suficientemente informados y preparados para atender sus necesidades? ¿Había una compenetración entre todos ellos? Cosas tan fundamentales como estas no se llevaron a cabo, dando lugar a toda esta escasa motivación por aprender, debido principalmente a un déficit en comprensión oral y en el habla que para él resultaba un aislamiento, como un gran abismo entre el mundo de los oyentes y los sordos que no decidía cruzar.
Una vez acabado estos estudios como tenía bastante talento para el dibujo y eso es algo que afortunadamente sí potenciaron sus profesores, y decidió hacer un módulo de grado medio en un instituto de integración.
Allí sus notas mejoraron, creció su interés hacia algo que le gustaba y motivaba, pero todos pudimos notar cómo al relacionarse allí con más personas sordas perdió muchísimo el habla, ya que sólo se comunicaba mediante el lenguaje de signos, perdió fluidez verbal, coherencia del discurso, vocabulario… Sus padres siempre defendieron la idea de la integración de su hijo sordo en escuelas con niños oyentes de cara a un futuro laboral, pero resultó que solamente se relacionaba con el resto de alumnos sordos, tuvo la posibilidad de relacionarse con compañeros oyentes pero no lo hizo. Las Administraciones educativas por esa época comenzaron a consolidar un modelo que pretendía la mejora de la calidad de educación del alumnado con discapacidad auditiva, en el módulo mi primo tenía dentro de clase un intérprete de lengua de signos, lo que le hizo mejorar bastante, pero las Administraciones en éste nuevo modelo educativo también promovían la convivencia entre éste y el resto del alumnado oyente precisando de un proyecto educativo adaptado a éstas necesidades y dotando al centro de recursos personales, materiales y organizativos, ¿Qué profesional se encargó de llevar a cabo los objetivos de este nuevo modelo más integrador e inclusivo? No basta con juntar oyentes y sordos en un mismo centro y llamarlo integración.
Quiero comentar la enorme importancia de la familia como un factor más en el desarrollo de las personas sordas. Tendrá bastante influencia en el niño que los padres asuman su sordera para algo tan básico y necesario como la interacción con él. Mi abuela nunca ha querido reconocer la sordera de mi padre. Él siempre me comenta dolido que le decía que nunca destacara en nada, que no se hiciese notar y no llamara la atención de nadie. Afortunadamente mi abuelo sí reconoció su sordera y fue él quien le apoyaba, estimulaba, potenciaba todos esos sentimientos de curiosidad e interés que tuvo desde pequeño y le motivó a la hora de superar los retos que se le planteaban siendo sordo. Desde el colegio nadie les dio pautas de cómo educar a un hijo sordo.
Los padres de mi primo aprendieron el lenguaje bimodal que les enseñaron en el colegio y en FIAPAS, se metieron en el AMPA del colegio, pusieron adaptaciones en la casa (luz luminosa al sonar el timbre y adaptaciones en el teléfono entre otras) tuvieron toda la información en su mano, recuerdo las muchas veces que perdían la paciencia con él gritándole (en una manera desesperada de que existiese un mínimo de entendimiento), y la verdad que así sigue siendo, mi primo ha aprendido a comunicarse chillando y faltando al respeto. Otro gran error que perjudica al niño sordo es que mi familia siempre lo ha tenido sobreprotegido, aprendió que si hacía algo mal, se le perdonaba porque era sordo, hasta tal punto que creo que ya no discriminaba lo que estaba bien hecho de lo que estaba mal, porque todo valía. La sobreprotección también lleva a que no sepa tomar decisiones por sí solo, porque ya están sus padres que actúan por él creyendo que es lo que más le conviene. Al terminar el módulo consiguió trabajo, tenía una buena relación con sus compañeros oyentes, y estaba contento con el trabajo, hasta que un día la empresa hizo recorte de salarios, él se quería quedar porque estaba bien con ese trabajo y dudaba que pudiese encontrar otro, pero sus padres volvieron a decidir por él y le dijeron que renunciara al trabajo. Ahora lleva dos años en paro viviendo con sus padres, sin saber que hacer mientras espera un nuevo trabajo.
Mi padre hizo siempre lo que quiso guiado por un afán de superación y conocimiento, ha estado treinta años trabajando como ingeniero y matemático en Repsol, ha sido profesor asociado de la Universidad Politécnica de Madrid, ahora cuando tiene algún alumno sordo le presta todas las ayudas que él en su momento no tuvo. El año pasado le nombraron profesor honorífico de esa Universidad.
Dos resultados distintos, sistemas educativos opuestos, especialistas, profesionales y ausencia de ellos, ayudas escasas o muy abundantes pero deficientes, familias desinformadas y con todo tipo de recursos y orientaciones.
Los sordos tienen las mismas capacidades que los oyentes a las que el centro muchas veces no le sabe dar respuesta, aquí cobra especial importancia una buena evaluación en la que todos los profesionales que intervienen con el alumno y las familias estén implicados y bien formados.
¿Qué falla en nuestro sistema educativo que aparentemente lo tiene todo y no se obtienen los resultados deseados?

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