miércoles, 11 de julio de 2012

EL MISTERIOSO TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS EN LSE

El famoso Triángulo de las Bermudas, es un área geográfica de más de un millón de kilómetros cuadrados situado entre Puerto Rico, Fort Lauderdale (Florida) y las islas Bermudas. Esta zona se puso de moda a mediados del pasado siglo a raíz de la desaparición de varias embarcaciones. Algunos escritores y periodistas se apresuraron a tildar estos sucesos como misteriosos, dando origen al mito. Fue en 1974 cuando el escritor Charles Berlitz, en una obra plagada de imprecisiones, convirtió el misterioso triángulo en la leyenda conocida en todo el mundo; un filón que llenaría las salas de cine durante más de una década Lejos de desvanecerse, el �misterio� continúa cautivando al público 30 años después; El Triángulo de las Bermudas siempre ha sido una zona peligrosa y de misterio, ya que las desapariciones de marineros, pilotos y turistas nunca han sido resueltas. Los elementos de información en torno a esta zona son intrigantes: en una parte del océano Atlántico occidental, de forma más o menos triangular, Es un área geográfica de 3.900.000 kilómetros cuadrados entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Melbourne (situado de 55°O a 85°O y de 30°N a 40°N), han venido desapareciendo durante los últimos treinta años numerosos aviones y barcos sin dejar ningún rastro de lo que pudo ser de ellos, ya que jamás se han hallado restos ni supervivientes. Todo lo que alguna vez entró ahí, nunca se le volvió a ver. Desde barcos y buques que navegaban por esa zona; aviones a los cuales se les vio entrar a una neblina para esfumarse sin dejar indicio. Espacio también conocido como el: Triángulo del Diablo y el Limbo de los Perdidos. Este lugar fue y es testigo de fenómenos sin explicación que han recorrido el mundo. El fenómeno de la desaparición de barcos y aviones que han pasado por esos lugares, se atribuye a muchas causas; algunos científicos dicen que en esos lugares hay grandes campos de energía proveniente de la Tierra y es por esto que las comunicaciones se cortan; otros fanáticos de la ciencia ficción, piensan que el triángulo está relacionado ampliamente con criaturas extraterrestres y OVNI; en cambio, hay quienes piensan que en ese lugar se encuentra el portal que une esta dimensión a otra, si esta teoría sería cierta, las personas no son secuestradas, sino que son transportadas a otra dimensión. Una teoría más, es que por esos lugares se encontraría la antigua Atlántida, una ciudad que supuestamente existió hace 5000 años antes de Cristo que era muy avanzada científicamente y desapareció misteriosamente; desde esa civilización en lo profundo del mar, se estarían enviando rayos y demás. Son, en verdad, atractivas estas teorías de Jessup y Sanderson; aunque su base científica sea discutible o nula. Proporcionan a los investigadores, y sobre todo a los interesados en el tema, hipótesis fantásticas en las que merece la pena detenerse y pensar un rato. A partir de ellas, y superando las posibilidades de que seres del espacio exterior o interior capturen barcos y aviones quién sabe con qué intenciones, algunos autores han dado rienda suelta a su imaginación y se han atrevido a proponer la existencia de un agujero dimensional en el cielo, por el que los aviones, en determinadas circunstancias, pueden entrar, pero del que no son capaces de salir, un desgarrón magnético en la cortina del tiempo. Difícil de explicar, y aún más difícil de entender. Estos agujeros darían lugar a vértices o torbellinos magnéticos que trasladarían las naves a otras dimensiones .Nadie puede negar que este, un fenómeno extraño, sucede, ya que desde la mitad del siglo XX han desaparecido un total de cincuenta barcos y veinte aviones y algunos de ellos se han hecho muy conocidos como la desaparición del vuelo 19 en el año 1945. Muy pronto incluiremos en este artículo, varios relatos sobre las desapariciones que se han ido efectuando a lo largo del tiempo, como además la conversación que mantuvo uno de los pilotos segundos antes de que desaparecieran. La historia del vuelo 19 empieza un día magnífico, con sol en abundancia, mares en calma y un cielo azul libre de casi por completo de nubes. Corrían los días de la posguerra y en EE.UU., el personal de la Marina y la Aviación aún continuaba con sus cotidianos entrenamientos. Por aquellos días, la base aérea de Fort Lauderdale, en la Florida, estaba particularmente preocupada en