martes, 27 de septiembre de 2011

ECUADOR: Desafío al silencio


A los chicos se les enseña a leer música, a seguir con la vista a la directora y a tocar las campanas rotuladas según sus notas musicales, sobrellevando así la limitación de no escucharse unos a otros.

Sienten la música los jóvenes del Coro de Campanas de la Escuela Evangélica para sordos
El silencio llama la atención al entrar al pequeño plantel ubicado en el sector Casa Blanca de Luquillo, hasta que resuena la música del Coro de Campanas de la Escuela Evangélica para Sordos.

De la decena de alumnos que tiene el plantel, seis pertenecen al coro, que practica cada semana y se presenta en iglesias y eventos.

“A ellos les encanta. Hasta he visto estudiantes que mejoran académica y socialmente desde que aprenden a tocar las campanas”, expresó Elisabeth Hoke, directora del plantel y del coro.

A los chicos se les enseña a leer música y a dejarse llevar por la vista para seguir a la directora y tocar las campanas -rotuladas según sus notas musicales- sobrellevando así la limitación de no poder escucharse unos a otros.

Hoke contó que el coro de campanas nació en 1999 por iniciativa de la maestra de música Marisol Matos, que se ofreció como voluntaria a enseñarles música a los alumnos sordos y a conseguir las campanas para la escuela. Cuando Matos tuvo que irse de Puerto Rico por razones de trabajo, Hoke asumió la dirección del coro, al que los chicos se unen de forma voluntaria.

“Cuando tocamos, yo siento que a las personas que nos escuchan les gusta la música que hacemos”, aseguró -en lenguaje de señas- Kevin López, de 16 años, quien lleva nueve años en el coro y también está tomando clases de piano y guitarra. “Me encanta oír la guitarra y sentirla vibrar cuando la toco”, agregó el joven con problemas de audición.

“A mí me gusta la variedad de la música de las campanas y aprender las notas musicales. Es difícil para mí, pero me gusta. Poder aprender cosas difíciles quiere decir que soy mayor”, dijo Kristian Pizarro, de 15 años, quien es sordo profundo y lleva nueve años en el coro.

Énfasis en el lenguaje

La habilidad con que chicos con poca o ninguna audición tocan las campanas no es lo único que distingue a este plantel. Trabajan con niños y jóvenes de cero a 21 años. En el caso de los bebés con sordera o pérdida auditiva, se les enseña a los padres a comunicarse con el infante utilizando el lenguaje de señas estadounidense y señas puertorriqueñas, informó Hoke.

Los alumnos no son agrupados por grados, sino que toman clases en conjuntos de hasta tres de acuerdo a las destrezas que tengan al ingresar.

Todas las asignaturas académicas son enseñadas con un énfasis especial en el desarrollo del lenguaje. “Cada vez que se les enseña un vocablo nuevo lo decimos con la boca, para que vayan aprendiendo a leer los labios. También se les deletrea la palabra en lenguaje de señas y se hace la seña de la palabra”, explicó la directora. “Debe hacerse cara a cara porque si no están viendo las señas no pueden aprenderlas. Por eso los grupos son pequeños”.

También destacó que los niños sordos piensan visualmente, por lo que puede ser difícil para ellos aprender a leer, pues cada letra del alfabeto representa un sonido que ellos no pueden oír. Para motivarlos, cada viernes tienen un periodo en que los alumnos mayores les leen cuentos a los más pequeños y les interpretan el texto en lenguaje de señas. “Así se dan el ejemplo unos a otros”, dijo Hoke.

Complementan el aprendizaje en el salón de clases con excursiones a la playa, a El Yunque y otros lugares de interés y con clases de badminton.

Todo este esfuerzo de las cuatro maestras y el resto del personal y voluntarios -todos con dominio del lenguaje de señas- busca preparar al niño sordo para la vida en un mundo auditivo. Hoke informó que muchos de sus egresados han estudiando en universidades en Puerto Rico y Estados Unidos. “Muchos exalumnos nuestros han estudiado computadoras. Otros han optado por la fotografía, la salud mental o la enseñanza”, indicó la directora.

Los alumnos mayores ya tienen sus metas definidas. “Yo quiero aprender a cocinar y ser chef”, aseguró Kristian. Su compañero de clases, Kevin, sostuvo que será técnico de computadoras.

Antes de despedirse de El Nuevo Día Educador, los integrantes del Coro de Campanas interpretaron varias piezas juntos y por separado, haciendo honor a las palabras de Kristian: “Los sordos podemos aprender y tocar música. Eso no es problema”.

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