lunes, 10 de marzo de 2014

UN GIRO HACIA LA INTEGRACIÓN DE LAS PERSONAS SORDAS EN EL ENTORNO MUSEÍSTICO

Bajo el título 'Educación Artística y Patrimonial para la percepción, comprensión y reflexión del colectivo sordo en el ámbito museal. Estudio de casos', las investigaciones de Sara Pérez López ya arrojan algunas conclusiones. Carlos Moriyón, profesor de Lingüística de la Facultad de Educación de la UVA y coordinador del Master en docencia e Interpretación en Lenguas de Señas, codirige su trabajo. Utilizando un 'eye tracker' (rastreador de visión) en personas sordas, oyentes e intérpretes en lengua de signos, Sara descubrió que «la capacidad visual de los sordos es muy alta. Ven mejor los puntos clave que llevan a interpretar una obra de arte. Sin embargo, a la hora de procesar la información, presentan algunos problemas. Los oyentes tardan en ver la obra más tiempo pero la entienden mejor. Los intérpretes en lengua de signos tienen unos tiempos de visualización intermedios. El desarrollo de esta competencia les hace dirigir mejor la mirada, optimizarla. Eso es un gran terreno de investigación», cuenta. Moriyón afirma que esto demuestra la ineficacia de las medidas para la integración de los sordos utilizadas hasta ahora en los museos, destinadas «bien a convertir al sordo en un oyente, mediante los bucles de inducción magnética, bien hacia la explicación de la obra mediante las signoguías. El bucle es un recurso muy válido para usuarios con restos auditivos, pero de ningún valor para los sordos profundos. Las signoguías, pensadas para esta población, no han resultado de utilidad porque traducen a lengua de signos contenidos de muy difícil acceso para personas que no han tenido un contacto previo con ellas y con las que no se identifican», relata. «No basta con la captación sensorial de las particularidades de la obra de arte. Tampoco con la explicación de sus características en una lengua que, si bien propia, no informa más que de contenidos sentidos como ajenos. El problema reside en la educación. Y el enfoque de Sara, centrado en la aportación de la educación patrimonial se aparece como la única alternativa seria si se quiere atender a las personas sordas», dice el profesor. Moriyón apunta la clave: «Se trata de empezar a poner los medios para que las personas sordas puedan entender la obra de arte, identificarse con ella y con su mensaje, y sentirla como propia, como paso previo a su disfrute artístico». El docente se muestra crítico con el trato del sistema educativo hacia este colectivo: «La educación no les ha acercado la obra de arte, no les ha provisto de herramientas para decodificarla. Ha evidenciado que sus recursos visuales le permiten captarla en mejor medida y en menos tiempo que los oyentes, pero falta la conexión con el reconocimiento del potencial valor patrimonial de cualquier producción humana». Fuente: elnortedecastilla.es

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