mantener a sus pilotos adiestrados. Era el 5 de Diciembre de 1945, un día como cualquier otro, y 5 aviones Avenger TBM estaban listos para despegar. Su Misión consistía en alejarse 160 millas al este, en línea recta, dar vuelta al norte y regresar a su base, en un vuelo de entrenamiento. Al mando del vuelo, con número de serie 19, iba el teniente Charles C. Taylor, veterano de la marina y piloto experimentado. La tripulación de cada uno de los aviones constaba de tres hombres, por lo que en total participarían 15. Cada uno de los aparatos había cargado gasolina suficiente para volar el equivalente de 1660 km. Los motores, la radio y los equipos salvavidas fueron checados y registrados en buen estado. En el momento de dar el último aviso para despegar, sólo faltaba un hombre que, sintiéndose enfermo, se quedaría en tierra. Los meteorólogos habían pronosticado buen tiempo en toda el área de su recorrido. A las 2:00 de la tarde despegaron sin novedad los cinco aviones y, tomando en seguida la formación de vuelo, se lanzaron rumbo al mar a buena velocidad. Durante casi dos horas, el vuelo 19 se estuvo reportando con regularidad a su base. A las 3:45, un mensaje desconcertante cruzó el espacio hasta la torre de control: Vuelo 19: "Torre de control, torre de control�. Esta es una emergencia. Nos hemos salido de curso. Parece que nos hemos salido de curso\" \"Parece que nos hemos perdido. No estamos seguros de nuestra posición ¡No podemos avistar tierra!\". En la torre de control, el radio operador replicó sumamente extrañado: \"¿Qué posición tienen?\" Vuelo 19: \"No estamos seguros de nuestra posición\" \"Repetimos no podemos ver tierra. No sabemos si estamos sobre el Atlántico o sobre el Golfo\". Torre de control: \"Asuman el rumbo hacia el oeste pronto verán tierra\". Vuelo 19: \"No sabemos hacia donde está el oeste. Todo está mal. Es tan extraño. El mar luce muy raro\". Y ahí se corto la comunicación. Había demasiada estática a pesar del buen tiempo, y por momentos se escuchaban los diálogos de los pilotos entre sí. Diez minutos más tarde se restableció el contacto. Los radioperadores podían escuchar en la base el ruido de los motores, pero no las voces de los pilotos. Para entonces, el pánico había hecho presa de las tripulaciones; ya no eran pilotos experimentados, sino hombres invadidos por un temor monstruoso. Poco antes de las 4:00 se escuchó lo siguiente: Vuelo 19: \"No estamos seguros de nuestra posición. No sabemos exactamente dónde estamos. Creo que a unos 360 km. al noroeste de la base\". Se corto de nuevo el mensaje por estática. Instantes después volvía a restablecerse la comunicación: Vuelo 19: \"El mar es muy extraño. Parece que estamos sobre aguas blancas\". Y de nuevo el silencio. La torre intentó una vez más comunicarse con ellos, pero por alguna extraña razón, parecían no captar las señales de la base. Durante largos segundos que parecieron siglos, el personal de la base, ya en estado de alerta, no escuchó ninguna palabra más del Vuelo 19. La tensión del momento fue rota al escucharse otra vez las conversaciones de los miembros del escuadrón: Vuelo 19: \"Estamos completamente perdidos, y parece que� \" Estas fueron sus últimas palabras. En la base de Fort Lauderdale todo era desconcierto. Durante todo el tiempo que duró la comunicación, parte del personal de la torre se había preocupado por trazar posiciones y calcular la ruta que habían seguido al extraviarse. Intentaron hacer contacto con otras naves próximas al área; pero todo fue en vano. Sólo quedaban conjeturas. ¿Qué había podido desorientarlos de ese modo? ¿Cómo explicar las interferencias de la radio en un día tan claro? Y sobre todo, ¿Qué peligro habían enfrentado, que los había hecho perder la calma de ese modo? Las horas siguientes fueron de frenética acción. La alarma había puesto en movimiento a todo el personal. Los aviones Avenger, bombarderos de combate, eran magníficos aparatos en su tiempo. Extraordinariamente bien equipados para el ataque -casi una tonelada de bombas, o un torpedo submarino- contaban además con un poderoso motor de 1600 caballos, y alas plegables para su fácil acarreo en portaaviones. Su autonomía de vuelo era muy amplia y tenía equipo especial para facilitar la supervivencia en alta mar. Como los bombarderos habían sido checados antes de partir y contaba cada uno de ellos con un aparato radiotransmisor, más que pensar en una falla mecánica el personal de tierra temía que un disturbio atmosférico los hubiese dañado. Las turbulencias y bolsas de aire, por ejemplo, son imprevisibles y más de un avión ha sucumbido a causa de ellas. Incluso un ataque enemigo, aunque improbable, no se descartaba: la guerra recién había terminado. Sin embargo, ¿Por qué no habían podido explicar lo que les sucedía? El radioperador estimó que el último punto en que habían hecho contacto con el escuadrón, había sido a unos 150 km. al noreste de la base naval de Banana River, en la costa de la Florida. A ese punto y sus alrededores fue enviado un hidroavión, el Martin Mariner, especializado en rescate anfibio, con trece hombres a bordo. La torre de control mantuvo estrecho contacto con el hidroavión de rescate durante los siguientes minutos de vuelo. Inesperadamente, el Martin Mariner consiguió trabar comunicación con el Vuelo 19: Hidroavión Martin: \"Vuelo 19, estamos volando hacia ustedes para guiarlos de regreso ¿Qué altitud tienen?\" La interferencia no dejó escuchar completa la respuesta del Vuelo 19, pero las últimas tres palabras se oyeron perfectamente: Vuelo 19: \"¡No nos sigan!\" Y se perdió la señal. Todo el diálogo había sido captado también en la base. Desde algún lugar desconocido, los pilotos habían alcanzado a enviar un mensaje para alentar a sus compañeros. Pero, ¿de qué? Mientras tanto, la tripulación del Martin Mariner, más alerta que nunca, escudriñaba metro por metro la superficie del mar. Durante los siguientes siete minutos, el comandante del hidroavión se estuvo reportando a la base. Al parecer no había huellas del naufragio en la zona. Pocos minutos después dejó de escucharse la señal del Martin Mariner. No había contacto en ninguno de los sentidos con su tripulación. El silencio que siguió al último mensaje nunca más fue roto. Nunca más los marinos volverían a ser vistos ni escuchados. El comandante de la base, más perplejo que nunca, dio orden de comenzar lo que sería la búsqueda más intensiva y cuidadosa llevada a cabo en mar y aire; pero también la más infructuosa. Relación de barcos desaparecidos en el Triángulo de las Bermudas: � Los STRATOTANKERS KC-135. Desaparecidos el 28 de agosto de 1963. Eran 2 aviones cuatrimotores Stratotankers totalmente nuevos de las Fuerzas Aéreas norteamericanas. Iban en misión secreta de la base aérea de Homestead, en Florida, a una base secreta de reabastecimiento del ejército situada en el Atlántico, pero nunca llegaron, desaparecieron a 480 kilómetros al sudoeste de las islas Los sultanes del magufismo, término empleado en la red para designar a los defensores de teorías basadas en la acción de fenómenos paranormales, especialmente la magia y los ovnis (UFOs), ven cómo la ciencia desmonta una a una, inexorablemente, sus curiosas cosmologías. Malos tiempos para las explicaciones milagrosas, a pesar del éxito de pulseras magnéticas o parches de titanio. Si de la acción de seres extraterrestres se trata, inmediatamente viene a nuestra memoria el triángulo de las bermudas. Una Explicación Científica: Un modelo matemático elaborado por científicos de la Universidad Monash de Melbourne, Australia, ha confirmado que las burbujas de metano del fondo del mar son las causantes de los misteriosos hundimientos de barcos en el Triángulo de las Bermudas, el Mar del Norte o el Mar de Japón. El metano es un gas que se forma de la descomposición de las materias orgánicas y se puede encontrar en grandes cantidades en el fondo del mar. Al combinarse con el agua, el metano se calienta, hierve y se disuelve en el océano. El problema está cuando se forma una burbuja que llega a la superficie y revienta, si en ese momento hay un barco cerca se hundirá al no poder soportar las turbulencias. Este fenómeno podría ser la explicación de maremotos y desapariciones de barcos, ya que estas tragedias suceden en zonas donde dicho gas es abundante. Para verificar esta teoría, los matemáticos realizaron experimentos con un recipiente de agua, un barco de juguete y burbujas de gas metano. A partir de los resultados se creó un modelo matemático con un ordenador, teniendo en cuenta la dinámica, la velocidad, la densidad y la presión del gas y del agua. El modelo reprodujo las burbujas tal y como aparecen en la vida real y pudieron comprobar que el hundimiento se da en ciertas condiciones. Los investigadores recomiendan que sus conclusiones sean incluidas en las cartas de navegación para evitar las desapariciones de buques en el Triángulo de las Bermudas.

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